El Machado no t¨®pico
No s¨¦ si ha pasado ya o si todav¨ªa dura el tiempo en que tantos espa?oles cre¨ªan que para acreditar su progresismo era necesaria la repetici¨®n de alg¨²n t¨®pico machadiano: "se hace camino al andar", "espa?olito que vienes", "logr¨¦ arranc¨¢rmela un d¨ªa", "la verdad es la verdad", etc¨¦tera. En cambio no creo que se haya hecho t¨®pica la letra -y bajo ella el sentir- de los dos endecas¨ªlabos de Antonio Machado que m¨¢s expl¨ªcita y vehementemente proclamaron su fe y su esperanza en el porvenir de su patria:"Hombres de Espa?a, ni el pasado ha muerto, / ni est¨¢ el ma?ana -ni el ayer- escrito".
El pasado no ha muerto; pese a los malos historiadores, el pasado no est¨¢ definitivamente escrito. ?A qu¨¦ pasado se refer¨ªa el poeta? No, por supuesto, al que hab¨ªa dado lugar a la fracci¨®n "vieja y tahur, zaragatera y triste" de la Espa?a que sus ojos estaban viendo, esa que se actualizaba en"el hombre de casino provinciano / que vio a Carancha recibir un d¨ªa" y en el caballero Don Guido, sino al que se hizo vida creadora en lo mejor de nuestra historia, y luego no supo ser algo de lo que pod¨ªa y deb¨ªa dar de s¨ª. Me pregunto: entre quienes pol¨ªtica y socialmente rigen hoy a Espa?a, ?cu¨¢ntos son los que piensan y dicen que el pasado no ha muerto, que no est¨¢ definitivamente escrito, y que se puede reescribir con el prop¨®sito de actualizar lo mejor de ¨¦l y hacer en nuestro presente lo que anta?o no se hizo? Echo la vista en torno y -salvo los de mi gremio y pocos m¨¢s- s¨®lo veo espa?oles entregados al goce o a la desaz¨®n del presente, y s¨®lo memoriosos del pasado m¨¢s pr¨®ximo para denostarlo o para a?orarlo. Si el pasado transcurrido desde que naci¨® Espa?a ha muerto o no, si puede o no puede ser escrito de nuevo para mejor continuarlo, ?a cu¨¢ntos importa? Pobre, ingenuo Antonio Machado.
El poeta nos dice, por otra parte, que el ma?ana no est¨¢ escrito. Pocos ser¨¢n los que nieguen tan paladina verdad. S¨®lo so?adores del poder militar, como Napole¨®n, pudieron pensar que Europa y el mundo iban a ser lo que predec¨ªan sus planes. S¨®lo so?adores de la raz¨®n, como Marx y Lenin, han podido esperar que la historia de la humanidad hab¨ªa de caminar hacia la meta que su mente predec¨ªa. S¨®lo so?adores de la sinraz¨®n, como Hitler, han osado prometer a su pueblo la perduraci¨®n milenaria de su ocasional dominio. Pero el hecho de que el ma?ana no est¨¦ y no pueda estar escrito, porque el azar, la libertad y el mal c¨¢lculo son partes integrales del destino de los hombres y los pueblos, en modo alguno excluye el deber de planearlo ilusionada y razonablemente seg¨²n lo que entre lo posible parezca mejor. Napole¨®n, Marx, Lenin y Hitler planearon el futuro seg¨²n lo que, cada uno a su modo, ellos ve¨ªan como lo mejor, por tanto ilusionadamente; no lo hicieron, en cambio, razonablemente, porque dieron por humana e hist¨®ricamente posible lo que ni hist¨®rica ni humanamente lo era. Pero planear, con Ortega, una Espa?a, en buena salud, bien vertebrada y en pie", un pa¨ªs regido por la libertad, la decencia, la inteligencia y la eficacia, y por a?adidura fiel a lo mejor de su pasado, era y es empresa perfectamente razonable, no enso?aci¨®n visionaria de la raz¨®n -"sue?o de la raz¨®n", dir¨ªa Goya- o proyecci¨®n jactanciosa de la autocomplacencia. Eso s¨ª, con una condici¨®n: que las minor¨ªas dirigentes de Espa?a y, por su influencia, la mayor parte de los espa?oles de a pie, hiciesen suya la ilusi¨®n de moverse hacia esa posible y razonable meta.
Nueva interrogaci¨®n: entre los espa?oles que pol¨ªtica y socialmente rigen hoy los destinos de Espa?a, ?cu¨¢ntos son los que expl¨ªcita y responsablemente se preguntan por lo que dentro de medio siglo puede ser este pa¨ªs, si desde hoy mismo hacemos o no hacemos los espa?oles lo que debemos hacer? Con otras palabras: entre los espa?oles no disgregadores, ellos s¨ª saben y dicen lo que quieren, ?cu¨¢ntos hay que vayan m¨¢s all¨¢ de continuar con lo que es su presente, porque lo encuentran grato, o de echar pestes sobre ¨¦l, si por una raz¨®n o por otra les revienta? S¨®lo esto puedo responder: menos, mucho menos, no de lo que yo quisiera, que esto no pasa de ser cosa m¨ªa, sino de lo que Espa?a real y urgentemente necesita.
Si yo tuviera dos cosas que no tengo, capacidad para la convocatoria Y talento organizador, promover¨ªa la constituci¨®n de una Asociaci¨®n de Preocupados por el Porvenir de Espa?a, con tres mandamientos institucionales: ponerse de acuerdo en cuanto a lo que Espa?a puede y debe ser, proclamar oportuna e importunamente lo que de ese acuerdo resultase y cumplir, cada uno en su propia vida, lo que de ella pidan tal posibilidad y tal deber. Aunque mis a?os son los que son, no pierdo la esperanza de o¨ªr, surgentes entre el Bidasoa y el Teide, las voces que el menester de Espa?a tanto est¨¢ necesitando.
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