?C¨®mo huele a torero!

Frascuelo destap¨® el tarro de las esencias y perfum¨® con aromas candeales de rancia torer¨ªa la c¨¢tedra de la fiesta. Tantos efluvios calaron en el coraz¨®n de esa especie a extinguir que son los aficionados fet¨¦n, y uno no aguant¨® m¨¢s. Salt¨® como un muelle, se le rompi¨® el alma y se le quebr¨® la garganta: "?C¨®mo huele a torero!". Mientras, el titular de la causa, ese veterano coletudo escapado de antiguas postales sepia de los padres de la tauromaquia -en su segunda corrida de la temporada y que actu¨® con un tobillo herido-, continuaba pariendo una intens¨ªsima sinfon¨ªa de olores, colores y sabores. Todo ello con un lote reserv¨®n, escarb¨®n, y con escas¨ªsima codicia. De esa guisa se comportaron los seis bureles: nada aparatosos y tambi¨¦n sin excesivo peligro, pero de baj¨ªsima calidad.Hab¨ªa que estar decidido y aportar la calidad que le faltaba al encierro. As¨ª, cascabeleando breve e intensa pureza, se produjo Frascuelo en su primer bicorne. Imant¨® su casi nula embestida y alumbr¨® cortas series de redondos y una de naturales, siempre ribeteados de sentimiento, con ligaz¨®n, temple e intercalo de sublimes trincherillas. En cinco minutos, con no m¨¢s all¨¢ de 15 muletazos, se gan¨® a los aficionados, pero como ¨¦stos eran minor¨ªa, no hubo suficientes pa?uelos para la oreja. Mas como la lecci¨®n estaba explicada, la vuelta al ruedo fue clamorosa.

Apuesta por la variedad

Como aconteci¨® en el cuarto, con menos ganas de embestir y rebrincado. Frascuelo apost¨® por la variedad y apoy¨® su quehacer en una prodigiosa capacidad de improvisar adornos, aut¨¦nticos monumentos escult¨®ricos, al igual que sus medias ver¨®nicas, barrocas y belmontinas.Lo de Frascuelo no constituy¨® sorpresa. S¨ª y muy agradable fue la entonad¨ªsima actuaci¨®n de Miguel Mart¨ªn, otrora novillero arrebatado y el¨¦ctrico. Ahora se inclina por la enjundiosa clase y el sedoso regusto, am¨¦n de una tremebunda rabia de alcanzar la gloria. Frente a sus dos toros brill¨® con percal, fl¨¢mula y rehiletes, y en toda la tarde no perdon¨® ni un quite, siempre tambi¨¦n con alegre diversidad de suertes.

Hay que repetirlo pronto porque tambi¨¦n huele a torero. Menores efluvios exhal¨® Juan Antonio Espl¨¢, premioso y sin vitola con el sosote tercero, y que despen¨® f¨¢cil y r¨¢pidamente al quinto, el de peor catadura de todos.