Todo por la patria
Lo que est¨¢ ocurriendo en Alemania con el nuevo libro de G¨¹nter Grass se sit¨²a en un trasfondo ajeno a la literatura: el car¨¢cter de materia sagrada, cuesti¨®n de fe y dogma alem¨¢n indiscutible de la reciente reunificaci¨®n. La reunificaci¨®n era una meta colectiva del pueblo germano. La reunificaci¨®n ha sido buena para todos, menos para unos cuantos marginales de cuyo bienestar se puede hacer caso omiso. La reunificaci¨®n es el gran fin de fiesta hist¨®rico, la redenci¨®n del pa¨ªs tras la humillaci¨®n de la guerra. A G¨¹nter Grass se le ha ocurrido la her¨¦tica idea de no manifestarse completamente de acuerdo con el dogma. Y las voces de la tribu, en maciza consecuencia, lo declaran infame. Hay que haber visto la portada del Spiegel donde el cr¨ªtico fren¨¦tico, fuera de s¨ª, acaba de partir en dos un ejemplar de la novela de Grass y sostiene ambos trozos en el aire con los brazos desplegados: es un icono del vengador popular.Le¨ªda aqu¨ª, la novela nos parece sencillamente una kolossal obra maestra, tanto como El tambor de hojalata. Es la historia de Fonty y Hoftaller. El primero est¨¢ especializado en el novelista decimon¨®nico alem¨¢n Theodor Fontane, hasta el punto de confundirse con ¨¦l. El segundo es un confidente que se conoce al cotilla detalle todos los avatares del autor y su alter ego de finales del siglo XX. La vida del Fontane hist¨®rico se proyecta en el tiempo y en las circunstancias actuales. Sus miedos ante la reunificaci¨®n de Prusia son los de Fonty ante la ca¨ªda del muro. ?Podr¨ªa repetirse el tremendo desenlace de la historia?
El propio Reich-Ranicki, autor de la cr¨ªtica asesina, se lesion¨® las manos aplaudiendo, puesto en pie, cuando Grass termin¨® de leerle -a ¨¦l y a otros entendidos- un cap¨ªtulo y medio del libro. Y proclam¨®: "Es una obra inaestra". Estas palabras llegaron a o¨ªdos de Grass, que, dej¨¢ndose incendiar por una de sus frecuentes chispas de imprudencia, replic¨® en Stern que el comentario le parec¨ªa rid¨ªculo, porque el cr¨ªtico s¨®lo conoc¨ªa un cap¨ªtulo y medio de la novela. Lo cual, como es l¨®gico, ofende a Reich-Ranicki, que se jura venganza y la toma en cuanto Der Spiegel se lo facilita. Porque, a todas ¨¦stas, mientras tanto, hab¨ªa surgido otro conflicto paralelo: la revista ¨¢lemana iba a incluir en sus p¨¢ginas un adelanto de la novela, pero se vuelve atr¨¢s, porque la editorial hab¨ªa distribuido antes 4.500 ejemplares de prelectura y porque la publicaci¨®n fragmentaria pod¨ªa confundir pol¨ªticamente al lector. Pero la editorial de Grass responde que el rechazo de Der Spiegel no se debe a tales causas, sino a la actitud personal de su director ante la frialdad reunificadora de Grass. Aqu¨ª se desatan todas las c¨®leras y Grass desautoriza la publicaci¨®n de una entrevista que le hab¨ªan hecho para Der Spiegel, sobre todo porque ya conoce la portada que antes hemos descrito, y sabe que la cr¨ªtica de Reich-Ranick? va a ser demoledora...
En ¨¦stas andamos. El asunto no tiene desenlace, ni tendr¨¢, y los lectores mandan: 100.000 ejemplares vendidos nada m¨¢s caer en las librer¨ªas. Nadie va a desunir Alemania a estas alturas, pero Grass ha sido calificado de traidor y cobarde, de aut¨¦ntico Goebbels de las letras. Que venda lo que quiera, siempre que se le vea bien en la frente la marca de la infamia.
En el resto del mundo disfrutaremos de la novela sin los rataplanes patri¨®ticos que la acompa?an en Alemania. Y ser¨ªa muy sorprendente que no coincidi¨¦ramos m¨¢s con la primera valoraci¨®n de Reich-Ranicki -es una obra maestra- que con la segunda.
Babelia
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