Al fin, toros
Flores / Rinc¨®n, Litri, Granado
Toros de Samuel Flores, bien presentados, enterizos, encastados: 3? bravo.
C¨¦sar Rinc¨®n: aviso antes de matar, pinchazo y estocada baja (silencio); bajonazo descarado trasero (oreja).
Litri: pinchazo, estocada corta
perpendicular atravesada delantera y rueda de peones (silencio); dos pinchazos -aviso con retraso- y cuatro descabellos (silencio). Daniel Granado: estocada ladeada y rueda de peones (oreja); estocada perdiendo la muleta, rueda de peones, se echa el toro, falla el puntillero -aviso con tres minutos de retraso- y cachetazo (ovaci¨®n y saludos).
Plaza de Vista Alegre, 24 de agosto. 6? corrida de feria. Cerca del lleno.
Salieron toros, ?al fin!, en la famosa feria de Bilbao. Nada del otro jueves, por supuesto. Mal exhibieron trap¨ªo, estaban encastados, no se cayeron, uno result¨® bravo y todo ello por junto constituye un lujo asi¨¢tico en los tiempos taurinos que corren.A estos toros toros albacete?os de Sarnuel Flores los torearon mal y los lidiaron peor, pero tampoco es bueno andar se con tiquisiniquis. No se puede tener todo en este valle de l¨¢grimas. Que salieran toros guapos, decentes y enterizos despu¨¦s de llevar media feria viendo carne fofa, reses en fermas, animales con pinta de drogadictos, lo m¨¢s golfo y ruinoso de la caba?a-patria, es motivo de alegr¨ªa, intercambio de parabienes, proclamaci¨®n de albricias, raz¨®n suficiente para tomarse unas copas a la salud del ganadero y de la fiesta nacional.
Algunos las llevaban puestas antes de empezar la funci¨®n. Entre aficionados. siempre hay gente previsora. La mayor¨ªa, sin embargo, prefiri¨® esperar, y cuando el tercer toro de la tarde tom¨® aquella vara con total entrega, fija la cabezada debajo del peto, encelado y combativo, salt¨® de sus asientos, levant¨® los brazos al cielo y atron¨® el orbe gritando: ?Laus. deo!,
El rest¨®, de la plaza r¨ªo lo pod¨ªa entender. Buscaba en el programa oficial y no ve¨ªa all¨ª que toreara Amadeo. El resto de la- plaza permanec¨ªa indiferente y ajeno, esperando pacientemente a que, pasara aquel tr¨¢mite engorroso del fulano que mete vara montado en un jamelgo. Distinto habr¨ªa sido, por supuesto si al, aludido fulano le hubiera dado por hacer la suerte. Quiere decirse: en vez de rodear al toro, taparle la salida, destrozarle los lomos durante la encerrona, picarle por derecho.
Los p¨²blicos no tendr¨¢n mucha idea de la lidia; pero cuando la suerte de varas se ejecuta con autenticidad y hay un toro bravo en el ruedo, el espect¨¢culo resulta de una emoci¨®n y una belleza arrebatadoras, que entusiasma a todo el mundo. El tercio de varas es, adem¨¢s, fundamental, porque en su transcurso se desarrolla la esencia misma del toreo: maestr¨ªa del lidiador, arte del v¨¢rilarguero, competencia de los diestros, repertorio del toreo de capa, mientras se va ahormando al toro y calibrando con exactitud su bravura.
Requiere el tercio correctamente ejecutado, obviamente, que los toreros sit¨²en el toro a la distancia debida, que el picador pique en lo alto y por derecho, que le d¨¦ salida hacia la izquierda del caballo, que el matador est¨¦ presto al quite... Se podr¨¢ comprobar, entonces, si el toro es pronto o tardo, si recarga o se repucha, si tira derrotes o romanea fijo apalancando desde abajo la cabalgadura. Y seg¨²n se va repitiendo la suerte ir¨¢ incrementando su celo, si efectivamente es aut¨¦nticamente bravo.
Todo esto lo han suprimido de la lidia ese club de toreros mediocres y su harca de matarifes acorazados que tienen secuestrada la fiesta. Porque les conviene y les da la gana lo han suprimido, con la anuencia culpable de la autoridad y la indiferencia de ese p¨²blico de aluvi¨®n que acude actualmente a las plazas. Y de esta manera no hay toro ni bravura que valga, la. lidia ya es innecesaria, el toreo se reduce a pegarle pases a un animal moribundo.
Unos pases que tampoco tienen nada de particular, si bien se mira. Cualquiera es capaz de darlos. Daniel Granado, un torero joven e inexperto, tore¨® voluntarioso al sexto toro, y al bravo, con1gual aseo que las figuras veteranas. Incluso mejor. Viendo a Litri pegar trapazos astrosos a los toros de su lote; viendo la incapacidad de C¨¦sar Rinc¨®n para sacar de su querencia al manso primero, o su torpeza para aprovechar la boyant¨ªa del cuarto, al que moli¨® a derechazos inconexos instr¨²mentados con el pico, Granado parec¨ªa la figura. No es de extra?ar y se ha dicho muchas veces: si saliera el toro, pondr¨ªa boca abajo el escalaf¨®n.
Babelia
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