"Nada es in¨²til en el arte"
Pregunta.Tanto Carlos Barral como Jaime Gil de Biedma cuentan que apareci¨® usted un d¨ªa de 1955 en Barcelona en casa del primero, durante una tertulia, y que al d¨ªa siguiente todo el mundo, con resaca, se preguntaba si ese tipo callado y serio -usted- era un agente de polic¨ªa. Luego creci¨® la amistad, y Gil de Biedma habla de usted con una admiraci¨®n bastante inusual en ¨¦l. ?C¨®mo es el regreso a los escenarios del pasado con ausencias tan duras?Respuesta. Cuando vengo a Barcelona vivo la ciudad de una manera totalmente diferente a como la viv¨ªa. Salgo muy poco y todav¨ªa voy a ver, casi siempre, a alg¨²n amigo muy especial de aquellos a?os, que es Juan Mars¨¦. Barcelona sin todos estos amigos no es lo mismo.
P. ?La edad cura estas ausencias?
R. La edad no las cura, las agrava. Uno, con el tiempo, va teniendo cada vez menos cosas, y las que se pierde se convierten en huecos todav¨ªa mayores.
P. La visi¨®n que queda de la generaci¨®n de los cincuenta es la de un grupo desolado y autodestructivo.
R. Creo que hay algo de eso y que est¨¢ justificado por la vivencia en la Espa?a tan amarga de la posguerra. Y la guerra civil, vivida en situaciones distintas, pero que tambi¨¦n dej¨® un poso de amargura en nosotros.
P. La generaci¨®n del 98 vivi¨® tambi¨¦n una situaci¨®n de vac¨ªo y no reaccion¨® con la misma angustia.
R. Yo creo que la generaci¨®n del 98, a pesar de todo lo que se puede decir de la Espa?a de su ¨¦poca, ten¨ªa un ¨¢mbito operativo m¨¢s real y amplio que el que tuvimos. Nosotros tuvimos una Espa?a muy represora y muy negra. La Espa?a del 98 era m¨¢s abierta y m¨¢s liberal. La angustia de los cincuenta es tener un horizonte muy cerrado, no poder hacer proyectos, y no s¨®lo por la censura literaria, sino por la censura de la vida en general.
P. En su caso, su primer libro de poemas, ?spero mundo, muestra una tristeza desoladora, que luego usted cura en su poes¨ªa con la iron¨ªa. Pero entre sus ¨²ltimos poemas hay uno tremendo, Canci¨®n triste de amigo, que hace pensar que la angustia del principio no se ha resuelto.
R. No, no se ha resuelto, no. Por otros motivos, pero la angustia reaparece con la edad. Ese poema en concreto est¨¢ escrito despu¨¦s de una conversaci¨®n muy amarga con Jaime Gil de Biedma. Amarga no s¨®lo en el sentido del pasado, sino tambi¨¦n por reflexiones referidas a la ve jez y al acabamiento del tiempo.
P. La poes¨ªa de la experiencia es uno de los rasgos del grupo y usted es uno de los poetas m¨¢s fieles a esa forma de poes¨ªa, que enfrenta al hombre con la dicotom¨ªa vida-poes¨ªa. ?C¨®mo se vive esta dualidad?
R. Hay que ser muy consciente de que todo poema surge de otro poema. La poes¨ªa es el resultado de una serie de lecturas y aproximaciones a la poes¨ªa. Pero eso no quiere decir que la poes¨ªa se refiera solamente a la poes¨ªa y olvide la vida, no. Me parece que era Rilke quien dec¨ªa que para escribir un poema hay que ver muchos pa¨ªses y conocer muchas gentes. De forma que un poeta, poet¨ªsimo, como Rilke reconoce la importancia de la experiencia para escribir un verso.
P. Y la iron¨ªa ?es un mecanismo de defensa del hombre o una necesidad po¨¦tica?
R. La iron¨ªa, en principio, puede venir justificada por la censura, era una manera de tratar de burlarla. Pero en mi caso acab¨® siendo algo m¨¢s. M¨¢s que un medio es el contenido de mi poes¨ªa. Es una expresi¨®n de escepticismo que permite decir que las cosas son y no son a la vez, que permite huir de las afirmaciones muy tajantes y definitivas.
P. Y en ese recurrir a la iron¨ªa, ?no hay una renuncia a la capacidad del poeta de definir el mundo?
R. O un reconocimiento de la incapacidad del poeta para definir el mundo en t¨¦rminos tajantes.
P. Esa actitud, ?no puede llevar a la esterilidad?
R. Tal vez, llevado al extremo, uno tendr¨ªa que renunciara escribir, pero con convicci¨®n uno puede definir la absoluta ambig¨¹edad de la vida y del mundo.
P. ?En qu¨¦ situaci¨®n se coloca el poeta de los 50 cuando hace poes¨ªa social?
R. La idea de Celaya de cambiar el mundo era un aforismo, nadie se lo cre¨ªa, ni siquiera ¨¦l. Era una manera de hablar. Pese a ello vimos con dolor -despu¨¦s de unos a?os en los que tuvimos la esperanza de que la poes¨ªa de compromiso pod¨ªa incidir de alguna manera en la sociedad- el fracaso de todo ello, y pasamos a una etapa de escepticismo con respecto al valor de la palabra. Pero luego yo he pensado que nada es in¨²til en el arte. El arte nos ense?a a ver el mundo de determinada manera, y ese mostrarnos el mundo desde un punto de vista con el que, no cont¨¢bamos es una manera de transformarlo.
P. El compromiso de los poetas de su grupo surge en un momento pol¨ªtico muy concreto. ?El poeta, sin embargo, puede renunciar al compromiso?
R. El poeta no puede renunciar al compromiso. Lo que ocurre es que la poes¨ªa se mueve tambi¨¦n por la presi¨®n de lo que es puramente literario, y las corrientes y las modas empujan y canalizan la poes¨ªa por caminos muy diversos. Hay suficientes motivos en el mundo para manifestar preocupaci¨®n y compromiso, pero parece que la poes¨ªa es incapaz en este momento de recoger estas preocupaciones.
P. ?Realmente las noches eran tan canallas y tan divertidas?
R. Canallas no lo s¨¦, muy alcoh¨®licas s¨ª lo eran.
P. Y necesarias.
R. S¨ª, las noches son necesarias, porque tienen algo, sobre todo llevadas hasta sus l¨ªmites m¨¢s extremos, de transgresor. Era una forma de huir de aquella Espa?a mon¨®tona, triste y opresora. Por la noche suced¨ªan cosas m¨¢gicas y de vez en cuando el milagro, y hab¨ªa que buscarlo.
P. ?Suced¨ªa el milagro?
R. A veces suced¨ªan cosas extraordinarias, pero no siempre. Lo ¨²nico que suced¨ªa era la resaca del d¨ªa siguiente, eso seguro. Pero a veces, suced¨ªan cosas extraordinarias.
P. ?Qui¨¦n era el m¨¢s golfo?
R. Entre los m¨¢s alcoh¨®licos est¨¢bamos Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, Juan Garc¨ªa Hortelano, Caballero Bonald y yo con ellos.
P. Preguntaba por el m¨¢s golfo.
R. El m¨¢s golfo quiz¨¢ fuera Jaime.
P. ?Sigue escribiendo?
R. Escribo muy poco, y con mucha m¨¢s inseguridad que nunca. Tengo un grupo de poemas, que a veces veo con mucha ilusi¨®n y a veces con decepci¨®n. Entre la ilusi¨®n y la decepci¨®n los poemas est¨¢n ah¨ª sin publicar.
P. ?Por qu¨¦ inseguridad?
R. No lo s¨¦. Tal vez porque los poemas son peores y en lugar de inseguridad es buen criterio cr¨ªtico.
P. ?Son desoladores?
R. S¨ª. Tienden a la desolaci¨®n. Tal vez tambi¨¦n me molesta eso.
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