Cha-cha-cha en los corrales
Gim¨¦nez / Rinc¨®n, Ponce, Barrera
Dos toros de Gim¨¦nez Indarte (cuatro rechazados en reconocimiento): 3? terciado y encastado; 5? devuelto por inv¨¢lido total. Dos de Valdemoro: 1? anovillado con genio; 5? sobrero, discreto de presencia, bravo. Tres de Jos¨¦ Ortega: 2? chico e inv¨¢lido; 4? y 6? con trap¨ªo, encastados. C¨¦sar Rinc¨®n: primer aviso en pleno trasteo, pinchazo hondo ca¨ªdo, rueda de peones -segundo aviso- y descabello (palmas y algunos pitos); estocada saliendo derribado (oreja). Enrique Ponce: bajonazo (ovaci¨®n y salida al tercio); dos pinchazos -aviso con retraso-, pinchazo, otro hondo, rueda de peones y tres descabellos (ovaci¨®n y salida al tercio). Vicente Barrera: estocada pasada, ruedas desaforadas de peones y descabello (oreja); estocada y ruedas desaforada de peones (oreja); sali¨® a hombros por la puerta grande.. Plaza de Valencia, 26 de julio. 6? corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
Hubo baile de corrales, y ser¨ªa el cha-cha-cha, porque no acababan nunca. A primera hora de la tarde, las autoridades, los veterinarios, los representantes de los toreros y de los ganaderos, a¨²n estaban meneando el solomillo y pidiendo cambio de pareja. Cuando hay cha-cha cha en los corrales, nadie quiere bailar con la m¨¢s fea, y se explica, pues suele tratarse de un barbas; el que llaman toro bravo, ese animal en el que puso el Creador todas sus complacencias y lo convirti¨® en el orgullo de los predios de Iberia.Lo que allegaron para la corrida ferial, hierro Gim¨¦nez Indarte, no deb¨ªa de guardar demasiado parecido con ese toro ib¨¦rico cuando lo rechazaron de plano los veterinarios. Y ah¨ª empez¨® el rico cha-cha-cha; suced¨¢neos de toros para dentro y para fuera; discusiones, a un lado la parte profesional, a otro la facultativa: ese no me vale por cornudo; pues a m¨ª no me vale el siguiente por mocho. Se pasaba el arroz y s¨®lo hab¨ªan aprobado dos.
Finalmente, fuera por convicci¨®n, por agotamiento porque la paella ya estaba pagada y se la iba a comer el gato, aprobaron una corrida remendada hasta en las sisas: de lo anunciado a nombre Gim¨¦nez Indarte, dos; de Jos¨¦ Ortega, tres; de Valdemoro, uno. Que a¨²n hubo de soportar nuevo remiendo, pues uno de los anunciados compareci¨® afectado de penosa invalidez y fue devuelto al corral. Le correspond¨ªa a Enrique Ponce.
Es lo que se llama una feria de lujo para una plaza de primera, haciendo honor a la m¨¢s grande figura del toreo que conocieron los tiempos y ol¨¦. Cosas muy raras est¨¢n sucediendo en la fiesta. La m¨¢s grande figura valenciana que conocieron los tiempos, un prodigio de t¨¦cnica, suma del arte -se habla de Enrique Ponce, naturalmente-, no se centr¨® con sus toros y hubo de recurrir al tremendismo para calentar a la afici¨®n.
No s¨®lo eso: la suma del arte, ¨ªdolo de la afici¨®n valenciana, aun no ha conseguido llenar la plaza. de Valencia. Lo ocurrido estos d¨ªas llena de perplejidad: despu¨¦s de salir a hombros Enrique Ponce el lunes en medio de una apoteosis, el martes apenas hubo dos tercios de entrada para verle y la enormidad de cemento que se qued¨® vac¨ªo ofend¨ªa al ojo y al sentido com¨²n; despu¨¦s de salir tambi¨¦n a hombros el martes, ayer se repiti¨®, el panorama en los tendidos. Un fen¨®meno raro este de la. figura mundial, que cobra, manda y exige, y no es capaz de llenar la plaza de toros de su tierra.
A lo mejor en su propio toreo est¨¢ la explicaci¨®n. No es que carezca de m¨¦rito; antes al contrario, saca partido a la mayor¨ªa de los toros, allega pundonor, a veces exquisitez y estilo, pero es muy superficial y desesperantemente repetitivo. Vista una faena de Enrique Ponce ya se han visto todas. En esta corrida del cha-cha-cha hizo sus faenas-tipo, mas carec¨ªan de hondura, les faltaba alma y hubo de recurrir a los rodillazos para conquistar una orejita, que luego perdi¨® al fallar con la espada.
Todo lo contrario sucedi¨® con Vicente Barrera, que puso el coraz¨®n en su toreo vertical. Excesivamente vertical, hasta el punto de que su primero, por ejemplo, se le fue sin torear en los naturales, por no cargarle la suerte. Mas lo interpret¨® ce?ido, emocionante y pulcro. Fue un revulsivo en ese toreo adocenado que se lleva; un alivio en la pl¨²mbea tarde de espesos pegapases.
Estaba entre estos C¨¦sar Rinc¨®n, torpe en la brega, crispado en las interminables faenas de muleta, una de las cuales le vali¨® una oreja porque cay¨® derribado al cobrar el estoconazo, y esos dram¨¢ticos lances siempre tienen premio. Pero no logr¨® tapar su tarde oscura: en este cha-cha-cha de la feria, se conform¨® con hacer el basil¨®n, cobrar, y a otra cosa, mariposa.
Babelia
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