Arafat impone la mordaza a la prensa
La legislaci¨®n aprobada por la Autoridad Nacional Palestina busca silenciar a los cr¨ªticos
"La prensa es libre". Hasta el segundo art¨ªculo todo va bien: la ley de prensa aprobada recientemente por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de Yasir Arafat responde a las aspiraciones democr¨¢ticas de sus l¨ªderes. Pero la impresi¨®n dura poco: seis art¨ªculos m¨¢s tarde, el periodista sigue siendo libre siempre y cuando no escriba nada que atente contra la verdad, la unidad nacional, la moral, las doctrinas religiosas o las convicciones personales e incite al sectarismo, el odio o el fanatismo. T¨¦rminos que hacen de esta ley un instrumento eficaz en las elecciones palestinas previstas para finales de a?o y reflejan los constantes esfuerzos de Arafat por silenciar a sus cr¨ªticos.Ahora Maruan Abu Zalaf prefiere la censura militar israel¨ª a la palestina. El director de Al Quds, el primer diario palestino publicado en Jerusal¨¦n y tradicionalmente a favor de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), nunca hubiera pensado hacer esta elecci¨®n. "Me siento mucho m¨¢s seguro aqu¨ª que en Gaza", confiesa.
Aunque Jibril Rajub, el temido jefe de los servicios de seguridad palestinos con sede en Jeric¨®, tiene el brazo largo. El pasado 18 de agosto, Abu Zalaf recibi¨® la visita de uno de sus hombres "aconsej¨¢ndole" que cerrara el peri¨®dico al d¨ªa siguiente por "razones t¨¦cnicas". En su portada: una entrevista de Faruk Kadumi, el jefe del departamento pol¨ªtico de la OLP, demasiado cr¨ªtico con Arafat. Abu Zalaf opt¨® por la prudencia y cerr¨®.
En noviembre del a?o pasado, la polic¨ªa palestina prohibi¨® la difusi¨®n de todos los peri¨®dicos en la franja aut¨®noma por "causa del mal tiempo". La v¨ªspera, 13 palestinos hab¨ªan muerto en los enfrentamientos m¨¢s violentos entre integristas y fuerzas del orden.
Por aquel entonces, fue interpretado como uno de los arrebatos de Arafat. Ahora ya es legal. El pasado 25 de junio, el jefe de la ANP aprob¨® una ley de prensa de 50 art¨ªculos que regulan desde las penas de prisi¨®n por difamaci¨®n hasta la titulaci¨®n y nacionalidad del director de una revista especializada.
La ley de prensa habla por s¨ª sola. Considera "inadmisible" publicar algo contra "la responsabilidad nacional, los derechos humanos y el respeto a la verdad"; insta a los periodistas a escribir de forma "objetiva, equilibrada e ¨ªntegra" siempre que no sea sobre la polic¨ªa palestina o la moneda nacional, que todav¨ªa no existe. Utilizar seud¨®nimo est¨¢ prohibido y los directores de publicaciones especializadas, editoriales, centros de sondeo, oficinas de traducci¨®n, agencias de publicidad y bibliotecas deben tener nacionalidad palestina o en caso contrario "haber trabajado para la OLP".
Por si quedaran algunas dudas, para crear un diario se necesita un capital m¨ªnimo de 25.000 dinares jordanos (unos 5,5 millones de pesetas), una fortuna inalcanzable en Gaza, requisito que pueden eludir las publicaciones de partidos pol¨ªticos (siempre que no caigan en el sectarismo). Importar revistas extranjeras requiere una autorizaci¨®n especial del Ministerio de Cultura, que adem¨¢s debe recibir por adelantado una copia de todo lo que se vaya a imprimir.
Las penas son variadas: confiscaci¨®n de ejemplares, cierre temporal, un mes de prisi¨®n por difamaci¨®n, cuatro por recibir "instrucciones o participaci¨®n extranjera". Unas medidas que se aplicar¨¢n tambi¨¦n en las ciudades de Cisjordania que pasen a manos de la autoridad palestina.
Los periodistas palestinos ven lo que se avecina, pero reaccionan con fatalismo. "Con o sin ley, si quieren encerrarnos lo har¨¢n", dice Nagi Abed Rauf, el subdirector de An Nahar, el segundo peri¨®dico despu¨¦s de Al Quds, de reconocidas tendencias projordanas, lo que le puso desde el principio en el punto de mira de Arafat.
De hecho, la prensa palestina ha optado por el peligroso compromiso de la autocensura hasta las elecciones palestinas. Vuelve a surgir la vieja excusa de la fragilidad de las instituciones en periodos de transici¨®n. "Una vez que hayamos elegido a nuestros dirigentes podremos pedirles cuentas", dice Abu Zalaf. M¨¢s realista, Abed Rauf recuerda que "en el mundo ¨¢rabe hay una regla: puedes criticar a los ministros pero nunca al jefe". Arafat har¨¢ que lo recuerden.
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