Milagros de un hechicero vasco en Angola
Josechu Mart¨ªnez Irueta naci¨® en Besain, Guip¨²zcoa, y es misionero seglar ("o sea, no cura"). Ilusionista, director de escena y enfermero, es conocido en Angola como hechicero, "o feiticeiro de Cazenga". Cazenga es el barrio de casi 250.000 almas en el que Josechu, junto a dos hermanos tambi¨¦n vascos, Luis Mar¨ªa y Carlos P¨¦rez de Onrai, alaveses de Gauna, ambos sacerdotes diocesanos ("o sea, curas de pueblo"), han creado una peque?a isla de milagro.Los tres han pasado ya los 60 a?os y han dedicado casi la mitad de su vida a Angola. En Cazenga, uno de los barrios m¨¢s miserables de Luanda, les conocen bien: por curas, porque reparten comida, sanan a los enfermos y ense?an a buscarse la vida decentemente. La misi¨®n es un espejismo en medio de una extensi¨®n infinita de chabolas, avenidas de tierra suelta y pegajosa, vendedores arracimados en puestecillos de escu¨¢lida mercanc¨ªa, casuchas que se sostienen como por una licencia de la gravedad, prostitutas y bares oscuros como llagas.
Pero al cura y a Josechu les conocen sobre todo porque se encargan de varios centros parroquiales, en una vecindad con radio de varios kil¨®metros. A su sombra respiran otros ver¨ªdicos milagros civiles, como el de la Quinta Avenida, de nombre pomposo en la maltrecha calle de la que toma su nombre: un barrizal atravesado por mil veh¨ªculos y una humanidad que, como en toda ?frica, siempre se mueve hacia qui¨¦n sabe d¨®nde.
Un terreno pulcro, vallado, con teatro, dispensario, comunidad de monjas, escuela y frondoso imbondeiro (baobad. Las clases de cocina y costura son las m¨¢s concurridas. Los de electricidad han ido a hacer pr¨¢cticas. Los de dactilografia est¨¢n a la m¨¢quina.
El Gobierno vasco, Manos Unidas, el Ayuntamiento de Vitoria y la Diputaci¨®n de ?lava contribuyen a mantener esta inesperada Quinta Avenida en la dif¨ªcil paz de Angola. "La idea", dice Luis Mar¨ªa, "es que el Gobierno angole?o se encargue de ello y de pagar a los profesores".
A Josechu, o feiticeiro, le conocen en todo el pa¨ªs porque lo ha recorrido en buena parte haciendo magia. Una vez ret¨® por la Radio Nacional angole?a a todos los feiticeiros a que le hicieran un maleficio, para demostrar que no ten¨ªan poder sobre los otros. A¨²n acuden paisanos a verle para comprobar que sigue indemne. Pero ya han encontrado una explicaci¨®n: "O feiti?o negro nao fai mal ao branco" ("El hechizo negro no hace mal al blanco"). "Antes era el mejor mago de Angola, porque era el ¨²nico. Ahora tengo un disc¨ªpulo, Javier Cerqueira, que se gana la vida con la magia. Le entregu¨¦ la varita m¨¢gica en el escenario, y ah¨ª va, por Angola adelante". Josechu, que desborda bonhom¨ªa, atiende cada d¨ªa a unos 150 pacientes, pone inyecciones y practica peque?a cirug¨ªa, como circuncisiones, espantado por la pr¨¢ctica local de hacer hasta 20 con el mismo cuchillo sucio esterilizado en un trozo de infecta estopa. "Por cultura nacional, el que no se circuncida no es hombre, y se circuncidan a lo bestia".
Pero a Josechu lo que de verdad le enamora es el teatro, y dedica hasta 10 meses de ensayos para montar un Shakespeare o un Moli¨¦re con entusiastas de la parroquia de Cazenga, un edificio de cemento, con asientos de ladrillo, que han levantado piedra a piedra. "Hemos hecho El mercader de Venecia y El m¨¦dico a palos". Josechu dirige, traduce, encamina los decorados y el vestuario. "A los chicos y chicas del barrio les gusta mucho m¨¢s el teatro que estudiar". En el cenagal de Luanda -m¨¢s de tres millones de habitantes, tres cuartas partes sin empleo, capital de un pa¨ªs con casi un mill¨®n de muertos en la guerra civil-, la parroquia de los vascos es un oasis en un oc¨¦ano de polvo, hojalata y miseria. "Feiti?os que acontecem em Angola".
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