Autenticas, mentiras
En la arquitectura popular madrile?a, que abarca desde el siglo XIX hasta nuestros d¨ªas, "se muestra una peculiar manera de tratar las fachadas que se expresa claramente, en viviendas, posadas y mesones. Se trata de una forma caracter¨ªstica de guarnecer los muros: el enfoscado a la madrile?a. Esta forma de ocultar en los muros los huecos dejados por la f¨¢brica de ladrillo (mechinales) se llevaba a cabo con mor tero (una decal y otra de arena) y enluc¨ªa las facha das con un ins¨®lito juego al que los franceses, que son muy finos, llaman trompe l'oeil y nosotros trampantojo, con la intenci¨®n de poner trabas a los, gabachos para su pronunciacion.Se trata en efecto,de un enga?o que finje dinteles y jambas en los huecos de la fachada, simulando ricos m¨¢rmoles o piedras berroque?as, donde s¨®lo hay un pobre mortero o argamasa sabiamente decorado. Se crean enga?osos relieves con sombras que dan la impresi¨®n de grosor y rugosidades hechas con pintura al temple. Tambi¨¦n se simulan, los almohadillados de las piedras de siller¨ªa en las esquinas, falsamente labradas con efectos de pintura.
Esta ingenua y bella mentira madrile?a, cuya tradici¨®n me temo que se ha perdido, no pretend¨ªa enga?ar si no animar, con los escasos recursos disponibles, las fachadas de viviendas y establecimientos p¨²blicos. Seg¨²n la estricta definici¨®n esto, ser¨ªa lo cursi, pues tiene que ver con aquello que pretende elegancia y riqueza sin conseguir m¨¢s que mal gusto.
Pero hoy, sabemos lo transitorias que resultan las oscifaciones del gusto y lo cursi que puede resultar una arquitectura que incorporamos materiales, pulidos m¨¢rmoles y lujosas carpinter¨ªas bronceadas, por muy aut¨¦nticas que sean.
Me voy a atrever a decir que toda arquitectura, sea popular, civil, p¨²blica y no digamos la comnemorativa, tiene algo de fingimiento, de escenograf¨ªa y, al fin, de impostura. Aunque sin duda habr¨¢ excepciones a tan radical afirmaci¨®n, yo no puedo encontrarlas ni siquiera en aquellos racionalismos que, en nuestra juventud, nos predicaban un, austero ascetismo de formas y fondos al grito de "ornamento es delito".
Hoy consideramos lo mucho que nos aburrieron aquellas severidades de la Bauhaus, por ejemplo, y lo delictivamente ornamentales que resultaron algunas arquitecturas con profusi¨®n de perfiles met¨¢licos de exquisito dise?o, que no soportaban carga alguna y que dieron fama y fortuna a m¨¢s de un arquitecto que subi¨® a los altares con m¨¢s pecados de los que quiso confesar.
Como en muchas otras actividades humanas, en arquitectura el aburrimiento es pecado mortal, y no debe confundirse con la seriedad.
Una de las m¨¢s hermosas y divertidas mentiras arquitect¨®nicas la he visto ¨²ltimamente en la calle 70 Oeste de Manhattan donde no es dif¨ªcil quedarse boquiabierto sin pudor alguno. Se trata de un edificio ecl¨¦ctico donde los haya, mezcla de estilos asirio, sumerio y egipcio, frente al cual y desde la calle se puede disfrutar de la visi¨®n de un ins¨®lito remate compuesto por una galer¨ªa de columnas con capiteles lo informes, flanqueada por cuatro figuras. sedentes de sendos faraones cual si del Valle de los Reyes se tratara. La parte baja de este edificio de apartamentos est¨¢ adornada con bajorrelieves asirios y figuras de toros alados antropoc¨¦falos. Sobre la puerta de entrada, un friso en el que no se priva uno de nada, pues est¨¢n presentes Horus, Isis, un fara¨®n t¨¦cibiendo las coronas del Alto y Bajo Eg¨ªpto, y si no recuerdo mal, un jerogl¨ªfico con todas las divinidades en riguroso orden din¨¢stico. De la fachada emergen seis g¨¢rgolas con cabeza de drag¨®n cuidadosamente realizadas en cer¨¢mica de vivo! colores. Casi nada Me voy a dar el gusto de ofrecerles, a ustedes un dibujo aproximado, porque esto, hay que verlo.
En algunas posadas de, la Cava Baja, la peque?a y hermosa mentira del enfoscado a la madrile?a le hace sentirse a uno en casa.
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