El l¨ªder dirige el tr¨¢fico
Victoria emotiva de Armstrong, compa?ero del fallecido Casartelli

Lance Armstrong puso tambi¨¦n su sello personal en el recuerdo del fallecido Fabio Casartelli. Le dedic¨® la victoria, pero una victoria de verdad, sin montaje alguno, sin acuerdo previo, arrancada a fuerza de ri?ones de entre un grupo de una docena de escapados. Lanz¨® varios besos hacia el cielo antes de cruzar la l¨ªnea de meta en solitario. Armstrong ten¨ªa motivos sobrados para mostrarse decidido en una jornada con muchas licencias por parte del pelot¨®n. Tantas que Indur¨¢in tuvo que ejercer de guardia de tr¨¢fico por unos momentos.Al kil¨®metro 30, Radio Tour daba cuenta de una actividad muy nerviosa en la cabeza del pelot¨®n. El ritmo era vivo aunque la jornada parec¨ªa invitar al sosiego: etapa corta y relajamiento general entre directores y corredores a la salida. Todos hab¨ªan logrado dormir algo m¨¢s de lo acostumbrado (la etapa comenzaba a las 13.00 horas) y buena parte del pelot¨®n daba la carrera por cerrada. Era una evidencia en la zona de invitados: corredores leyendo peri¨®dicos con parsimonia, animados debates en torno a un caf¨¦ colombiano y entrevistas de fin de carrera. Muchas sonrisas y mucho calor. Varios directores espa?oles tertuliaban alegremente: hablaban de culos... pero no de mujeres. !Hablaban de sus propios culos! El m¨¢s criticado era el de Alvaro Pino, director en estos d¨ªas del equipo Kleme y corredor hasta hace tres a?os, que negaba a rajatabla cualquier argumento sobre sus kilos de m¨¢s. Un ambiente c¨¢lido. Es la se?al m¨¢s clara de que esto se ha acabado.
Pero la carrera fue por otro camino. No es que hubiera un ataque en toda regla, pero s¨ª una serie de operaciones de nivel medio en las que siempre aparec¨ªa un corredor de la ONCE. La presencia de Mauri, como la de Jalabert en algunos intentos de escapada, provoc¨® la reacci¨®n de Indur¨¢in. El jefe estaba dispuesto a permitirlo casi todo en un d¨ªa como el de ayer, pero nunca una aventura de ambos. Indur¨¢in se puso personalmente a dirigir el tr¨¢fico y les mostr¨® un sem¨¢foro en rojo.
Los intentos de aventura no cesaron, pero hubo que pedirle permiso al jefe. Desde Bugno hasta Sierra, desde Sciandri hasta Bernard, pasando por el inevitable Thierry Marie, casi una treintena de corredores lo intentaron. La situaci¨®n no se consolid¨® hasta el kil¨®metro 80 cuando se form¨® un grupo al gusto de Indur¨¢in. Naturalmente, hab¨ªa un ONCE entre medias, el belga Bruyneel, pero no estaba en la lista negra del l¨ªder.
Doce corredores se lanzaron a por el triunfo y entre ellos estaba Armstrong. Salt¨® decidido a falta de 30 kil¨®metros, desafiando algunas leyes de la prudencia. Sin embargo, encontr¨® un resquicio en la propia desuni¨®n del grupo de escapados. Su fortaleza mental le llev¨® hasta la l¨ªnea de meta porque ten¨ªa un motivo por el que luchar, la memoria de su compa?ero Fabio Casartelli.
El Tour se ha acabado hace ya unos d¨ªas. Se extingui¨® sin remedio en los Pirineos. La competencia es m¨ªnima y los corredores preparan las maletas. S¨®lo Indur¨¢in tiene un trabajo extra: administrar su tiempo libre para cumplir con todos los compromisos del l¨ªder. ?l es el ¨²nico que no tiene tiempo ni espacio para tomarse un caf¨¦ o charlar amigablemente con sus colegas. Cada palabra suya, y no son muchas las que prodiga, es carne de entrevista; cada movimiento alerta a los fogosos cazadores de aut¨®grafos. El desfile hasta Par¨ªs tiene estas exigencias.
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