Alex de la Iglesia arranca largas ovaciones con su pel¨ªcula 'El d¨ªa de la bestia'
Isabelle Huppert y Sandrine Bonnaire realizan grandes creaciones en 'La ceremonia'
El brit¨¢nico Kenneth Branagh present¨® ayer en el concurso In the bleak midwinter, una comedia endeble, de las que buscan las l¨ªneas de menor resistencia y el chiste f¨¢cil. Est¨¢ resuelta con oficio, en el sentido rastrero de la palabra. Por el contrario, La ceremonia, de Claude Chabrol, derrocha oficio noble y contiene dos excelentes actuaciones de Sandrine Bonnaire y, sobre todo, Isabelle Huppert, que borda su personaje. Fuera de concurso, la espa?ola El d¨ªa de la bestia fue interumpida por varias ovaciones, y en ella el joven ?lex de la Iglesia da un gran salto adelante y resuelve con desparpajo y brillantez un gui¨®n deficiente.
ENVIADO ESPECIALAcci¨®n mutante era un embarullado y torpe trabajo de aprendiz con ganas de llamar la atenci¨®n. De la Iglesia absorbi¨® en ¨¦l como una esponja sus errores y en El d¨ªa de la bestia ha aprendido a convertirlos -a su discutible, pero divertida, brillante y eficaz manera- en aciertos. La sesi¨®n para la prensa fue interrumpida por tres ovaciones, que celebraban la original y llamativa capacidad del cineasta para resolver visualmente con seguridad y con gracia situaciones de dif¨ªcil salida; e incluso para mantener en pie, durante casi dos horas, con gracia, con buena cadencia, con trepidaci¨®n a lo heavy y olfato para graduar lo inesperado, un gui¨®n hilvanado sobre una elemental secuencia de comic.La endiablada habilidad de ?lex de la Iglesia para encubrir con inventiva visual su falta de astucia verbal -un ejemplo entre muchos: "?se es mi abuelo, que le ha dado por ir desnudo", explica el protagonista, cuando si se hubiera limitado a se?alar al anciano con un escueto "Es mi abuelo" hubiera multiplicado la gracia de su evidente man¨ªa de ir por ah¨ª en cueros- da resultado y se intuye que este gran salto adelante del director vasco tiene potencialmente audiencia segura, abundante y merecida.
Credibilidad
Kenneth Branagh tiene en su equipaje una buena pel¨ªcula, Los amigos de Peter, dos regularcitas, Enrique V y Mucho ruido y pocas (muy pocas) nueces, y dos bodrios de mucha consideraci¨®n, las espantosas Frankenstein y Dead again. Su nueva comedia, In the bleak midwinter, est¨¢ m¨¢s cerca de las regularcitas que de los espantos, y tiene toda la pinta de ama?o habilidoso, hecho con cuatro cuartos, para sacarse con lo contrario la opulenta espina del estruendoso fracaso de Frankenstein. Es presumible que recupere algo de la credibilidad que le proporcion¨® Los amigos de Peter, pero su manera de mandar aqu¨ª a Hollywood a freir esp¨¢rragos es poco convincente, por demasiado indulgente consigo mismo. Por otro lado, su ausencia de la pantalla en un filme que tiene un personaje escrito para ¨¦l es un indicio de inseguridad que choca con la (probablemente bals¨¢mica) seguridad de su rechazo. Nadie, en efecto, le dict¨® la ret¨®r¨ªca vaciedad con que interpreta al doctor Frankenstein; y su orgullo profesional parece herido a causa del revolc¨®n que, por contraste, le proporcion¨® la sobriedad interpretativa de Robert de Niro en su recreaci¨®n del monstruo.Si Branagh saca adelante su comedia con oficio marrullero, Claude Chabrol da en La confesi¨®n lecciones de ese buen oficio que Jean Renoir consideraba -coincidiendo, desde un punto de partida opuesto, con Alfred Hitchcock- la mec¨¢nica y la fuente de la inspiraci¨®n ese caldo de cultivo que es la precisi¨®n de cineasta artesano para que de ¨¦l surja el cineasta creador. Logra Chabrol una de sus buenas pel¨ªculas, que gracias a dos mediaciones impagables, las de Sandrine Bonnaire y (mucho m¨¢s) Isabelle Huppert, consigue volar por todo lo alto. Filme de superficie calmosa, pero dur¨ªsimo en sus fondos, nos devuelve al Chabrol m¨¢s radical: "La pel¨ªcula trata de la lucha de clases, por eso es actual. ?Qui¨¦n es el ciego que dice que la lucha de clases se ha acabado, cuando no ha hecho m¨¢s que comenzar?", dijo ayer. Su obra va de eso y a fondo, sin barreras de cautela y sin otro endulzamiento que el de la iron¨ªa mort¨ªfera de dos muchachas francesas sublevadas.
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