Autodefensa
Nos lo cuenta el analista que ¨²ltimamente parece haber relevado a otro como gran favorito de esa embajada de Serbia que, incomprensiblemente, sigue abierta en este pa¨ªs: "Si los musulmanes no hubieran roto la tregua de invierno, los serbios nunca se hubieran lanzado a completar la limpieza ¨¦tnica en estos enclaves". Frente a esa embajada se concentraron ayer algunos cientos de personas que piensan que, si nos negamos a abrirle legaci¨®n a ETA en la capital del Reino, no tenemos por qu¨¦ hacer excepciones con organizaciones o estados que matan con mayor efectividad. En Barcelona los manifestantes fueron m¨¢s de 20.000, con el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, el alcalde Pascual Maragall y el eurodiputado Jose Mar¨ªa Mendiluce a la cabeza. Lo que demuestra una vez m¨¢s las diferencias entre Madrid y Barcelona, en sensibilidad europea y en articulaci¨®n social. Tanto se grita y se insulta en Madrid durante la semana que, cuando ¨¦sta concluye, no hay muchos capaces de indignarse siquiera ante el crimen.Otra columnista nos aclara que los cientos de j¨®venes bosnios que en los ¨²ltimos d¨ªas ha ejecutado Karadzic en Bratunac (si, se?ores, cientos en estos, ¨²ltimos d¨ªas) y las muchas decenas de miles de civiles que han muerto en Bosnia bajo bombardeos serbios son v¨ªctimas de Izetbegovic que se niega a aceptar la rendici¨®n. Los asesinos se defienden porque las v¨ªctimas no dejan de provocarlos.
Es la cont¨ªnua demostraci¨®n de la duplicidad moral y el pensamiento d¨¦bil que nos azota y aburre. Te violan durante tres a?os en tu casa y cuando intentas pegarle con un candelabro al intruso canalla, armado ¨¦l con una estupenda metralleta, te tachan de violento. Por las mismas, Aldaya fue un irresponsable por ahorrar, crear una empresa de transportes y construirse un chalet en Fuenterrab¨ªa y los padres de Anabel Segura provocaron a los secuestradores compr¨¢ndose una casa en La Moraleja.
M¨¢s, de tres cuartas partes de este Viejo Continente est¨¢n compuestas por gentes que no vivieron conscientemente el nazismo. Era f¨¢cil en los a?os cuarenta, incluso para los vecinos de Auschwitz, Sachsenhausen y Buchenwald, decir que jam¨¢s supieron nada de lo acaecido en aquellos siniestros complejos de la muerte industrial. Pero hoy, saber que sabemos es una sensaci¨®n nueva, terrible, que corroe las conciencias del Viejo Continente y est¨¢ ya minando sus cimientos pol¨ªticos y sociales.
Sigo sin creer que, con su tr¨¢gica experiencia, Europa est¨¦ tan abotargada por hedonismo, autocomplacencia y autoconmiseraci¨®n como para ignorar lo que supone invitar al asesino vocacional a compartir vivienda. Habr¨¢ intervenci¨®n militar. La cuesti¨®n es cu¨¢ndo. Hace tres a?os una amenaza con suficiente credibilidad quiz¨¢s hubiera sido suficiente para demostrar que el crimen tiene castigo. Hoy el coste ser¨¢ m¨¢s alto. Pero aumenta d¨ªa a d¨ªa.
Es simplemente necio . pensar que los serbios que han luchado, sufrido y muerto por acabar con la presencia de musulmanes en lo que est¨¢n convencidos ser¨¢ la regi¨®n occidental de su nueva Gran Serbia en lo que hoy es Bosnia, van a tolerar la existencia de dos millones de albaneses, en su mayor¨ªa musulmanes, en Kosovo. Y es una imbecilidad creer que si los serbios logran depurar ¨¦tnicamente los territorios de su nuevo Estado, otros muchos pueblos desde el Adri¨¢tico a Vladivostok no van a recurrir a esta v¨ªa sangrienta para acabar con sus respectivos problemas de convivencia inter¨¦tnica.
Creen algunos por aqu¨ª que salvaremos intereses a corto plazo tirando por la borda los principios de la multiculturalidad, la pluralidad y la ciudadan¨ªa para negociar un pacto de feliz compadreo con los nuevos caudillos de la tribu y la raza. En Bosnia, por supuesto. No aqu¨ª. Pues est¨¢n equivocados. Ir¨¢n por la borda principios e intereses. Estamos, se?ores, en una lucha de civilizaciones. Si la tribu triunfa en los Balcanes, nos acosar¨¢n desde nuestros propios s¨®tanos aquellos que, envalentonados, creen en el mito de la raza y desprecian al individuo. Si abdicamos de nuestros principios all¨ª, habremos dado un gran paso hacia la destrucci¨®n de nuestras sociedades libres. Aqu¨ª ya no se trata de filantrop¨ªa, es pura autodefensa.
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