'Clemente' Obiang
UNA DE las formas mas perversas de ejercer -o de fabricar- la clemencia consiste. en basarla, primero, en la injusticia y, m¨¢s tarde , en el cinismo. ?se es el caso de Teodoro Obiang, dictador de Guinea Ecuatorial, que acaba de indultar al virtual l¨ªder de la oposici¨®n democr¨¢tica, Severo Moto, condenado el 24 de abril pasado a 28 a?os, de c¨¢rcel. La injusticia radica en la fabricaci¨®n de acusaciones absurdas como la de que Moto preparaba un golpe de Estado y las nulas garant¨ªas con las que se desarroll¨® el proceso, el cinismo o, a¨²n mejor, el chantaje se derivan de la forma, con que se procede ahora a la excarcelaci¨®n: haciendo como que se concede la libertad del jefe del Partido del Progreso al presidente franc¨¦s, Jacques Chirac, quien intercedi¨® recientemente por el detenido en nombre del Gobierno espa?olC¨®mo tantas otras veces, el presidente-dictador pretende con todo ello crear ocasiones para rentabilizar su magnanimidad. Primero inventa una acusaci¨®n, encarcela a quien le place, y luego pretende que Espa?a pague porque se ha atendido a sus peticiones de clemencia. Con el detalle a?adido de esperar a que Francia haga valer sus buenos oficios para recordar a Madrid que Malabo no carece de opciones exteriores.
El que todo lo dicho sea meridianamente claro en lo que respecta al pasado no, significa que no pueda haber elementos de novedad en la libertad de Mot¨® y de los otros condenados. Ob¨ªang, que se dirigi¨® el mi¨¦rcoles al pa¨ªs por televisi¨®n para anunciar la medida,a?adi¨® que Moto y, por extensi¨®n, toda la opcisici¨®n democr¨¢tica eran libres de concurrir a las elecciones municipales previstas para el pr¨®ximo 17 de septiembre y a las legislativas de 1996. Mostr¨® una moderaci¨®n en el lenguaje que hace pensar que la situaci¨®n econ¨®mica cr¨ªtica que vive el pa¨ªs y el aislamiento internacional de Guinea le fuerzan al menos a cambios de actitud.
Ser¨ªa una ingenuidad pensar en una s¨²bita Conversi¨®n a la democracia de un gobernante que durante sus 16 a?os de mandato, desde que derrocara a su t¨ªo Francisco Mac¨ªas, ha dado abundant¨ªsimas muestras del poco respet¨® que guarda a las normas m¨ªnimas de un Estado de derecho. Ya ha dibujado jerogl¨ªficos en el aire en otras ocasiones para convencer al mundo que se rend¨ªa a la inevitabilidad de la democracia. Pero su. actual debilidad invita esta vez, a un prudent¨ªsimo optimismo.
La pol¨ªtica de Madrid ha de ser ahora de cierta condescendencia precavida. Mantener o aumentar si hubiera bases para ello, la ayuda, limit¨¢ndola a lo puramente humanitario -educaci¨®n, salud-; estudiar, con la pars¨ªmon¨ªa que la experiencia aconseja, la cooperaci¨®n pol¨ªtica, y asegurarse con Francia, y Estados Unidos de que existe una visi¨®n com¨²n del problema guineano,
En las pr¨®ximas semanas sabremos que valen las promesas de reconciliaci¨®n nacional y democrac¨ªa con la celebraci¨®n de las elecciones locales. un cambio de curso, siempre que sea real, debe contar con el apoyo de Espa?a.
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