Angola empieza a respirar entre ruinas
La desmovilizaci¨®n de miles de combatientes y la desconfianza lastran el futuro de la ex colonia portuguesa
Volver a Angola, meses despu¨¦s de la firma del protocolo de paz de Lusaka, es como visitar a un amigo enfermo con la ansiedad de descubrir sobre su rostro las marcas de la progresi¨®n del mal o las primeras se?ales de mejor¨ªa. ?Ser¨¢ verdad que la paz lleg¨® finalmente? En este pa¨ªs en guerra desde hace 34 a?os y donde el 50% de la poblaci¨®n tiene menos de 25 a?os pocos saben lo que es la paz."La guerra acab¨®", dicen los entendidos. Lo dice el primer embajador de Estados Unidos, Edmund De Jarnette. Lo repite el representante del secretario general de las Naciones Unidas, el maliano Alioune Blondin Beye, que no quiere o¨ªr cr¨ªticas ni comentarios pesimistas: "Las armas callaron. El alto el fuego se mantiene en vigor desde noviembre y no ha sido violado pese a los m¨²ltiples incidentes. Y dejaron de morir 1.000 personas por d¨ªa como acontec¨ªa el verano pasado. ?Le parece poco?". Lo dijo sobre todo e l¨ªder de la Uni¨®n Nacional para la Independencia Total de ?ngola (UNITA), Jonas Savimbi.
Sin embargo, el presidente del pa¨ªs, Jos¨¦ Eduardo dos Santos, se quej¨® ante el secretario general de la ONU, Butros Gali, que visit¨® Angola el pasado julio, de los retrasos acumulados en el despliegue de los cerca de 8.000 cascos azules de la UNAVEM III y el subsiguiente acuartelamiento y desarme de los guerrilleros, lo que puede "hacer renacer la desconfianza y echar a perder todo el trabajo realizado hasta ahora".
Desconfianza es la palabra clave para hablar de Angola, uno de los conflictos m¨¢s largos y mort¨ªferos de la segunda mitad de nuestro siglo y, sin embargo, muy poco medi¨¢tico, sin sex appeal, seg¨²n el embajador de Espa?a. El gubernamental Movimiento Popular para la Liberaci¨®n de Angola (MPLA) y la UNITA desconf¨ªan el uno de la otra, el pueblo desconf¨ªa de ambos y la comunidad intemacional, pese al prudente optimismo oficial, parece haber hecho suyas las palabras del apostol Tom¨¢s: "Ver para creer".
Y todo lo que se ve en Angola est¨¢ lejos de inspirar confianza. Pr¨¢cticamente todas las ciudades del interior del pa¨ªs exhiben hoy las marcas de la violencia de la ¨²ltima guerra -la que estall¨® despu¨¦s de las elecciones de septiembre de 1993 cuando la UNITA se neg¨® a aceptar una derrota que contrariaba todas las previsiones, suyas y de la mayor¨ªa de los analistas occidentales, que el propio Savimbi considera "la m¨¢s est¨²pida".
El aeropuerto de Huambo -la Sarajevo africana- es un cementerio de helic¨®pteros y veh¨ªculos militares calcinados y por todos los barrios y calles de la antigua capital del Planalto se suceden los edificios desventrados, las paredes calcinadas, las fachadas y los tejados remendados con cart¨®n o pl¨¢sticos, los cr¨¢teres de las bombas. Soyo es una ciudad fantasma sembrada de estructuras retorcidas por el fuego, dep¨®sitos reventados e instalaciones saqueadas. Uige parece a primera vista casi intacta, entre colinas rojas y verdes y plantaciones de caf¨¦ y bananeras, pero es una ilusi¨®n que r¨¢pidamente se disipa a la vista de las fachadas acribilladas, de las puertas y ventanas arrancadas. Cuito est¨¢ peor.
Las informaciones acerca de la situaci¨®n en las zonas controladas por la guerrilla son escasas, por no decir inexistentes. El acceso es rigurosamente limitado a los periodistas cooptados y los funcionarios de la ONU y de las Organizaciones No Gubernamentales observan con rigor la ley del silencio. Las autoridades gubernamentales de Uige hablan de prisiones, raptos y asesinatos perpetrados por los hombres del general Dembo, que tiene Negage y su base a¨¦rea, la m¨¢s importante del norte y v¨ªa de reabastecimiento de la UNITA; del permanente vaiv¨¦n de aviones que llegan cargados de v¨ªveres y armas y vuelven al Zaire con caf¨¦ y diamantes, pero es imposible conseguir una confirmaci¨®n o un desmentido de fuente independiente. Las ONG se limitan a decir que del lado de la UNITA existen mayores ¨ªndices de desnutrici¨®n y que la gente anda peor vestida y descalza.El pa¨ªs sigue dividido. La culpa, naturalmente, la tienen "los otros" que no renunciaron a¨²n a la "mentalidad de partido ¨²nico" que quieren eliminar a la UNITA. Huelga decir que los militares gubernamentales tienen un discurso id¨¦ntico, pero diametralmente opuesto... Son, dicen, los militares rebeldes que quieren tomar venganza de las derrotas sufridas.
En causa est¨¢ la incorporaci¨®n de todos los efectivos de la UNITA (62.000 seg¨²n sus negociadores) en las Fuerzas Armadas Angole?as, soluci¨®n aceptada de com¨²n acuerdo en Lusaka para poder proceder a una desmovilizaci¨®n progresiva y proporcionar un sueldo, un techo, alimentaci¨®n regular y una formaci¨®n profesional a los ex combatientes.
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