Matador por 1.000 pesetas
Canguro, Isi y El Pampi, agraciados en la rifa de las suertes de una becerrada
El Escorial Al protagonista de la novela Sangre y arena que recorri¨® Espa?a de plaza en plaza echando embustes y col¨¢ndose en las dehesas para aprender a torear le hubiese gustado conocer la becerrada de las Fiestas de Mozos, Casados y Viudos de El Escorial. All¨ª, uno puede ser matador por mil pesetas, las que cuesta la papeleta para la rifa de las suertes.Una comisi¨®n de vecinos -que este a?o estaba formada por 27 escurialenses, todos hombres- organiza cada a?o las fiestas. Para ayudar a financiarlas sacan a la venta los recibos, unas papeletas que dan derecho a entrar al f¨²tbol y a los toros y la posibilidad de ganar un viaje a Palma de Mallorca para dos personas o un puesto en alguna de lastres, cuadrillas de la becerrada.
Las suertes se introducen en un c¨¢ntaro; los n¨²meros, en otro, y 15, d¨ªas antes del evento se sortea en la plaza de El Escorial qui¨¦n ser¨¢ el matador, qui¨¦n el sobresaliente o qui¨¦n el alguacilillo. Los premios gordos, los de matador, tocaron este a?o a dos mujeres de mediana edad, Petra y Rita, que delegaron en otros, y en Alfonso G¨®mez, Canguro, que lidi¨® al primer a?ojo de la tarde.
"Buscarlo no lo iba a buscar, pero me dije que si me tocaba sal¨ªa, y con ¨¦sta, la octava vez que hago de matador, me cortaba la coleta porque ya me falta fondo fisico", explicaba Canguro, un escurialense de 48 a?os
En el patio de caballos nadie parec¨ªa nervioso. Las presidentas, t¨ªtulo equivalente al de reina de las fiestas, llegaron en una calesa tirada por cuatro caballos enjaezados para inaugurar la plaza. Pero se parti¨® un eje y las tres chicas tuvieron que hacer el pase¨ªllo montadas en un descapotable rojo, con un mant¨®n de Manila desplegado sobre el maletero.
Luego sali¨® Canguro, que "le hubiese regalado la suerte de mil amores a alg¨²n chaval que desee ser torero si me lo hubiese pedido", y que termin¨® r¨¢pido con el becerro.
El segundo matador, Isidoro Redondo, Isi, de 20 a?os, camarero, tambi¨¦n ten¨ªa tablas. Dos a?os en la Escuela de Tauromaquia de Madrid, dos horas diarias de entrenamiento llueva o truene y tres corridas en esta feria. Se hab¨ªa entrenado con cuidado, practicando el toreo de sal¨®n con su sobresaliente. Se luci¨®, pero el becerro le dio dos revolcones.
Al lado del padre de Isidoro, Jos¨¦ Francisco Lobo, El Pampi, se prepara para salir. Nunca ha toreado en una plaza, s¨®lo en tentaderos, y est¨¢ nervioso. "Miedo no, pero s¨ª un poco de respeto", comentaba. A El Pampi, 22 a?os y dependiente de un supermercado le cost¨® matar al becerro y pinch¨® seis veces en hueso.
Los tres matadores salieron a hombros de la plaza y se llevaron las dos orejas y el rabo.
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