?Hay intelectuales del PP?
Antiguamente se dec¨ªa que para ser intelectual hab¨ªa que ser de izquierdas, por razones de coraz¨®n y de cabeza. Hace s¨®lo dos a?os, con motivo de las ¨²ltimas elecciones generales, el PP quiso contrarrestar las firmas que han venido avalando el proyecto socialista desde el 82 (aunque a cada consulta, a cada viraje, a cada renuncia, con menos nombres y con menos fe), sacando su propia lista de simpatizantes. Fue un chasco. Los abajo firmantes del PP eran, si descontamos a Norma Duval, de poco peso, de relieve plano, de escaso glamour (quiz¨¢ con una o dos excepciones). Ahora se oye hablar mucho del oportunista cultural: personas que se buscan la vida al inminente sol aznarista que la p¨¦sima estrella socialista va a dejar brillar en nuestro firmamento. La cuesti¨®n es, a mi juicio, lo bastante seria como para dej¨¢rsela a los chismosos, a los vaticinadores y a los propios oportunistas.El debate sobre c¨®mo la cultura ha de mezclarse, convivir y en su caso colaborar con las derechas democr¨¢ticas (aunque sean radicales y filo-fascistas) se ha planteado de manera elocuente en Francia, un pa¨ªs que lleva desde 1780 experimentando antes que nosotros lo que nosotros copiamos o no nos atrevemos a llevar a cabo. En la Francia del ascenso significativo del Frente Nacional la disyuntiva es aislar las ciudades gobernadas por los racistas de Le Pen en una especie de cord¨®n sanitario que castigue a sus votantes y les abandone a un destino de perdidos irremediables, o tratar de intervenir cr¨ªticamente, provocativamente, con acciones culturales que busquen la batalla en lugar de la condena.
Reci¨¦n instaurados los nuevos gobiernos locales y auton¨®micos salidos de las elecciones del pasado mayo, la sombra del conflicto o el forzoso acomodo entre el Partido Popular y la intelligentsia vuelve a estar en primer t¨¦rmino. En un oportuno art¨ªculo de Inmaculada de la Fuente publicado en este peri¨®dico se comentaban ciertos nombramientos en ¨¢reas de la cultura en los que el PP parec¨ªa mover ficha con cautela y hasta con picard¨ªa: en M¨¢laga con el profesor Garrido Moraga, en Zaragoza con un poeta de pasado bohemio, en la Comunidad de Madrid con el ubicuo, proteico y conspicuo Gustavo Villapalos, y en Valencia, donde el mercurial Zaplana ha nombrado a un conseller de cultura ex mao¨ªsta que, diplom¨¢tico de carrera, est¨¢ tornando iniciativas suaves y sutiles POCO acordes con el estilo "elefante en cacharrer¨ªa" que ha caracterizado al antiguo alcalde de Benidorm, hoy, y mientras no se demuestre lo contrario, "honorable president ".
Lo que se detecta por encima de la alegr¨ªa es una cierta ansiedad en aquellos colaboradores o afines al PP que ven llegada su hora. ?La hora de qu¨¦, de la venganza? En el extremo alto del list¨®n, un votante declarado de Aznar como Luis Alberto de Cuenca, excelente poeta y latinista, ha declarado "que a m¨ª el PSOE me ha tratado tan bien que no s¨¦ si el PP podr¨¢ hacerlo mejor". En el punto m¨¢s bajo, el que sus colegas llaman sarc¨¢sticamente Professsor Conejerou (por la forma en que este especialista pronuncia con comicidad involuntaria el ingl¨¦s) ha hecho unas declaraciones en el suplemento El Semanal que pueden ser indicativas. Catedr¨¢tico, creador del Instituto S¨¦pia (en su pronunciaci¨®n, quiz¨¢ m¨¢s valenciana que brit¨¢nica, del nombre de Shakespeare) y hombre que ya ha desempe?ado cargos de designaci¨®n directa del PP, Conejero parece que se postula para los m¨¢s altos cargos teatrales de un futuro Gobierno de Aznar, y mientras, crecido por sus esperanzas, se permite perdonar la vida a Felipe Gonz¨¢lez y al mundo en general y opinar, en un tema que me concierne, sobre la obra y la manera de vertir al dramaturgo ingl¨¦s. Y todo ello cuando como mayor m¨¦rito de su curr¨ªculum este personaje ostenta la responsabilidad de las sin duda m¨¢s catastr¨®ficas traducciones de Shakespeare que hay en el mercado, una aut¨¦ntica operaci¨®n de fraude literario que pretende hacer creer a los estudiantes que las compran que est¨¢n leyendo a Shakespeare en lugar de a un descolorido, incomprensible y dram¨¢ticamente yerto S¨¦pia.
?sa es la opci¨®n que, tiene ahora el PP. Si los revanchistas, carreristas y en general mediocres figurones art¨ªsticos que le han venido acompa?ando en la traves¨ªa del desierto, son premiados por la fidelidad, su pol¨ªtica cultural ser¨¢ la de la boina que tanto dice temer el propio Luis Alberto de Cuenca. La alternativa es dejar hablar al m¨¦rito y no a la ideolog¨ªa. Y en ese caso, tomando una vez m¨¢s el ejemplo franc¨¦s, podr¨ªa hablarse de un continuo cultural no sujeto a los caducos principios morales y est¨¦ticos de la vieja derecha espa?ola. Una forma de garantizar no ya la firma, pero s¨ª la aportaci¨®n cr¨ªtica y libre del intelectual a un di¨¢logo sin las armas del pasado.
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