Muere el sol junto a Palacio
Arte egipcio y pinchos de tortilla para terminar la jornada
Cuatro camareros con chaqueta blanca y pantal¨®n negro (m¨¢s el supervisor, que se distingue por no llevar chaqueta y por su mirada vi gilante) echan el ¨²ltimo vistazo a las existencias de cerveza y horchata, platos y vasos, ubicadas en puntos estrat¨¦gicos de la terraza de El Ventorrillo. Fuman el ¨²ltimo cigarrillo y atienden a los clientes sin prisa alguna. Son las 20.30 de un d¨ªa cualquiera en Las Vistillas. A¨²n est¨¢n libres muchas mesas. El tr¨¢fico en la vecina calle Bail¨¦n ha disminuido. S¨®lo env¨ªa un murmullo discreto, que se mezcla con las voces.La hora punta llega media hora m¨¢s tarde, con la puesta del sol. Las mesas alineadas en la bajada al parque de las Vistillas son ahora las m¨¢s solicitadas. Una pareja joven propone a una se?ora mayor de pelo cardado cambiarse de sitio, porque a ellos les gusta el panorama ¨²nico del atardecer en la Casa de Campo que se tiene desde all¨ª. "Si se quieren sentar conmigo, con mucho gusto. Pero ahora mismo no quiero levantarme", contesta la mujer, que est¨¢ sola. Ellos no aceptan.
El cielo se pinta de rojo-morado-naranja y en la terraza sopla un aire agradable. Los camareros apenas han aumentado su velocidad de trabajo, pero la gente no tiene prisa. Tarde o temprano tendr¨¢n su vinito, refresco o cerveza, su tortilla, conejo o ensalada mientras gozan del ambiente pac¨ªfico debajo de los ¨¢rboles. Este sitio no pasa de moda. Va gente muy diversa, de todas las edades, vecinos del barrio y parejas que recorren media ciudad para contemplar el crep¨²sculo, con traje impecable o bien chanclas y pantal¨®n cort¨®. Vienen despu¨¦s del trabajo o antes de conquistar la noche, como Lars y Martin, dos estudiantes daneses, de 26 a?os. "Hace tres horas que llegamos del aeropuerto de Barajas", cuenta Lars. Se quedan tres d¨ªas en Madrid y no pueden permitirse el lujo de dormir la siesta. Do?a Lourdes y do?a Carmen, dos cantantes que aparentan 10 a?os menos de los que confiesan (59), se han encontrado en la terraza para hablar de otros tiempos. "Mi infancia la he vivido aqu¨ª", dice Carmen, "por eso me gusta venir".La vista complementaria se tiene desde el otro lado del Palacio Real, en el parque del templo de Debod. Tambi¨¦n es un sitio privilegiado para los atardeceres. El templo egipcio, que fue trasladado pieza a pieza a este lugar cuando se construy¨® la presa de Asu¨¢n, sirve de decorado en esta pen¨ªnsula de tranquilidad. En verano, el templo cierra sus puertas a las 15.00 (s¨¢bado y domingo hasta las 13.00).
El panorama que ofrece el parque se extiende desde el Palacio Real, la catedral de la Almudena, la iglesia de San Francisco el Grande y el perfil de los barrios del suroeste de la ciudad, hasta la Casa de Campo. En d¨ªas con poca calima, se pueden contar los picos de la sierra de Guadarrama. Turistas y madrile?os, con o sin perrito, pasean por el parque, y dan la espalda a los agobios de la ciudad. Aqu¨ª la gente viene para no hacer nada, o, si acaso, para charlar un rato o leer algo. No hay ni chiringuito ni carrito de helados. Pero s¨ª hay prism¨¢ticos, que agrandan el paisaje por 20 duros. Antonia y Ana, de 81 y 78 a?os, son de las visitantes m¨¢s fieles. Vienen todos los d¨ªas, a la hora del atardecer, desde el barrio de Malasa?a. "Es el ¨²nico sitio donde se est¨¢ a gusto con este calor", seg¨²n Antonia. "Antes, baj¨¢bamos tambi¨¦n al parque del Oeste", a?ade. Ana, "pero ahora es demasiado lejos". A las 22.00, cuando la oscuridad ocupa bancos y senderos, ya no se sienten seguras, y vuelven a casa. Los turistas tambi¨¦n parten, Llega la hora de los enamorados. Las parejas se aplastan en los bancos, como si fueran sillas estrech¨ªsimas.Las Vistillas. Calle de la Morer¨ªa esquina Bail¨¦n (metro ?pera). Bar El Ventorrillo: cerveza, 300; conejo al ajillo, 2.400.; pisto manchego, 1.000; Horario: de 11.00 a 2.00. Viernes y s¨¢bados hasta las 3.00. Templo de Debod. Paseo del Pintor Rosales, esquina plaza Marqu¨¦s de Cerralbo. (metro Ventura Rodr¨ªguez).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.