Jap¨®n pide perd¨®n por sus atrocidades en la guerra
En el 50? aniversario del fin de la contienda mundial, Tokio reconoce su agresi¨®n, pero descarta compensaciones
Jap¨®n marc¨® el 50? aniversario del fin de la II Guerra Mundial con una sobria ceremonia en la que el primer ministro, el socialista Tomiichi Murayama, pidi¨® perd¨®n "por una pol¨ªtica nacional equivocada" que condujo a un "colonialismo y una agresi¨®n que causaron un sufrimiento y un da?o tremendos a los habitantes de muchos pa¨ªses, particularmente en Asia". En otro breve discurso, el emperador desprovisto del car¨¢cter divino que perdi¨® su padre -Hirohito- aquel 15 de agosto de 1945, en que anunci¨® la rendici¨®n incondicional del Imperio del Sol Naciente, expres¨® su "pena por las numerosas personas que perdieron su preciosa vida en la ¨²ltima guerra". Ante el enorme altar recubierto de crisantemos amarillos y blancos, levantado en un pabell¨®n deportivo, Murayama, Akihito, de 61 a?os, y su esposa, Michiko, guardaron, junto con los 8.000 oficiales y ex combatientes presentes, un minuto de silencio.
"Ahora que Jap¨®n disfruta de la paz y la abundancia... debemos transmitir a las j¨®venes generaciones los horrores de la guerra para que no se vuelvan a repetir los errores de nuestra historia", a?adi¨® Murayama, en la declaraci¨®n m¨¢s contundente realizada por un jefe de Gobierno sobre la responsabilidad de Jap¨®n en la guerra. Sin embargo, el hecho de no poner en tela de juicio la figura del emperador revela hasta qu¨¦ punto Tokio tiene graves problemas para exorcizar su pasado y liberarse de la manipulaci¨®n pol¨ªtica, la mala fe y el olvido reinantes a lo largo del monopolio del poder ejercido por los conservadores entre 1955 y 1993.A escasa distancia de las expresiones de "profundo pesar", en el santuario shinto¨ªsta de Yasukuni, miles de ex combatientes llegados de todo el pa¨ªs, entre ellos 10 ministros conservadores de los 20 del Gabinete de coalici¨®n de Murayama, acud¨ªan a honrar a los "h¨¦roes" ca¨ªdos. Pero en Yasukuni, considerado el centro m¨¢s relevante del nacionalismo japon¨¦s, se encuentran tambi¨¦n los restos de 1.068 condenados a muerte como criminales de guerra en el proceso de Tokio, organizado por EE UU. Entre ellos, el general Hideki Tojo, primer ministro de Jap¨®n en el invierno de 1941, cuando se decidi¨® el ataque a Pearl Harbour, ahorcado por los norteamericanos el 28 de diciembre de 1948, y cuyas cenizas se transfirieron a este santuario en 1978. Muchos de los que aqu¨ª vienen no ven motivo alguno por el que pedir disculpas al mundo.
China, precisamente, al considerar ayer el "arrepentimiento del Gobierno japon¨¦s como un gesto positivo", hizo hincapi¨¦ en que "en la sociedad japonesa y en los c¨ªrculos pol¨ªticos a¨²n hay gente incapaz" de reconocer una agresi¨®n hist¨®rica.
35 millones de chinos
El presidente de la Rep¨²blica Popular China, Jiang Zemin, acudi¨® con los tres generales de m¨¢s alta graduaci¨®n -Liu Huaqing, Zheng Zhen y el ministro de Defensa, Chi Haotian- al puente de Marco Polo, en las afueras de Pek¨ªn. Por all¨ª penetraron el 7 de julio de 1937 las primeras fuerzas japonesas que invadieron China, procedentes de la norte?a regi¨®n de Manchuria, que ya ocupaban desde 1927. Seg¨²n Pek¨ªn, 35 millones resultaron muertos o heridos en los ocho a?os de guerra antijaponesa.. El nuevo ministro de Defensa japon¨¦s, Seishiro Eto, confirm¨® ayer que se reunir¨¢ con su hom¨®logo estadounidense, William Perry, en Hawai (EE UU), para conmemorar el 500 aniversario de la firma de la rendici¨®n. El armisticio lo transmiti¨® por radio Hirohito -muchos se suicidaron ante el Palacio Imperial, pero la mayor¨ªa se alivi¨® por el fin de unas guerras en las que perdieron la vida tres millones de japoneses-, pero el documento de rendici¨®n se firm¨® el 2 de septiembre a bordo del portaaviones Missouri en la bah¨ªa de Tokio ante el general Douglas McArthur, que dirigi¨® la posterior ocupaci¨®n estadounidense de Jap¨®n. Una ocupaci¨®n menos preocupada por democratizar Jap¨®n que por tener una base en Asia de su pol¨ªtica anticomunista y que promovi¨® la idea de una culpabilidad colectiva para poder absolver al emperador y liberar a los criminales de guerra.
"Nosotros s¨®lo estaremos verdaderamente liberados cuando todos los ciudadanos del Sur y del Norte construyamos un Estado unificado, que disfrute de libertad y prosperidad", declar¨® el presidente surcorano, Kim Young Sam, al celebrar el fin de 35 a?os de yugo japon¨¦s. Tras la liberaci¨®n, las tropas aliadas impusieron la divisi¨®n de la pen¨ªnsula coreana en un Norte comunista y un Sur capitalista. Kim Sun Myong, el preso de conciencia m¨¢s antiguo del mundo, se benefici¨® ayer de la anmist¨ªa dictada por el presidente Kim para 3.000 reclusos y asegur¨® a su salida de la c¨¢rcel que en estos 44 a?os ha tenido que soportar numerosas torturas por mantenerse firme a su ideolog¨ªa comunista.
Mientras el presidente asist¨ªa al derrumbamiento oficial del edificio de granito construido por los invasores japoneses para sede de su Gobierno en el centro del principal palacio de la dinast¨ªa coreana Yi, depuesta por Jap¨®n en 1910, al menos 10.000 estudiantes surcoreanos, armados con barras de hierro, se enfrentaron durante cinco horas a cerca de 17.000 agentes policiales que con gases lacrim¨®genos les impidieron avanzar hacia Panmunjom, la ciudad fronteriza con el Norte. Los estudiantes, exig¨ªan la reunificaci¨®n de la pen¨ªnsula.
El presidente de Filipinas y el primer ministro de Australia se congratularon tambi¨¦n de la excusas presentadas por Tokio. Sin embargo, miles de filipinas, coreanas, chinas y holandesas que fueron utilizadas como "esclavas sexuales" exigieron "hechos y no palabras" por las aberraciones sufridas. Las llamadas mujeres de confort -entre 100.000 y 200.000- exigen una compensaci¨®n econ¨®mica al Gobierno japon¨¦s. En parecidos t¨¦rminos se expresaron los veteranos de guerra del Reino Unido, Australia, Hong Kong, Tailandia y Birmania. Murayama, sin embargo, dej¨® claro que Jap¨®n no piensa destinarles un s¨®lo yen. "Todas las demandas de compensaci¨®n fueron determinadas por el Tratado de Paz de San Francisco y otros tratados bilaterales", dijo.
El ¨²nico pa¨ªs invadido por Jap¨®n (1942-45) que no celebra su liberaci¨®n es Indonesia, porque Tokio expuls¨® a los "colonialistas holandeses".
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