"Anim¨¦ a Gonz¨¢lez en la estrategia de los GAL"
Garc¨ªa Damborenea vincula a los dirigentes socialistas vascos con la guerra sucia
Felipe Gonz¨¢lez conoc¨ªa y autoriz¨® la estrategia de buscar a los terroristas de ETA, en el sur de Francia, estrategia a la que le anim¨® Ricardo Garc¨ªa Damborenea. Fue una decisi¨®n pol¨ªtica, tomada por pol¨ªticos. Y aunque no hab¨ªa c¨²pula de los GAL, Gonz¨¢lez lo sab¨ªa y lo sab¨ªan los ministros del Interior y Defensa, as¨ª como los secretarios generales del PSOE del Pa¨ªs Vasco. ?stas son las principales acusaciones vertidas ayer por Garc¨ªa Damborenea en una tumultuosa y sorprendente rueda de prensa, de la que en estas p¨¢ginas se recoge una transcripci¨®n extractada. El ex secretario de los socialistas vizca¨ªnos asegura que no se arrepiente de aquellos hechos porque sigue convencido de que "se hizo lo que se deb¨ªa hace". Damborenea -procesado en el caso GAL- explic¨® minuciosamente c¨®mo se entrevist¨® en varias ocasiones con Gonz¨¢lez y c¨®mo le convenci¨® para que aceptara la estrategia de buscar a los etarras en Francia.
Damborenea. "Como ustedes saben, yo fui convocado esta ma?ana por el juez Garz¨®n para prestar declaraci¨®n en relaci¨®n con las modificaciones en el sumario despu¨¦s de las declaraciones de los polic¨ªas, que hab¨ªan pasado de negar unos hechos a reconocer unos hechos.En ¨¦se sentido, tengo que empezar manifestando que a mi me hubiera gustado decir lo que he dicho esta ma?ana y lo que les voy a decir a ustedes hace seis meses, cuando empez¨® esta historia. No fue posible en primer lugar porque los polic¨ªas, que son probablemente los que tienen menos culpa, hab¨ªan escogido como estrategia defensiva negar los hechos. Por lo tanto, yo no estaba en condiciones de perjudicar aquella estrategia. As¨ª que me limit¨¦ a guardar silencio y respetar su decisi¨®n. Por otra parte, yo tampoco quer¨ªa suplantar a quien deb¨ªa, a quien le correspond¨ªa de forma natural dar las explicaciones, y ten¨ªa la esperanza de que a quien correspondiera diera la explicaci¨®n que estaba demandando la opini¨®n p¨²blica. Despu¨¦s del tiempo transcurrido, esa "esperanza ya no la tengo. Y, adem¨¢s, los polic¨ªas han reconocido los hechos, con lo cual yo ya estoy en condiciones de exponer las cosas como a mi me parece que deben ser expuestas a los ciudadanos y ante la ley.
Ante el se?or Garz¨®n he reconocido mi responsabilidad y he aceptado la parte de culpa que me corresponda ante la ley. Esa responsabilidad se ha producido en dos niveles muy distintos: el que corresponde a los hechos y el que corresponde a las decisiones, que necesariamente tuvieron que preceder a los hechos.
Y vamos a empezar por las decisiones. Mi responsabilidad ha sido la de haber contribuido desde 1982 y a lo largo. de 1983, con otras personas, a dise?ar la estrategia en la lucha contra el terrorismo. De manera que no estamos tratando de cuestiones que hayan nacido de la imaginaci¨®n o la iniciativa de dos, tres o cuatro polic¨ªas, sino que estamos tratando de decisiones pol¨ªticas, Los polic¨ªas no hicieron mas que aplicar ideas y decisiones ajenas y siempre en el convencimiento de que estaban sirviendo adecuadamente al Estado.
En concreto, por lo que se refiere a la estrategia, no voy ahora a reproducir el cuadro de la situaci¨®n que representaba la lucha contra ¨¦l terrorismo en 1983. Ustedes podr¨¢n perfectamente recordar que era uno de los dos primeros problemas con los. que se enfrentaba nuestro pa¨ªs en aquel momento, una batalla que se estaba perdiendo, que se estaba librando en una desigualdad de condiciones llamativa. No s¨®lo log¨ªstica, por lo que se refiere a los medios y a la dotaci¨®n de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad; no s¨®lo la desventaja que representaba tener que enfrentarse a un enemigo que siempre ataca por sorpresa, con ventaja, sino porque la estrategia de los terroristas contaba con un elemento precioso, fundamental, que se llamaba la frontera. francesa, que actuaba a manera de burladero y les permit¨ªa actuar impunemente y prolongar la lucha durante el tiempo que ellos mismos decidieran.
Es decir, el elemento fundamental de la estrategia contraterrorista ten¨ªa que ser quebrar dicho burladero, bien contando con la colaboraci¨®n del Gobierno franc¨¦s, que no se consigui¨® en ning¨²n momento, bien sin contar con dicha colaboraci¨®n. De otra manera, los terroristas seguir¨ªan actuando impunemente, benefici¨¢ndose de aquel burladero y disfrutando del reconocimiento del estatuto de refugiados pol¨ªticos en el pa¨ªs franc¨¦s y habitando, en definitiva, algo que era m¨¢s que un santuario, un aut¨¦ntico para¨ªso en el que se mov¨ªan a sus anchas, con absoluta libertad, pues no necesitaban ni ocultarse para cobrar el impuesto revolucionario porque los industriales [lo] pagaban en las terrazas de los bares de San Juan de Luz o Bayona. ?sa era la situaci¨®n. Los terroristas, estaban actuando con una absoluta impunidad y, por lo tanto, era evidente que mientras no se interviniera en el sur de Francia no ser¨ªa posible modificar las condiciones de lucha contra ellos. Esa idea, de perogrullo, la compart¨ªan todas las personas que conoc¨ªan el esquema de cerca. Bueno, pues fue calando hasta transformarse en una opini¨®n un¨¢nime en cuantas personas ten¨ªan que opinar o contribuir a formular la estrategia que debiera llevar a cabo el Gobierno contra el terrorismo. Pues bien, a formular la estrategia y a defender la necesidad de que se interviniera en Francia y de que se buscara a los terroristas all¨ª donde los terroristas disfrutaban de asilo yo contribu¨ª. Contribu¨ª con otros. Esa ha sido mi principal responsabilidad en este asunto.
De esta responsabilidad, que he reconocido, no me arrepiento, porque me parece que se hizo lo que se deb¨ªa hacer. Si hoy es importante, es fundamental, la colaboraci¨®n francesa, en un momento en que ya en Francia a los terroristas no se les llama refugiados pol¨ªticos ni luchadores por la libertad, sino terroristas, calculen ustedes la importancia que ten¨ªa esto en ¨¦l momento en que se les llamaba refugiados pol¨ªticos y se alegaba que estaban luchando por la libertad. Esa responsabilidad es la primera que he asumido. La he reconocido ante el juez Garz¨®n. Repito, la asumo ante la ley y ante los ciudadanos.
El otro nivel de responsabilidad es m¨¢s concreto y se refiere a la ¨²nica oportunidad en la que yo he intervenido en el aparato operativo que llevaba a cabo estas ideas. Y se refiere al secuestro del se?or Segundo Marey. Lo primero que tengo que reconocer es que se produjo, que no fue iniciativa de un grupo de polic¨ªas, que se produjo, en consonancia con lo que acabo de exponer, con la convicci¨®n general de que era preciso intervenir en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, buscar a los terroristas en el sur de Francia. Y se produjo cuando surgi¨® la oportunidad. Y surgi¨® con motivo del secuestro del capit¨¢n de Farmacia realizado por los polimilis, el se?or Mart¨ªn Barrios, al que luego acabar¨ªan matando y sobre el que todos ten¨ªamos la convicci¨®n de que su vida no val¨ªa nada, que corr¨ªa un enorme peligro. Por lo tanto, todos experiment¨¢bamos la urgencia de hacer algo que pudiera contribuir a salvarle.
La primera decisi¨®n que se tom¨® fue tratar de secuestrar a un terrorista, el se?or Larretxea, como ustedes recordar¨¢n, con el fin de obtener a trav¨¦s de ¨¦l informaci¨®n que condujera a la liberaci¨®n, del se?or Mart¨ªn Barrios. Aquella intervenci¨®n se produjo utilizando la colaboraci¨®n voluntaria de cuatro miembros de la Polic¨ªa Nacional, concretamente cuatro geos. Aquella operaci¨®n fue fallida y, a resultados de la misma, no s¨®lo qued¨® en evidencia la polic¨ªa espa?ola ante la francesa, sino que los geos fueron conducidos a la prisi¨®n de Pau.
En esta circunstancia, y luchando contra el tiempo, surgi¨® otra iniciativa basada en una informaci¨®n. Yo no estoy en condiciones de valorar si la informaci¨®n era buena o mala, pero se ofrec¨ªa la posibilidad de secuestrar a otro terrorista, a Mikel Lujua. Y con la misma intenci¨®n tambi¨¦n se decidi¨® aprovechar aquella oferta de los confidentes para traer a Espa?a al se?or Lujua y agotar las ¨²ltimas posibilidades para liberar al se?or Mart¨ªn Barrios. Recordar¨¢n ustedes que aquello fracas¨®, que result¨® que, en vez de traer al terrorista, aparecieron en la frontera con un se?or que no ten¨ªa nada que ver, inocente, Segundo Marey.Entonces,, en este momento, es cuando se produce mi intervenci¨®n, porque yo soy llamado desde el despacho del comisario jefe de Bilbao para consultarme qu¨¦ se hace en esta situaci¨®n que les ten¨ªa absolutamente perplejos, y yo tengo que confesar que a m¨ª tambi¨¦n me dej¨® bastante perplejo, porque a una persona inocente, que no ten¨ªa ninguna culpa, parecer¨ªa razonable soltarla inmediatamente. Sin embargo, eso ten¨ªa algunos inconvenientes. Inconvenientes, por que acentuaba ya la evidencia de la polic¨ªa espa?ola ante la francesa, arriesgaba la situaci¨®n de aquellos geos que estaban en Pau y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, significaba quedarse con las manos vac¨ªas, agotado ya el ¨²ltimo cartucho, la ¨²ltima posibilidad de ejercer alguna influencia que pudiera conducir a liberar al se?or Mart¨ªn Barrios. De manera que, Surgida la duda, se consult¨® y, despu¨¦s de efectuar las consultas adecuadas, se tom¨® la decisi¨®n de no liberar inmediatamente al se?or Marey, sino de retrasar su liberaci¨®n unos cuantos d¨ªas con el fin de intentar sacar partido de aquel error lamentable, pero que era la ¨²nica arma que ten¨ªa en ese momento el Estado espa?ol para hacer algo tanto por ¨¦l se?or Mart¨ªn Barrios como por los polic¨ªas, encarcelados. Afortunadamente, los polic¨ªas fueron liberados enseguida. El se?or Mart¨ªn Barrios, por desgracia, muri¨®. Y, a continuaci¨®n, el se?or Marey fue puesto en libertad.
Eso es lo que yo le he explicado al se?or Juez. Y que, por aquel motivo y para intentar sacar algo de aquella situaci¨®n, se elabor¨® un comunicado, que es el que aparece en los autos de la instrucci¨®n.En resumidas cuentas, no tengo ning¨²n inconveniente en proclamar que ni en el caso del terrorista Larretxea ni en el del terrorista M¨²jica tuve yo ninguna duda. No se me consult¨® antes de iniciar la operaci¨®n, pero, en cuanto estuve informado de que estaba. en marcha o que se hab¨ªa iniciado ya, me pareci¨® muy bien. No tengo ning¨²n reparo en reconocerlo. Y me hubiera parec¨ªdo mucho mejor que, en lugar de ir a buscar a un terrorista, fueran a buscar a dos o tres. Desgraciadamente, aquello no era posible. Pero yo estuve de acuerdo con aquella operaci¨®n y no me arrepiento d¨¦ ella. No me arrepiento. Sigo pensando que se hizo lo que se deb¨ªa hacer, aunque saliera mal. Y si le damos la vuelta quedar¨¢ m¨¢s claro, porque si de resultas de aquellas iniciativas se hubiera logrado la liberaci¨®n del se?or Mart¨ªn Barrios ?qu¨¦ dir¨ªamos hoy? Que estaban muy bien hechas. En consecuencia, se?ores, si eran buenas para liberar al se?or Mart¨ªn Barrios, era bueno que se intentaran hacer.
En eso ha consistido lo sustancial de mi declaraci¨®n ante el se?or juez".
Pregunta. ?El dise?o de estrategia quiere decir GAL? ?Sab¨ªa Gonz¨¢lez de su existencia?
Respuesta. Cuando se inicia el secuestro de Larretxea, no exist¨ªan los GAL, ni intenci¨®n de llamar a nada con ese nombre. Cuando se hace el de Lujua, lo mismo. Y, una vez que surge el problema de qu¨¦ hacer con Marey, c¨®mo salir a la opini¨®n p¨²blica, especialmente a la del sur de Francia, es cuando se elabora un primer comunicado en el que ni siquiera figuran las siglas del GA L. No aparecen hasta el comurticado que pone en libertad a Marey y se escogen aquellas siglas como yo supongo que se pod¨ªan haber escogido otras. La segunda pregunta me la ha hecho tambi¨¦n el juez. Ya he explicado que mi responsabilidad consiste en haber contribuido al dise?o de la estrategia con otros responsables pol¨ªticos. ?Con cu¨¢les? Pues con los que pod¨ªan tener una. opini¨®n relevante sobre la cuesti¨®n. Es decir, con responsables del Partido Socialista en el Pa¨ªs Vasco. No se ped¨ªa esta opini¨®n al gobernador de Soria ni al presidente de Andaluc¨ªa, sino a los que estaban cerca del problema y lo estaban viviendo a diario, Y, necesariamente, por muy valiosas que sean las ideas, por muy brillantes, si no est¨¢n aprobadas por quien tiene la potestad para que se ejecuten, por quien tiene capacidad de tomar la decisi¨®n ¨²ltima o de autorizar las actuaciones, pues no sirven de nada. La verdad es que necesariamente, necesariamente, podemos deducir que el se?or Gonz¨¢lez estaba enterado. Pero no hace falta que lo deduzcamos. Yo se lo digo: el se?or Gonz¨¢lez estaba enterado porque yo de esto hab¨ªa hablado con el se?or Gonz¨¢lez no en una ocasi¨®n, en unas cuan tas ocasiones. De manera que ¨¦sta era una estrategia pol¨ªtica que se hab¨ªa tomado por pol¨ªticos, por responsables pol¨ªticos, y que hab¨ªan estado contribuyendo a que quien ten¨ªa, quien pod¨ªa tomar la decisi¨®n ¨²ltima, pues la tomara. ?Eso significa que yo est¨¦ trasladando la responsabilidad al se?or Gonz¨¢lez? De ninguna manera. Estoy reconociendo mi corresponsabilidad con ¨¦l, porque yo estaba de acuerdo y fui, entre otros, de los que le animaron a adoptar esta l¨ªnea estrat¨¦gica de intervenir en el sur de Francia.
P. ?Podr¨ªa matizar qui¨¦n le anim¨®? A lo largo de todos los atentados perpetrados por el GAL, ?Gonz¨¢lez ha estado informado? ?Podr¨ªa ampliar qu¨¦ otras personas contribuyeron a esa idea?
R. Creo que lo he dicho. Los que pod¨ªan tener una opini¨®n solvente y estaban cerca del problema. Es decir, yo era secretario general de Vizcaya. Pues habr¨ªa alguien en Guip¨²zcoa con una opini¨®n solvente, alguien en ?lava. No es necesario que d¨¦ yo los nombres. Los pueden deducir. El Partido Socialista tiene una estructura conocida. Pues digo yo que tendr¨ªan que ser, como m¨ªnimo, los secretarios generales, ?verdad? ?A qui¨¦n vamos a preguntar? Pues a los secretarios generales, naturalmente.
P. ?Benegas estaba al tanto?
R. Era secretario general de Euskadi en aquel momento. ?Usted cree que yo, como secretario general de Vizcaya, pod¨ªa tener una opini¨®n que fuera a ninguna parte si no estuviera compulsada o compartida? No, estos asuntos no se trataron jam¨¢s con el se?or Alfonso Guerra, que entonces era vicepresidente. La opini¨®n solvente, la que val¨ªa de verdad, era la del presidente del Gobierno.
P. ?Y Barrionuevo?
R. Era ministro del Interior y, aparte de ser una opini¨®n necesaria, indispensable, contra la cual ning¨²n criterio hubiera valido para nada... Como la del ministro de Defensa, contra la cual ning¨²n criterio hubiera v¨¢lido para nada... Pues es que ellos eran los brazos ejecutores de cualquier estrategia del Gobierno contra el terrorismo.
P. Go?i, J¨¢uregui, Elgorriaga.R. Estos son todos miembros de Interior, ?no?
P. ?Guerra no estaba enterado?
R. No digo que no estuviera enterado. Yo dudo que hubiera alguien que no lo estuviera. Yo digo que con Guerra estas cosas no se trataban. No era su campo
P. En concreto, del secuestro de Marey, ?el presidente tuvo conocimiento cuando se produjo?
R. No me consta. Pero supongo que, hasta donde yo conozco la manera de actuar de aquel Gobierno, del ministro del Interior, me cuesta, mucho trabajo pensar que el se?or Barrionuevo no consultara inmediatamente, como hac¨ªa con cualquier tema, al presidente.
P. ?Es cierto que Barrionuevo dijo que se continuara con el secuestro a pesar del error?
R. Lo he explicado.
P. Usted ha dicho que ha esperado a hablar porque esperaba una explicaci¨®n. ?De qui¨¦n?
R. De quien correspondiera. El ¨²nico que puede dar una explicaci¨®n al conjunto de los espa?oles es el presidente. En mi opini¨®n, tendr¨ªa que haber salido hace seis meses a darla.
P. ?En qu¨¦ t¨¦rminos habl¨® con Gonz¨¢lez en las distintas ocasiones en que ... ?
R. En esos esos detalles no voy a entrar por no ser procedentes para lo que aqu¨ª estamos tratando, que es mi declaraci¨®n y la responsabilidad que yo he asumido. Por cierto, sea cual fuera la responsabilidad del presidente, la m¨ªa tendr¨¢ que ser la misma, salvando las distancias. Pues ha habido en todo momento, por lo menos en aqu¨¦llos a los que me estoy refiriendo, antes de que se produjeran mis diferencias con el Partido Socialista, una absoluta identidad de criterios y objetivos.
P. ?Fue Gonz¨¢lez el cerebro de toda la estrategia?
R. No, no. No hubo ning¨²n cerebro especial. Las ideas elementales, que todo el mundo comparte, pues todo el mundo las comparte. Lo que pasa es que todo el mundo no puede tomar la decisi¨®n. Simplemente, la decisi¨®n la toma quien est¨¢ facultado para ello.
P. ?Estuvo al tanto tambi¨¦n del resto de los atentados de los GAL?
R. De eso ni merece la pena que hablemos porque ni siquiera me ha preguntado el juez. Quiz¨¢, porque ¨¦l ya ten a suficiente evidencia a ese respecto. Pero, vuelvo a insistir, la ¨²nica actividad operativa en que yo intervengo es en la de Marey, cuando se me llama porque se ha producido una situaci¨®n imprevista. Y se me llama para pedir mi consejo. ?Por qu¨¦ a m¨ª? Pues porque el problema ha surgido en Bilbao, en la comisar¨ªa de Bilbao, y el pol¨ªtico que estaba cerca, el referente pr¨®ximo, el inmediato, el ¨²nico al alcance de la mano fui yo. Pero ya en el resto no intervengo.
P. ?Corcuera
P. ?Corcuera tambi¨¦n estaba al tanto cuando lleg¨® a Interior o le pusieron al tanto?
R. Yo no lo s¨¦. Eso lo puedo deducir, pero supongo que su capacidad de deducci¨®n es igual o mejor que la m¨ªa.
P. ?Cree usted que Gonz¨¢lez est¨¢ a tiempo de dar una explicaci¨®n, que deber¨ªa dimitir? ?Estaba enterado el partido en la oposici¨®n de todo?
R. Alianza Popular no sab¨ªa nada, como es natural. Unas fuerzas no se fiaban de otras y no era capaz nadie de plantear abiertamente las cosas. Hasta donde yo s¨¦, Alianza Popular no lo sab¨ªa. ?Debe dimitir Gonz¨¢lez? Tengo mis razones para contestar, pero no voy a hacerlo porque no es el tema de esta rueda de prensa. Ma?ana, con mucho gusto. ?Si est¨¢ a tiempo de dar una explicaci¨®n? Se le est¨¢ agotando el tiempo a chorros. Pero todav¨ªa tiene oportunidad de dar la explicaci¨®n que los espa?oles esperan.
P. Usted dice que s¨®lo particip¨® en la acci¨®n de Marey. ?De qui¨¦n fue la idea? ?Qui¨¦n lo organiz¨®?
R. Qu¨¦ m¨¢s da de qui¨¦n fuera la idea. Pues a alguien se le ocurri¨®. Se prefiri¨®, entre otras, porque parec¨ªa m¨¢s eficaz.
P. A posteriori, usted no sabe nada de las acciones de los GAL.
R. S¨ª, he sabido, porque he vivido en Espa?a, en Bilbao, y he le¨ªdo peri¨®dicos y he asistido como espectador. Lo que estoy diciendo es que yo no era referente pol¨ªtico, que a m¨ª no se me consultaban las cosas.
P. ?Qui¨¦n sigui¨®...
R. No voy a contestar. Sobre eso no me ha preguntado el juez. Ser¨¢ que no le puedo aportar ninguna luz.
P. ?Habl¨® con Gonz¨¢lez de esto y le aconsej¨®? Hace seis meses...
R. Hace seis meses yo no habl¨¦ con ¨¦l. Ni siquiera estaba en condiciones de hablar.
P. ?El presidente apoy¨® el secuestro de Marey?
R. No lo s¨¦. Supongo. No lo impidi¨®, ?verdad?
P. ?Se baraj¨® la posibilidad de matar a Marey?
R. No, hombre; no. No hagamos literatura. No ten¨ªa sentido.
P. ?Usted habl¨® personalmente con Gonz¨¢lez del secuestro de Marey?
R. No.
P. ?Cu¨¢ndo habl¨® con Gonz¨¢lez?
R. Eso no lo voy a decir tampoco. Lo suficiente para estar convencido de qu¨¦ es lo que pensaba. No necesito m¨¢s.
P. ?Gonz¨¢lez les dio manga ancha para hacer lo que cre¨ªan conveniente?
R. No, de ninguna anera.
P. ?Se sintieron presionados por la c¨²pula militar para crear la organizaci¨®n de los GAL?
R. La organizaci¨®n de los GAL no ha existido nunca. Fue un nombre que se eligi¨® al azar para emitir un comunicado que explicara el secuestro de Marey.
P. ?Los agentes utilizados eran siempre voluntarios?
R. No lo s¨¦.
P. Otros procesados han hablado de una reuni¨®n que se produjo despu¨¦s del secuestro y en la que Sancrist¨®bal llam¨® al ministro. ?Estaba en esa reuni¨®n?
R. Me hab¨ªan llamado para consultarme.
P. ?Habl¨® con Barrionuevo?
R. No.
P. ?No habl¨® nunca directamente con ¨¦l?
R. Esa noche, no.
P. ?Y estuvo presente cuando alguien habl¨® con Barrionuevo?
R. S¨ª
P. ?Qui¨¦n?
R. El se?or Sancrist¨®bal.
P. ?Barrionuevo dijo que hab¨ªa que seguir adelante?
R. S¨ª.
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