Culpables de sobrevivir
Cruz Roja Internacional tiene un departamento especializado en la ayuda psicol¨®gica a sus delegados
No existen estad¨ªsticas sobre los des¨®rdenes psicosom¨¢ticos que padece el personal humanitario que trabaja en los conflictos armados. Pero el hecho de que el Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR) con sede en Ginebra haya puesto en marcha un departamento dedicado a proporcionar ayuda psicol¨®gica a muchos de sus delegados que vienen de la guerra con un cuadro de estr¨¦s traum¨¢tico da una idea de los crecientes estragos del cada vez mayor n¨²mero de conflictos b¨¦licos que azotan el planeta.La responsable de este departamento creado en 1992, Martine Bourquin, dice que si la organizaci¨®n se preocupa ahora de este tema es porque ya no se respeta al emblema del CICR como antes y cada vez hay m¨¢s misiones donde se precisan escoltas armados o veh¨ªculos blindados para hacer el trabajo.
En el CICR, guardi¨¢n de las convenciones de Ginebra relativas a los prisioneros y a los heridos de guerra, dicen desconocer el n¨²mero de personas afectadas "porque no es lo m¨¢s importante para la organizaci¨®n", pero vigilan estrechamente al personal que vive en condiciones dif¨ªciles y poco seguras tanto durante su estancia en las mismas como a su regreso a casa.
A pesar de que una parte de la preparaci¨®n del personal antes de ir al terreno consiste en ense?arles a afrontar y reaccionar en situaciones dif¨ªciles y a distinguir los primeros s¨ªntomas del estr¨¦s, "siempre se produce un shock, aunque las reacciones pueden ser muy diferentes".
Y es que no es f¨¢cil ser testigo de tanta violencia y tanta muerte, a veces muy cercana. Las primeras consecuencias son que la mayor¨ªa se siente culpable de haber sobrevivido. "Estoy vivo y todos los dem¨¢s han muerto y no he podido hacer nada para evitarlo", son los comentarios habituales de la v¨ªctima del estr¨¦s traum¨¢tico, dice Bourquin, quien mientras se celebraba esta entrevista tuvo que dar los primeros consejos para proceder con una delegada en Tuzla, pr¨®xima candidata a la evacuaci¨®n para ser tratada por los psic¨®logos.Los s¨ªntomas aparecen a diferentes niveles. A menudo, surgen las enfermedades. En esa primera situaci¨®n, los afectados no tienen ganas de comer y sufren los primeros insomnios, las pesadillas, los recuerdos s¨²bitos ligados a olores, ruidos y otro tipo de percepciones sensoriales. El comportamiento cambia. "Una persona que antes era muy sociable se encierra en s¨ª misma", explica Martine Bourquin.
Bourquin dice que los cambios que aparecen en el car¨¢cter son los s¨ªntomas que siguen a una situaci¨®n traum¨¢tica. "Entonces, hacemos hablar a la gente de las experiencias que han vivido", dice Bourquin, "a fin de que el que interroga tenga una mejor imagen de la situaci¨®n. Tambi¨¦n hacemos que hablen de los pensamientos que pasaron por su cabeza en ese momento, para demostrarles que, efectivamente, hicieron algo y puedan apartar de su cabeza ese sentimiento de culpabilidad".
Esta enfermera, que pas¨® ocho a?os de delegada de la Cruz Roja en Asia, ?frica y Am¨¦rica Latina, les hace hablar a los afectados de las emociones sentidas para que puedan "reagrupar" sus pensamientos. "A menudo, la gente se pone a llorar y deja escapar as¨ª la tensi¨®n acumulada", a?ade. "Esta reacci¨®n es normal y no deben tener miedo a enloquecer". Ahora, lo que se necesita es tiempo para curar "esta herida del alma". Hasta un mes. Y si persiste hay que volver a hablar. En contra de lo que pueda parecer, la vuelta a casa siempre es dif¨ªcil para un delegado. Tiene la impresi¨®n de que nadie le entiende.
A pesar de que ha visto la muerte de cerca en muchas ocasiones -trabaj¨® como enfermera en la frontera tailandesa en la l¨ªnea del frente y varias veces tuvo que correr para escapar de los bombardeos -, una de las experiencias que m¨¢s ha marcado a Bourquin ha sido la de la guerra de los Balcanes, donde el Comit¨¦ de la Cruz Roja tiene en la actualidad hasta 154 delegados. "Encontrarse en un paisaje, parecido al de Suiza, con la misma cultura y donde expresan las emociones de la misma manera que nosotros, es m¨¢s dif¨ªcil de entender", dice tras haber visitado la mayor¨ªa de los escenarios del conflicto, donde la guerra est¨¢ dejando profundas marcas psicol¨®gicas tanto entre la poblaci¨®n como entre las fuerzas armadas implicadas."La bomba que cay¨® el 25 de mayo pasado en Tuzla y mat¨® a 71 personas fue particularmente desoladora", dice Bourquin, quien esa misma ma?ana hab¨ªa abandonado la ciudad. Pudo regresar cuatro d¨ªas m¨¢s tarde. "Para que la acci¨®n sea verdaderamente eficaz, debe emprenderse entre 48 y 72 horas despu¨¦s del incidente".
Bourquin empez¨® a tratar a colegas locales y despu¨¦s a un grupo de 30 psiquiatras, psic¨®logos y psicoterapeutas v¨ªctimas tambi¨¦n del estr¨¦s traum¨¢tico causado por la bomba y que han tenido que hacer frente desde entonces a otras muchas situaciones de tensi¨®n y, sobre todo, a los miles de refugiados que huyeron del infierno de Srebrenica. "La sucesi¨®n de traumatismos no deja tiempo para que la gente se cure".
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