El pa¨ªs de la libertad

No puedo expresar cu¨¢l fue mi sorpresa al ver la foto publicada por su diario el domingo 20 de agosto en la cual aparec¨ªan soldados pertenecientes a una "prestigiosa academia militar norteamericana" dando v¨ªtores y celebrando lo que parec¨ªa una fiesta, un triunfo, una graduaci¨®n, sin importarles hallarse bajo una lluvia torrencial. Aunque por lo que pude deducir no s¨®lo no les importaba la lluvia sino que tampoco prestaban mucha atenci¨®n a los derechos humanos, a la discriminaci¨®n por raz¨®n de sexo y a la sentencia del Tribunal Supremo denostados Unidos que permit¨ªa a las mujeres, claramente en este caso el sexo opuesto, poder acceder a esta instituci¨®n. Instituci¨®n que permiti¨® que una mujer de 20 a?os, que llevaba dos luchando por entrar en este c¨ªrculo dudosamente restringido, fuera insultada, ridiculizada, humillada y atacada tanto en su persona como en las de sus padres, por el simple hecho de querer pertenecer a un organismo en el cual no fue bien recibida por ser mujer (como las madres, hermanas, t¨ªas, hijas, sobrinas y esposas de todos estos hombres). Y esto ocurri¨® en el pa¨ªs de la libertad. En Estados Unidos de Am¨¦rica, del que siempre he sido una firme defensora.

No quiero que esta carta se traduzca en un panfleto feminista, ya que no es esa mi intenci¨®n, mi, ¨²nico deseo es que conste la m¨¢s firme protesta, no como mujer sino como ser humano, hacia aquellas personas que discriminan a las dem¨¢s por raz¨®n de sexo, nacionalidad, creencias religiosas o pol¨ªticas o por cualquier otro motivo igualmente detestable y mi acusaci¨®n m¨¢s firme hacia todas las instituciones que con sus normas y reglamentos fomentan esta actitud.- Ana Navarro.