Un jard¨ªn sin flores
Ronda es un monumento maravilloso y la corrida Goyesca un motivo suficiente para visitarla y hacer un viaje imaginario por lo que fue alg¨²n d¨ªa una fiesta de arte y valor y que hoy han convertido en un espect¨¢culo triste y aburrido.Ronda es historia viva del toreo, y la Goyesca, una p¨¢gina brillante, enchida de renglones emocionantes protagonizados por bravos toros y toreros valerosos. Pero todo eso ya es historia polvorienta. Lo de ahora es un gran t¨®pico, bell¨ªsimo en lo superficial, pero sin contenido taurino. La Goyesca de hoy es una mala imitaci¨®n de una estampa antigua; un jard¨ªn sin flores que se desarrolla en un marco de extraordinar¨ªo sabor, al que le falta la savia brava de los toros y la emoci¨®n de los toreros.
Domecq / Joselito, Barrera, Rivera
Toros de Juan Pedro Domecq, bien presentados, inv¨¢lidos y descastados.Joselito: estocada (ovaci¨®n); pinchazo y estocada (silencio). Vicente Barrera: pinchazo hondo y dos descabellos (ovaci¨®n); estocada y descabello (oreja). Rivera Ord¨®?ez: dos pinchazos y estocada (ovaci¨®n); dos pinchazos y estocada corta (vuelta). Plaza de toros de Ronda, 9 de septiembre. XXXIX corrida Goyesca. Lleno.
La plaza se llen¨®, lo que dice mucho de la fuerza de la tradici¨®n; y la gente se aburri¨® sobremanera, lo que define lo que ocurri¨® en el ruedo. Por no haber, no hubo toros; no brillaron los toreros, los banderilleros estuvieron perdidos y los picadores no actuaron.
Los toros de Juan Pedro Domecq, unos inv¨¢lidos y descastados armarios, no permitieron faenas para tirar cohetes. Cuatro de ellos se sosten¨ªan de pie a duras penas y mordieron el polvo en numerosas ocasiones. Los toreros j¨®venes, fieles hijos de su ¨¦poca, no les fueron a la zaga. Joselito se encontr¨® con dos muertos vivientes y el torero se puso a su altura. Barrera cort¨® una oreja sin peso tras una faena aseada y sin hondura al inv¨¢lido quinto. Naufrag¨®, sin embargo, en su primero, que embisti¨® repetidamente, pero con el que estuvo pesado y mon¨®tono.
Los ¨²nicos instantes de emoci¨®n los protagoniz¨® en el sexto Rivera Ord¨®?ez, muy valiente, que consigui¨® momentos brillantes, sobre todo en unos largos y templados naturales. Al final, la dicha dur¨® poco porque el torero no acert¨® con el estoque.
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