Las responsabilidades del presidente
El coste de no separar n¨ªtidamente las responsabilidades penales de las m¨¢s gen¨¦ricas responsabilidades pol¨ªticas es, mevitablemente, la politizaci¨®n de la Justicia y la judicializaci¨®n de la pol¨ªtica. A pesar del obsceno via crucis a que se someti¨® a Mariano Rubio en el Congreso lo cierto es que, hasta el momento, ha sido casi el ¨²nico caso de corrupci¨®n que se tramit¨® correctamente. Pues depuradas las responsabilidades pol¨ªticas del ex gobernador del Banco de Espa?a, ?qu¨¦ inter¨¦s pol¨ªtico tienen ya sus eventuales responsabilidades penales? Pol¨ªticamente, el caso est¨¢ zanjado y por ello -y s¨®lo por ello- los tribunales pueden actuar, no s¨®lo objetivamente, sino pareciendo que act¨²an objetivamente. Este es el contexto en el que analizar la ¨²ltima entrega del culebr¨®n: el escrito de traslado al Supremo de los autos del caso GAL. Y en relaci¨®n con el cual pueden formularse los siguientes comentarios.
El cuarto comentario resulta del contraste entre los dos anteriores. Pues si se solicita la imputaci¨®n de Felipe Gonz¨¢lez con tan poca base, ?por qu¨¦ no se solicit¨® la imputaci¨®n de Barrionuevo cuando exist¨ªa la misma y endeble base, dando traslado entonces (y no ahora) del asunto al Supremo? La contradicci¨®n muestra que, contra toda evidencia, Garz¨®n no es perfecto y tambi¨¦n puede equivocarse. Y o bien se equivoc¨® entonces no remitiendo las actuaciones al Supremo, o se equivoca ahora, imputando a Felipe Gonz¨¢lez. Creo m¨¢s bien lo segundo; la actual imputaci¨®n est¨¢ fuera de lugar y deber¨ªa haber sido (en su caso) el Supremo quien, tras tomar declaraci¨®n a Barrionuevo, sobre quien s¨ª hay indicios, decidiera si era o no precedente imputar al presidente. No lo ha hecho as¨ª y ello es, en mi sincera opini¨®n, un importante error judicial y un may¨²sculo error pol¨ªtico que el Supremo deber¨ªa aclarar con la m¨¢xima urgencia.
Finalmente -y regreso al principio- todo ello prueba que el presidente deber¨ªa haber dimitido hace tiempo, no por las no probadas responsabilidades penales, sino por las abrumadoras responsabilidades pol¨ªticas. Pues, al igual que Garz¨®n no es perfecto, tenemos que aceptar, contra toda evidencia, que Felipe Gonz¨¢lez es mortal e incluso sustituible, y puesto que no deseamos su muerte, s¨®lo su sustituci¨®n nos hubiera evitado a los espa?oles el trago amargo de que nuestro presidente del Gobierno, que es adem¨¢s presidente de la Uni¨®n Europea, est¨¦ siendo imputado de grav¨ªsimos delitos por un juez; un desastre nacional que sin duda da?a m¨¢s a unos que a otros, pero que da?a a todos.
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