Esp¨ªas en la noche
Se?or K-14.Madrid.
Muy se?or m¨ªo:
La que suscribe, A. M. D., alias Belinda, de 23 a?os, soltera, licenciada en Filolog¨ªa Francesa, agente secreta al servicio de quien usted sabe, se dirige a usted para manifestar lo siguiente:
Mi compa?era Fany y yo, destinadas durante el verano en las terrazas de la Castellana, estamos hasta el mo?o de hurgar en vidas ajenas que, en general, son bastante vulgares, dicho sea con respetuoso hast¨ªo. Desde el crep¨²sculo hasta el amanecer, merodeamos como lib¨¦lulas por los bares del paseo a la caza de confidencias inconfesables. Hemos llegado a conclusiones decepcionantes, algunas de las cuales detallo a continuaci¨®n:
1. El hecho de ser guapas y desenvueltas nos proporciona muchos parabienes y no poca crispaci¨®n. Por esos parajes abundan gentes indocumentadas, petimetres blandos y espl¨¦ndidas cabezas sin amueblar. Algunos listillos nos confunden con putas finas. Las lumis de la zona creen que somos intrusas y nos andan, buscando las vueltas. Acosadas por comandos de colipoterras montaraces, hemos tenido que huir muchas veces como geishas por arrozal. Sinceramente, se?or, estamos hartas de semejantes malentendidos; hartas de hacernos las tontas, de aguantar a cretinos e investigar a est¨²pidos. Hartas, en fin, de nuestro sueldo rid¨ªculo. Cualquier azafata de programas televisivos gana m¨¢s que nosotras. Precisamente ayer, un productor que revolote¨® a nuestro lado toda la noche como t¨¢bano en celo nos hizo una oferta tentadora. Estamos dispuestas a aceptarla si la organizaci¨®n que usted dirige no accede a un sustancioso aumento de sueldo.
2. Hemos detectado en esas terrazas la presencia abrumadora de informadores de variado pelaje. El paseo de la Castellana es un nido de esp¨ªas, confidentes, detectives privados, correveidiles,. celestinas, gigol¨®s y busconas de marido con posibles. A nadie con dos dedos de frente se le ocurre acudir all¨ª para ser pasto de la maledicencia y el chismorreo. Nos da la impresi¨®n de que todo el mundo est¨¢ al loro de lo que se ve y se oye. En definitiva, se?or, nos sentirnos espiadas en todo momento, lo cual es una redundancia bochornosa. Y as¨ª es que no se puede trabajar.
3. La mayor¨ªa de los camareros y camareras son esculturales, pero desconocen el arte de tirar la cerveza de barril con dignidad. Una cerveza muy cara, por cierto. Adem¨¢s; sirven las copas con desd¨¦n, como dando a entender ostentosamente que han venido al mundo para m¨¢s altas misiones que se concretar¨¢n en un futuro inmediato y pluscuamperfecto. Asimismo, nos hemos percatado de que gran n¨²mero de personas beben de gorra. Los famosos no s¨®lo no sueltan un duro, sino que cobran por su presencia. Los guapos y guapas tampoco aflojan la mosca, a cambio de ejercer como cebo de incautos. Estos ¨²ltimos son los ¨²nicos que pagan de verdad, salvo error u omisi¨®n.
4. Por fin, se?or, me permito la libertad de hacerle una sugerencia. Ustedes exigen belleza contundente a las mujeres esp¨ªas, pero descuidan lamentablemente la apariencia est¨¦tica de los agentes secretos masculinos. Y esto, en la Castellana, canta demasiado. Entre tanto apol¨ªneo mancebo, los esp¨ªas quedan en evidencia y a la intemperie. Casi todos los feos que pululan por estos contornos trabajan para alguna organizaci¨®n oscura.
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