Responsabilidades y apostillas
SE EQUIVOCA Felipe Gonz¨¢lez cuando dice, como ayer a la salida de su entrevista con el Rey, que no puede hablarse de responsabilidades pol¨ªticas der¨ªvadas del sumario de los GAL porque su presunta conexi¨®n con el mismo se debe a las acusaciones injuriosas de un delincuente confeso. Lo que se derive o no de las declaraciones de Damborenea ser¨¢n sus eventuales responsabilidades penales, que habr¨¢ de dilucidar el Tribunal Supremo y que parecen mucho m¨¢s improbables de lo que algunos querr¨ªan. Pero que han existido los GAL, sin que el Gobierno haya sido capaz de aportar una explicaci¨®n alternativa a la de su nacimiento en el seno del aparato del Estado, es una evidencia de la que derivan responsabilidades pol¨ªticas obvias. Venir a decir tras los procesamientos de gran parte de la antigua c¨²pula del Ministerio del Interior' poco menos que no pasa nada es volver a la pol¨ªtica de negar evidencias que tan cara le est¨¢ costando a Felipe Gonzalez y al partido socialista.Los GAL, por desgracia, han existido. Y su trama no est¨¢ del todo al descubierto pero s¨ª en gran parte. Este peri¨®dico exige el esclarecimiento de responsabilidades de esta criminal, reacci¨®n contra el terrorismo de ETA desde hace a?os. No s¨®lo desde la ca¨ªda del caballo de Amedo, en diciembre de 1994. En febrerode 1987, EL PA?S sosten¨ªa editorialmente que "nadie en su sano juicio puede siquiera insinuar que los pobladores del hampa internacional asesinan a militantes de ETA por cuenta propia, inflamados por convicciones propias o por su amor a los valores de la civilizaci¨®n occidental. [ ... ] ?Qui¨¦n recluta, organiza, arma, avitualla y paga a los mercenarios de los GAL? ?Qui¨¦n da luz, verde para sus asesinatos, se?ala las v¨ªctimas y da la orden de fuego? ?Qui¨¦n protege su ret¨ªrada estrat¨¦gica hacia la frontera con Espa?a? Si s¨®lo el silencio es la respuesta a estos interrogantes, no se debe, olvidar que hay ocasiones en que el silencio es la m¨¢s elocuente de las actitudes".
El presidente no deber¨ªa mecerse ahora en la satisfacci¨®n de saber que el sumario. remitido al Tribunal Supremo no tiene siquiera indicios sobre su participaci¨®n en la trama. Aunque nunca se le puedan exigir responsabilidades por acci¨®n s¨ª se podr¨¢, y se puede, exig¨ªrselas por omisi¨®n. Independientemente de lo discutibles que sean los razonamientos del escrito del juez Garz¨®n al Supremo.
En cuanto al juez, es posible que crea sinceramente que los razonamientos de su escrita son incuestionables, evidentes por s¨ª mismos. Es una opini¨®n discutible. Algunos de sus argumentos son confusos, mal que les pese a aquellos que ya hab¨ªan adelantado la conclusi¨®n de culpabilidad contra el presidente del Gobierno, que es la pieza perseguida. Es cierto que cuando aparece una persona aforada en un sumario, el juez que lo instruye debe moverse en una estrecha franja entre la necesidad de presentar indicios m¨ªnimamente solventes que justifiquen la remisi¨®n del caso al Supremo y la imposibilidad de profundizar en su indagaci¨®n. Pero reconocer esa dificultad no tiene por qu¨¦ llevar a considerar indiscutible, cualquier apreciacion o convicci¨®n del juez.
Garz¨®n admite impl¨ªcitamente la contradicci¨®n en que se encuentra: al establecer una sutil distinci¨®n entre los "elementos, datos e indicios" existentes contra Barrionuevo y "elementos y datos" -desaparecen los indicios-apreciados contra Gonz¨¢lez, Serra y Benegas (v¨¦ase el EL PA?S del d¨ªa 22, p¨¢ginas 14 y 16). Y es tambi¨¦n el propio Garz¨®n quien en el mismo escrito admite textualmente que carece de indicios (p¨¢gina 17). Pese a lo cual apunta al Supremo una lista de grav¨ªsimos delitos de los que podr¨ªa acusar al presidente del Gobierno; es decir, de los, que ¨¦l acusar¨ªa si estuviera en el lugar de los jueces del Alto Tribunal.
A la publicaci¨®n por este peri¨®dico del texto ¨ªntegro de la exposici¨®n del juez han seguido, entre otras muchas, llamativas reacciones. Una, la del propio juez Garz¨®n, quien se ha declarado "consternado" por dicha publicaci¨®n. ?Vaya por Dios! Otra, la del diario que ha ido transmitiendo, en paralelo, todas las declaraciones -se supon¨ªan que secretas- de los terroristas Amedo y Dom¨ªnguez ante el propio Garz¨®n, entonces nada consternado, o quiz¨¢ s¨®lo secretamente consternado. El Mundo se desataba ayer, en lenguaje grandilocuente, con acusaciones a este peri¨®dico de "burda manipulaci¨®n", "incre¨ªble espect¨¢culo de intoxicaci¨®n" y otros calificativos de semejante estilo. Olvidaba se?alar tan riguroso diario -s¨®lo hay que ver su colecci¨®n en las hemerotecas-, que EL PA?S publicaba ¨ªntegro el texto del juez consternado que al d¨ªa siguiente ellos reproduc¨ªan en sus p¨¢ginas. La diferencia es que nosotros no necesitamos a?adir acotaciones interpretativas al texto de Baltasar Garz¨®n para hacerle decir algo diferente a lo que literalmente dec¨ªa.
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