El vendaval
Tres chavales de escuelas taurinas se encontraron con un imprevisto enemigo que no ven¨ªa en el programa ni lo hab¨ªan anunciado los meteor¨®logos: un tremebundo vendaval. Esta estrella de la pel¨ªcula trastoc¨® los sue?os de la joven tema y se convirti¨® en fundamento de la propia pel¨ªcula, cuyo previsible desarrollo alter¨® de arriba a abajo. Porque los coletudos han gastado varios a?os de su infancia y adolescencia en intentar aprender los secretos del toreo, pero a ninguno ense?aron la imposible suerte de torear al vendaval.Tampoco el juego de, los novillos, faltos del aormador castigo de los piconeros y complicados en diversos calibres de mansedumbre, ayud¨® a convertir en realidad para los chicos sus utop¨ªas triunfales. Mayormente a la hora " de manejar las almas torcidas, con las que mecharon a sus enemigos de cualquier forma. De esta guisa, los chavales crepita ron al menos, mejor o peor, multitud de suertes capotiles, ya que compitieron con guapeza en quites durante toda la noche. As¨ª desgranaron junto a las habituales ver¨®nicas, chicuelinas y reboleras, otros pases menos vistos como gaoneras ortizinas, lances de frente por detr¨¢s, serpentinas y medias de apuntes belmontinos.
Ca?adas / Pimentel, Aravaca, Diego
Cuatro novillos de Las Ca?adas y 1? y 5? de Hermanos L¨®pez M¨¢rquez; bien presentados, mansos y con problemas. Oscar Pimentel: pinchazo, media atravesada -aviso- estocada contraria (silencio); cuatro pinchazos sin soltar, estocada desprendida -aviso- y cuatro descabellos (silencio). Ni?o de Aravaca: estocada delantera -aviso- y descabello (petici¨®n y saludo); pinchazo, estocada que asoma -aviso- estocada desprendida -2? aviso- (ovaci¨®n). Juan Diego: pinchazo sin soltar y estocada desprendida (ovaci¨®n); estocada desprendida al encuentro (oreja).Plaza de Las Ventas. 22 de julio..
Dentro de los problemas de los bichos, los m¨¢s patibularios correspondieron a ?scar Pimentel, de la Escuela de Madrid y con antecedentes taurinos en Cenicientos. La casta agresiva del manso primero le pudo en los momentos en que m¨¢s apretaba el viento. Pese a la f¨¦rrea voluntad del torero, que recibi¨® al cuarto a porta gayola, despu¨¦s era tan dif¨ªcil que Pimentel fue a la deriva.
Tambi¨¦n alumno de la Escuela de Madrid es Antonio Mart¨ªn, Ni?o de Aravaca, de donde se desplaz¨® gran n¨²mero de paisanos que le apoyaron con sus ecos calientes. Y no les defraud¨® su ¨ªdolo, que derroch¨® valerosa quietud para aguantar los derrotes de su lote. Sobre tan esencial virtud, el de Aravaca brill¨® en banderillas y extrajo muletazos de fuerte sabor cl¨¢sico en dos interesantes peleas.
De la Escuela de Salamanca procede Juan Diego, un espigado mozo que alumbr¨® la noche aportando el sortilegio del arte. Con aplomo y galanura cascabele¨® frente a sus dif¨ªciles enemigos un muleteo de mano baja, aroma candeal y pr¨®digo en temple y ligaz¨®n. Naturales y redondos provocaron ¨¦xtasis en el que cerr¨®, y sus faenas habr¨ªan sido m¨¢s macizas sin vendaval.
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