La hora del presupuesto
LAS MEJORAS, graduales pero significativas, de casi, todos los indicadores est¨¢n poniendo de manifiesto que el crecimiento de la econom¨ªa espa?ola se asienta ahora sobre bases m¨¢s sanas que las existentes en el primer semestre. La producci¨®n nacional de bienes y servicios est¨¢ creciendo probablemente a una tasa similar a la registrada, a comienzos de 1995, con la inversi¨®n privada como el componente m¨¢s din¨¢mico y el sector exterior conteniendo su desequilibrio por cuenta corriente. Pero ahora hay s¨ªntomas de que desequilibrios b¨¢sicos, como el empleo y la inflaci¨®n, han entrado tambi¨¦n en una senda de correcci¨®n.Por una parte, los ¨²ltimos datos de afiliaciones a la Seguridad Social, conocidos esta semana, confirman el buen ritmo de recuperaci¨®n del empleo durante la primera mitad del a?o. Pero, a la vez, el buen comportamiento de los precios en julio abre expectativas de llegar a fin de a?o con una tasa de inflaci¨®n no muy alejada del 4%. A ello contribuir¨¢ un entorno internacional favorable -menores tensiones inflacionistas en las econom¨ªas de nuestros principales socios comerciales, una disminuci¨®n en los precios de las materias primas en los mercados internacionales y una mayor estabilidad en el tipo de cambio de la peseta-, junto con otros internos, como el moderado crecimiento del consumo privado la todav¨ªa relativamente favorable evoluci¨®n de los costes salariales.
De todas formas, la inflaci¨®n, situada todav¨ªa 1,6 puntos por encima de la media de la Uni¨®n Europea, sigue siendo un factor que condiciona. el descenso del precio del dinero, medida reclamada con redoblada insistencia por sindicatos y partidos tras la rebaja acordada esta semana por el Bundesbank. La estabilidad de los precios es el criterio por el que se ha de guiar el Banco de Espa?a en sus decisiones sobre los tipos de inter¨¦s, pero esa estabilidad est¨¢ seriamente condicionada por el car¨¢cter de la pol¨ªtica presupuestaria. Esta es, en estos momentos la principal exigencia que tiene ante s¨ª la clase pol¨ªtica. El Gobierno, pero tambi¨¦n la oposici¨®n, que no puede reclamar a la vez que bajen los tipos de inter¨¦s y cuestionar los objetivos de reducci¨®n del d¨¦ficit.
De la evoluci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico hasta julio cabe deducir que las dificultades para situarlo al final del a?o en el objetivo previsto pueden atenuarse si el crecimiento de la actividad se traduce en un mejor comportamiento de la recaudaci¨®n impositiva. Si a ello se a?aden los ingresos derivados de operaciones de privatizaciones y el mantenimiento de la relativa contenci¨®n - del gasto (incluidas las operaciones de capital, que han sido las m¨¢s expansivas en los ¨²ltimos meses), la desviaci¨®n final podr¨ªa ser moderada.
El Gobierno no s¨®lo no ha de bajar la guardia en los pr¨®ximos meses en la persecuci¨®n del objetivo comprometido, sino que ha de presentar cuanto antes las l¨ªneas b¨¢sicas de ajuste en que descansar¨¢n los presupuestos para 1996. La consolidaci¨®n de los perfiles favorables que hoy exhibe la. econom¨ªa espa?ola y la garant¨ªa de su definitiva hornologaci¨®n con las m¨¢s sanas de Europa, incluido un precio del dinero m¨¢s bajo, como ahora se reclama, dependen de la continuidad en el saneamiento (le las finanzas p¨²blicas. Es la hora del presupuesto.
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