Claves de un paralelismo
Ya en la hist¨®rica despedida de la Minor¨ªa Vasco-Navarra en 1931, el can¨®nigo Pilda¨ªn (luego obispo de Canarias) presentaba a J. Antonio de Aguirre, hasta entonces presidente de las Juventudes Cat¨®licas de Vizcaya, como el "O'Connel de esta Irlanda de Occidente" (al parecer, situaba la Irlanda real al este del para¨ªso terrenal). Son conocidas las relaciones del Sinn Fein con los movimientos separatistas liderados por El¨ªas Gallastegui y la huelga de hambre de este ¨²ltimo imitando al c¨¦lebre alcalde irland¨¦s de Cork. No debe extra?amos" por tanto, que la muy discreta apertura hacia una soluci¨®n del contencioso interestatal que por el Ulster mantienen la Rep¨²blica de Irlanda y el Reino Unido (Sinn Fein e IRA. interp¨®sitos), desde la independencia de la primera y la partici¨®n de la isla, reactive el dormido, tropismo vasco-irland¨¦s.No tendr¨ªa m¨¢s que un inter¨¦s acad¨¦mico enumerar las muchas y notables disimilitudes de los casos vasco e irland¨¦s s¨ª no fuera porque algo tan alejado de la problem¨¢tica espa?ola quiere present¨¢rsenos como ejemplo de resoluci¨®n de conflictos.
Si definimos el conflicto pol¨ªtico como competencia o enfrentamiento en un mismo espacio territorial o cultural de dos o m¨¢s definiciones sociales, que pretenden constituirse en, evidencia social, la disimilitud en cuanto a la mera descripci¨®n de espacios, culturas, grupos enfrentados, expresi¨®n social de las metas perseguidas, estructuras de representaci¨®n del enfrentamiento, g¨¦nesis de las mismas, condicionamientos materiales, etc¨¦tera, bastan para afirmar rotundamente que a conflictividades tan dispares no pueden aplicarse metodolog¨ªas de soluci¨®n ni siquiera parecidas.
El empe?o de Elkarri se sit¨²a en un triple reino del desprop¨®sito: el reino de la disimilitud, el reino de la extrapolaci¨®n y el reino de la arbitrariedad. El conflicto vasco es de car¨¢cter intragrupal; el irland¨¦s, intergrupal. El vasco se sit¨²a en el marco de una sola soberan¨ªa hist¨®rica, la espa?ola; ¨¦l irland¨¦s es hoy un problema interestat¨¢l. Esta situaci¨®n coloca al conflicto irland¨¦s en un meridiano evolutivo, a nivel de relaciones pol¨ªticas, que no se alcanza, ni por asomo, en el caso vasco. Si bien ambos se pueden definir, con Coser, como conflictos instrumentales ("realistic conflict") y, por ende, enfrentamientos por el poder es decir, empe?os encontrados por, imponer la propia definici¨®n social de la realidad, ni los grupos enfrentados ni la definici¨®n de los objetivos-representaciones que se vehiculizan como metas tienen nada en com¨²n. El tema de la autodeterminaci¨®n, n¨²cleo problem¨¢tico para los no nacionalistas, ¨¢brete, s¨¦samo" de los nacionalistas, se presenta en el caso vasco como un problema radicalmente diferente en Irlanda. Tan diferentes contextos tiene su carga refleja en la tipolog¨ªa de los propios nacionalismos. Si el nacionalismo vasco es un movimiento ¨¦tnico-secesionista, preindependentista, el irland¨¦s actual es un irredentismo de frontera posindependencia. Durante los siglos en que Irlanda mantietie una vigorosa resistencia a la corona inglesa, los vastos del Cant¨¢brico, "castellanos" de choque, llenan con su presencia la Reconquista espa?ola. Y, desde ella, Vasconia cambia su fisonom¨ªa, su econom¨ªa, su afimentaci¨®n su arquitectura y su papel hist¨¦rico con el descubrimiento de Am¨¦rica.
Es en Vasconia donde la defensa de la naci¨®n constitucional espa?ola, por los liberales vascos frente a un carlismo defensor. de la Inquisici¨®n y al absolutismo al su mayor vigor hist¨®rico. Y ¨¦sta es, modernamente, la gran diferencia entre Irlanda y Vasconia. Si en Irlanda fue el nacionalismo irland¨¦s republicano la v¨ªa de modernizaci¨®n pol¨ªtica, entendida como adhesi¨®n a los principios democr¨¢ticos liberales, en Vasconia ese papel fue desempe?ado por los liberales adictos a la naci¨®n constitucional espa?ola, 80 anos antes de que viera su primera luz el nacionalismo euzkadiano de los hermanos Arana-Goiri. En esta corriente hist¨®rica se inspiran la actual. Constituci¨®n y los estatutos de auto nomia q . ue de ella se derivan. Una importante proporci¨®n del pueblo vasco aprob¨® ambos. Otra parte, sancion¨® s¨®lo el estatuto, con lo que su pretensi¨®n de rechazo de la primera es una mera ficci¨®n rayana en la cara dura. S¨®lo queda fuera una minor¨ªa marginanla que practica o defiende la violencia. Estas dos instituciones pol¨ªticas, Estatuto y Constituci¨®n, no, pueden dejar de ser sino el orto y el ocaso de cualquier soluci¨®n pol¨ªtica, como no puede haber m¨¢s fode negoc¨ªaci¨®n que las instituciones propias de ese entramado pol¨ªtico, l¨¦ase parlamentos vasco y espa?ol. Todo lo que se construya a su margen no es sino un intento desestabilizador, capaz de provocar reacciones en cascada , la misma estirpe. ?A qu¨¦ viene entonces, el famoso di¨¢logo propiciado por Elkarri? ?De d¨®nde surge tan elaborado plan de acci¨®n? El lector no vasco, un tanto alejado de esta cotidianidad, podr¨ªa averiguarlo si tiene en cuenta estas posibilidades:
1. El nacionalismo vasco se prepararla para afrontar el, final de ETA. Fin derivado tanto del agotamiento de su propio ciclo biol¨®gico como, y en forma muy, importante, de la acci¨®n de las fuerzas de seguridad del Estado, en especial la Guardia Civil'
2. Precisar¨ªa el nacionalismo sacar una ¨²ltima rentabilidad al fen¨®meno. Todo se desarrolla como si expertos de la teor¨ªa de la influencia de las minor¨ªas activas de Moskvici y Mugny hubiesen preparado los pasos de la fase final del proceso. Si, de acuerdo con tal teor¨ªa psicosocial, la "con sistencia de la fuente" (monolitismo de ETA) era b¨¢sica en las primeras etapas pata conseguir el deseado efecto, de in fluencia de la minor¨ªa activa sobre la mayor¨ªa, ha llegado la hora de trasponer el "f¨®co de influencia ETA al di¨¢logo por la paz. La nueva fuente, siempre de acuerdo con la teoria, se caracterizar¨¢, en esta etapa, no ya por la "consistencia", sino por la unanimidad. enla flexibilida".
3. Por ello, a pesar de1as apariencias, las conversaciones de Elkarri tendr¨ªan como primer objetivo el consenso pannacionalista (antigua idea del Frente Nacional) para la mejor construcci¨®n de la "unanimidad en la flexibilidad". La falsilla del acuerdo -y su manto justificador- ser¨ªa la compleja, confusa y abstrusa meta de la autodeterminaci¨®n, a la que se presentar¨ªa como perteneciente al principio estricto de la naturalidad, asimilable a algo tan natural como la digesti¨®n de los pr¨®tidos.
4. Se pretender¨ªa que tuviese lugar una nueva remodelaci¨®n de la mayor¨ªa, genera da desde los procesos psicosocial es de atribuci¨®n, categorizaci¨®n y representaci¨®n social, situando as¨ª. a los "resistentes'' a la "influencia de la fuente" de la minor¨ªa activa como enemigos de la paz y el di¨¢logo; es decir, como los "verdaderos" violentos.
5. Conseguido este prop¨®sito, el "di¨¢logo", ya con el arrope social necesario, permitir¨ªa desbordar, de lege o de facto, el Estatuto y la Constituci¨®n, y pasar del viejo estatuto de m¨ªnimos a una secesi¨®n larvada pero real, sustentada en un pacto de silencio c¨®mplice con m¨²ltiples part¨ªcipes.
Estos puntos no son s¨®lo un an¨¢lisis, sino tambi¨¦n un cuestionamiento p¨²blico de nuestra realidad. Somos muchos los vascos a los que se nos antoja inaguantable una "Euskadi independiente" en manos de los nacionalistas, y querernos saber a qu¨¦ atenemos ya. No basta con que el PP y el PSOE se desmarquen de la conferencia d¨¦ Elkarri. Es preciso que el Estado fije claramente los l¨ªmites del juego y, como semiolog¨ªa a compulsar (dato-indicio b¨¢sico), esperamos que se invite a tomar el siguiente avi¨®n de vuelta al primer enviado de la Fundaci¨®n Carter que pise un aeropuerto espa?ol.
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