Alarma ante el desembarco de 'Marea roja'
Pontecorvo, irritado ante la pol¨¦mica creada por una mascarada militar inaugural
?NGEL FERN?NDEZ-SANTOS ENVIADO ESPECIAL El apacible rostro del director de la Mostra, Gillo Pontecorvo, apareci¨® ayer congestionado, sin poder disinular la ira que le provocaban las dur¨ªsimas cr¨ªticas que ha levantado la mascarada militar que, con la incomprensible colaboraci¨®n de la Armada italiana, ha organizado para presentar, en una sesi¨®n descaradamente publicitaria, el filme inaugural, Marea roja, ya estrenado en todo el mundo, lo que hace m¨¢s inexplicable el show del desembarco en el Lido de un, equipo de la Disney a bordo de un submarino y escoltados por un crucero.
La irritaci¨®n de Pontecorvo contrasta con la sonrisa de oreja a oreja que parte por la mitad las duras caras de los ejecutivos de Disney, a quienes no se les escapa la evidencia de que cuanta m¨¢s bulla meta el sarao acu¨¢tico militar y por encrespada que est¨¦ la protesta que lo acompa?a, mas engordar¨¢ la cifra de taquillaje de su Marea roja, que para mayor evidencia iniciar¨¢ el pr¨®ximo fin de semana su carrera comercial italiana.Desde hace tres d¨ªas est¨¢ fondeado, frente a la entrada del Gran Canal que circunvala Venecia desde San Marco a Rialto, el crucero cazatorpedos Durand de la Penne, con 3 5 oficiales y una tripulaci¨®n de 365 hombres, entre suboficiales y mariner¨ªa. Aunque el hecho queda fuera del alcance de esta cr¨®nica, hasta el momento no se ha suspendido la fiesta de celebraci¨®n del estreno italiano de Marea roja en la cubierta de este buque, ni tampoco la llegada del equipo capitaneado por Tony Scott, en el submarino figero Salvatore Pelosi, que ayer atraves¨® las lagunas con 50 tripulantes y fonde¨® frente al peque?o canal del Lido que conduce al hotel Excelsior.
Indignacion
El malestar se mascaba entre los incontables profesionales e informadores acreditados italianos y brotaba de cada rengl¨®n de los peri¨®dicos. Como muestra, ¨¦ste negro bot¨®n: Corriere della Sera abri¨® ayer, de forma sorprendente, su secci¨®n de Cultura y Espect¨¢culos con un reportaje que, a toda p¨¢gina y bajo el vitri¨®lico ep¨ªgrafe Historia de verano: grandes naufragios, relataba minuciosamente el hundimiento en septiembre, precisamente septiembre, de 1943 del acorazado Roma, que supuso el principio del fin de la Armada italiana en la II Guerra Mundial. El reportaje se cierra con esta frase, que aunque sea casual ayer a nadie se lo pareci¨® en el Lido: "El general Eisenhower no quiso perderse el espect¨¢culo".
El term¨®metro de las v¨ªsceras nacionalistas italianas se rompi¨® por arriba y ayer por la ma?ana los pobres tripulantes de guardia en la cubierta del submarino tuvieron que soportar gritos como estos desde la orilla: "?Verg¨¹enza, verg¨¹enza!", que ayudaron al suave Pontecorvo a sacar una in¨¦dita cara de hiena.
M¨¢s al fondo que la visceral respuesta nacionalista, lo que ayer provoc¨® esta descabellada inauguraci¨®n de la Mostra fue una incontestable argumentaci¨®n de ¨¦tica y de pol¨ªtica cultural: no es sostenible vender de forma tan salvaje e imp¨²dica la credibilidad de un c¨¦lebre festival que se proclama con solemnidad de "arte cinematogl¨¢fico" y que es patrimonio de todos, a una operaci¨®n publicitaria que resbala sobre la piel de ese arte y s¨®lo beneficia a la cartera de una empresa multinacional. Y para mayor inri, ayer se anunci¨® tambi¨¦n la inminente presencia de Bill Gates, ya conocido aqu¨ª como il signore Microsoft, a quien han ofrecido por las buenas la plataforma de la Mostra para, aumentar las ventas de su programa inform¨¢tico Windows 95.
De ah¨ª que los sarcasmos que acompa?an a la ostensible irritaci¨®n de Pontecorvo den sensaci¨®n de hacerle da?o y que comience a tener, que aguantar algo mucho m¨¢s grave para ¨¦l: las deserciones de filmes y de cineastas tan indispensables como Carlo Lizzani y Martin Scorsese, que respectivamente han retirado sus presencias y las de sus filmes: Celluloid -documento muy esperado sobre el rodaje de Roma, citt¨¢ aperta y Casino, respectivamente.
Ambos directores arguyen que sus montajes no est¨¢n a punto, pero (y ah¨ª se ve el agujero que sufre la credibilidad de Pontecorvo) nadie les cree. Y la eterna bronca que acompa?a al m¨¢s antiguo, vivo y noble festival de cine se ha, agudizado este a?o desde el mism¨ªsimo comienzo hasta cotas impensables. Un turbio espect¨¢culo dentro de un limpio homenaje al espect¨¢culo, a lo qu¨¦ hay que a?adir la obscenidad de exhibir un juguete de exterminio a un tiro de piedra de lo, que queda de Bosnia.
Babelia
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