Partidos y dinero
EL DESACUERDO existente sobre la aceptaci¨®n o no de las donaciones an¨®nimas, por una parte, y las de las empresas por otra, compromete el consenso que se intenta conseguir para la reforma de la actual ley de financiaci¨®n de los partidos. El asunto deber¨¢ discutirse en los primeros d¨ªas de septiembre en el seno de la comisi¨®n parlamentaria constituida en 1994 para investigar los esc¨¢ndalos de financiaci¨®n irregular de los partidos y estudiar una eventual reforma de la legislaci¨®n actual que evite nuevos casos Filesa, Naseiro, etc¨¦tera. El planteamiento es bastante equ¨ªvoco pues el mensaje que transmite es que tales esc¨¢ndalos fueron consecuencia de las insuficiencias de la legislaci¨®n existente. Lo cual es falso.En Espa?a existe una generosa financiaci¨®n p¨²blica de los partidos, que se canaliza por una triple v¨ªa: subvenciones para el funcionamiento ordinario, para gastos electorales y para los grupos parlamentarios. Entre 1978 y 1993 los partidos han recibido por esa triple v¨ªa unos 80.000 millones de pesetas. En 1995 recibir¨¢n unos 12.000 millones, de los que 9.000 lo son como subvenci¨®n al funcionamiento ordinario, es decir destinados a pagar los sueldos de sus permanentes, alquiler de sedes y gastos de funcionamiento. La cifra es superior en t¨¦rminos relativos a la de la mayor¨ªa de los pa¨ªses europeos. Si, pese a ello, los partidos han recurrido a sistemas irregulares de financiaci¨®n -cobro de comisiones ilegales y donaciones encubiertas- ha sido porque casi todos ellos han funcionado durante a?os con criterios poco escrupulosos: fijando los ingresos en funci¨®n de los crecientes gastos, y no al rev¨¦s; y complementando por tales v¨ªas ilegales el desfase entre unos y otros. As¨ª y todo, los partidos soportan deudas ingentes.
La comisi¨®n parlamentaria debe presentar propuestas de reforma de la ley tendentes a hacer m¨¢s transparentes las v¨ªas privadas de financiaci¨®n. El planteamiento, casi c¨ªnico por realista, plantea que, puesto que en todo caso habr¨¢ financiaci¨®n privada, m¨¢s vale que sea transparente. El PSOE, que defendi¨® la financiaci¨®n p¨²blica con el argumento de garantizar la igualdad de oportunidades, admite ahora dar mayor participaci¨®n a la privada, aunque mantiene sus reservas. Sostiene que si el criterio es la transparencia, deben eliminarse las donaciones an¨®nimas. La ley actual las permite, aunque con un tope un tanto arbitrario: el 5% del total destinado cada a?o por los presupuestos del Estado a la financiaci¨®n de la actividad de los partidos. Supone en 1995 un m¨¢ximo de unos 450 millones por partido. Cifra c¨®mica contrastada con los gastos.
A cambio propone ampliar de 10 a 25 millones anuales el tope que cada particular pueda regalar a un partido, pero quiere que se proh¨ªban las donaciones directas de empresas. La ley actual impide s¨®lo las donaciones de empresas con relaciones -de suministro, contrato de obras, etc¨¦tera- con la Administraci¨®n p¨²blica. El PP considera "inadmisible" esa limitaci¨®n que supone privar a los partidos de una fuente que produce, seg¨²n asegura, "entre el 15% y el, 20% de sus presupuestos".
El PSOE dice ahora que la opini¨®n p¨²blica interpretar¨ªa esas donaciones como el precio por alg¨²n favor de la Administraci¨®n. Cierto. Pero si es as¨ª, lo mismo ocurrir¨ªa en el caso de donaciones de particulares que tengan alg¨²n negocio. Los partidarios de estimular la financiaci¨®n privada sostienen que ¨¦sta favorece una gesti¨®n m¨¢s rigurosa que la dependiente de los fondos p¨²blicos. Habr¨¢ de verse. Lo seguro es que la espiral de gasto de los partidos ha creado una situaci¨®n en la que son imprescindibles un control y una transparencia que eviten no s¨®lo el abuso, sino tambi¨¦n la convicci¨®n popular de que existe.
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