?No bajemos la guardia!
Aunque sea prematuro analizar los resultados de las acciones emprendidas por la OTAN en Bosnia desde el mi¨¦rcoles pasado, para alguien que, como yo, lleva m¨¢s de tres a?os denunciando la pasividad de. los organismos internacionales y de los Gobiernos, y defendiendo la necesidad de acciones militares en Bosnia como elemento esencial para acabar con las matanzas y lograr hacer entrar en raz¨®n a Belgrado y a sus secuaces serbobosnios, este cambio de rumbo exige hacer algunos comentarios y expresar una cierta satisfacci¨®n y bastantes temores.Por qu¨¦ ahora. El que esta decisi¨®n se haya tomado tras una de las tantas matanzas cometidas por los serbobosnios, y no 200.000 muertos antes; que no se tomara cuando fue atacada y capturada la zona protegida de Srebrenica y alrededor de 12.000 personas desaparecieron antes de que se descubrieran signos evidentes de excavaci¨®n de fosas comunes (detectadas por sat¨¦lites y aviones Awacs norteamericanos), indicar¨ªa hasta qu¨¦ punto las c¨¢maras de televisi¨®n tienen m¨¢s fuerza en la toma de decisiones pol¨ªticas que los an¨¢lisis serios o los horrores conocidos pero no filmados. E indica tambi¨¦n hasta qu¨¦ punto la respuesta aliada es reactiva y no necesariamente responde a un cambio de estrategia.
?Qu¨¦ hubiera pasado de no producirse y filmarse esa matanza? ?Habr¨ªa cambiado el discurso de todos los que se apuntaron de la noche a la ma?ana (literalmente) a la necesidad de firmeza y al aplauso por las acciones emprendidas?
Qu¨¦ se pretende. El lenguaje, siempre ambiguo, aplicado a los objetivos que se manejan por la ONU y la OTAN no permite saber hasta d¨®nde se pretende llegar con las actuales operaciones militares. ?Se trata s¨®lo de callar las armas pesadas, permitiendo que contin¨²en los francotiradores? ?O se trata de acabar con el cerco de Sarajevo y otras zonas protegidas, permitiendo a la aterrorizada poblaci¨®n recibir la ayuda que debe acabar con el hambre, la falta de agua, de luz, de gas, etc¨¦tera? El interrogante se aclarar¨¢ los pr¨®ximos d¨ªas en la medida en que se mantenga la operaci¨®n aliada hasta imponer a los serbios radicales la apertura, sin incidentes, del aeropuerto de Sarajevo y las rutas de acceso a la ciudad. Las rutas de asfalto, no la peligrosa, vergonzosa y casi clandestina ruta de monta?a del monte Igman. Y lo anterior, no porque se me ocurra a m¨ª, sino porque forma parte de las abundant¨ªsimas (76) resoluciones del Consejo de Seguridad.
Ser¨ªa particularmente vergonzoso que la euforia de los ciudadanos de Sarajevo, que creen que ahora s¨ª est¨¢ cerca el fin de m¨¢s de tres a?os de horror y de sitio, se viera defraudada por la ignominia de dejarles seguir muriendo de miedo, hambre y desesperanza o por el fuego de armas ligeras.
Qu¨¦ paz. Hasta ahora, la llamada comunidad internacional se ha contentado, en las negociaciones, con mediar entre los criminales y sus v¨ªctimas, mientras los primeros mataban, destru¨ªan, violaban, expulsaban y conquistaban con total impunidad. Han sido, de hecho, c¨®mplices de los horrores al no tomar partido por la defensa de las v¨ªctimas, de la poblaci¨®n civil, del Gobierno leg¨ªtimo, del derecho internacional, del derecho de guerra, de los derechos humanos. Estoy convencido de que la ca¨ªda de Krajina en Croacia y los ataques de la OTAN permiten pensar que los l¨ªderes serbios ser¨¢n m¨¢s proclives a la negociaci¨®n. Pero, ?qu¨¦ se les propondr¨¢ negociar? ?Una paz justa, que necesariamente incluye el juicio a los criminales de guerra, a los genocidas y violadores y el respeto a las normas de convivencia civilizada? ?O el reparto de los despojos de Bosnia entre esos criminales, con nombre y apellidos en el caso de algunos croatas y de los serbobosnios? No habr¨¢ paz en Bosnia si en el proceso negociador no se logra hacer justicia y sentar las bases para revertir en parte la limpieza ¨¦tnica, y si no se da el derecho a vivir y a ser respetados, como ciudadanos, a los que no quieren un pa¨ªs de territorios ¨¦tnicos o religiosos, sino un pa¨ªs de ciudadanos. Y me consta que son muchos. La paz no es s¨®lo un reparto de territorios. Y en nombre de la ONU o de la ausente Europa, no se puede proponer un proceso negociador que deje a las poblaciones civiles secuestradas en sus derechos undamentales por aquellos que han violado derecho.
Para terminar, no puedo negar un cierto placer morboso al c¨®mo se van subiendo, a rega?adientes quiz¨¢, al carro de la firmeza muchos que han negado desde el principio cualquier posibilidad de combinar la negociaci¨®n con una intervenci¨®n en¨¦rgica, incluyendo las opciones militares de diverso tipo; los que han pretendido que la paz llegar¨ªa por la mediaci¨®n pura y simple y que eran fan¨¢ticos del concepto de la exquisita neutralidad entre verdugos y v¨ªctimas. Qu¨¦ verg¨¹enza que nadie reconozca nunca sus errores o sus oportunismos, ni cuando cuestan a?os de horror y docenas de miles de civiles muertos. Y qu¨¦ verg¨¹enza que los partidos pol¨ªticos de este pa¨ªs, m¨¢s ocupados en destrozarse o en defenderse, no hayan tenido el tiempo de analizar y actuar sobre este peque?o problema del fascismo desatado en los Balcanes. Afortunadamente, la sociedad civil y la opini¨®n p¨²blica han dado muestra una vez m¨¢s de que van por delante de sus supuestos l¨ªderes. No bajemos la guardia.
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