Lev Polugaievski, gran maestro de ajedrez

No logr¨® ser campe¨®n del mundo porque sus contempor¨¢neos eran demasiado fuertes. Pero los aficionados le veneraban por sus cualidades como entrenador, su constante b¨²squeda de la belleza sobre el tablero y, sobre todo, su gran calidad humana. A los 61 a?os, el ruso Lev Polugaievski rezumaba ilusi¨®n por la vida, adem¨¢s de un infinito amor por el ajedrez, pero este veterano gladiador no pudo superar las secuelas de un tumor cerebral. Muri¨® el pasado 30 de agosto en Par¨ªs, donde sus restos ser¨¢n inhumados -el d¨ªa 6, en Montparnasse- cerca de los de otro aje drecista inmortal, Alex¨¢nder Aliojin.Polugaievski lleg¨® dos veces a las semifinales del Mundial (1977 y 1980), pero carec¨ªa del instinto asesino que distingue a Fischer, K¨¢rpov y Kasp¨¢rov. En una de sus ¨²ltimas entrevistas, el gran maestro ruso propugnaba un esp¨ªritu rom¨¢ntico, hoy casi extinto de la alta competici¨®n: "Hay jugadores que s¨®lo piensan en ganar. A otros les preocupa en exceso c¨®mo hacerlo. Yo prefiero pecar de lo segundo. El ajedrez se est¨¢ volviendo un deporte puro. No creo que eso sea bueno para la faceta art¨ªstica de nuestro juego".

Las palabras de Valeri S¨¢lov, vencedor del torneo de homenaje a Polugaievski que se celebr¨® hace un a?o en Buenos Aires, en la ceremonia de clausura ser¨ªan un buen epitafio: "Es uno de los jugadores cuyo entendimiento del ajedrez va mucho m¨¢s all¨¢ de sus resultados. Tiene todo lo necesario para ser feliz: una mujer maravillosa, una profesi¨®n apasionante y muchos amigos". Millones de aficionados pensar¨¢n desde hoy que el viejo Polu merec¨ªa disfrutar de todo eso durante muchos a?os m¨¢s.