Ruin danza c¨®mica
En el momento en que muri¨® Antonio Maura Ortega sugiri¨® que lo que hab¨ªa significado en la pol¨ªtica espa?ola no era otra cosa que la interrupci¨®n de la "ruin danza c¨®mica" en que habitualmente ¨¦sta consist¨ªa. El tono habitual no ha cambiado con el transcurso del tiempo: sigue siendo el entrem¨¦s, con aquella ausencia de realidad y de vida que ya diagnostic¨® el fil¨®sofo. Comicidad y ruindad se complementan para empeorar el conjunto. Todo dar¨ªa un poco de risa si no fuera porque tiene un mucho de tr¨¢gico.V¨¦ase, si no, el caso de las declaraciones del se?or ?lvarez Cascos. Hemos pasado de manera sucesiva de una politizaci¨®n excesiva de la justicia, de la que fue culpable el PSOE cuando cambi¨® la composici¨®n del Consejo General, a una judicializaci¨®n de la pol¨ªtica en la que las culpas est¨¢n m¨¢s compartidas, las de unos por delinquir y las de otros por aprovechar la megaloman¨ªa medi¨¢tica de alg¨²n juez. Ser¨ªa, por tanto, deseable no empeorar la situaci¨®n. Se hace, sin duda, cuando se conmina al poder judicial a coincidir con el supuesto veredicto de la opini¨®n p¨²blica. Esas cosas sencillamente no deben decirse porque un partido de centro-derecha est¨¢ obligado a una especial delicadeza en este aspecto, porque el famoso "Yo acuso" de Zola es posterior al error judicial y porque, como bien dice el PP, responsabilidades pol¨ªticas y penales son distintas. De todos los modos, lo peor del caso no es la afirmaci¨®n, sino lo que denota. Cuando se mete la pata es signo de madurez reconocerlo antes de sacarla; en cambio, es s¨ªntoma de lo contrario el empecinamiento. El PP ha crecido ya mucho a base de errores de los dem¨¢s -nada le va a producir m¨¢s votos que los huevos arrojados en Barcelona-, pero ahora debiera ampliar la exhibici¨®n de su responsabilidad.
Los malcasados suelen concluir en divorcio, pero resulta de muy mal gusto la escenificaci¨®n de tragedias conyugales ante las visitas. Si CiU hubiera estado en el Gobierno, la ruptura con el PSOE, se hubiera producido antes y no habr¨ªa sido necesario representar una especie de tragedia wagneriana, en la que cuanto anteayer era necesario desde los m¨¢s fundamentales intereses de la democracia hoy resulta tan s¨®lo un procedimiento para magnificar distancias pol¨ªticas. O la ausencia de comisiones de investigaci¨®n, el 15% de IRPF dedicado a la financiaci¨®n auton¨®mica y los presupuestos como instrumento de recuperaci¨®n econ¨®mica obedecen a intereses colectivos o no. Lo que no se puede argumentar, ante una sociedad ya maltra¨ªda desde hace tiempo, es que en unas ocasiones s¨ª y en otras no. Con el PSOE hay millones de razones para romper, pero una no puede ser que exista otro candidato a la Presidencia cuando no ha cambiado el programa y todav¨ªa ni siquiera se sabe qui¨¦n es. Algo va muy mal cuando Jordi Pujol, un pol¨ªtico admirable en tantos aspectos, da la sensaci¨®n de padecer el peor de los males que pueden imaginarse en un pol¨ªtico, al autismo. Tanta responsabilidad sobre el porvenir, tantos a?os en el poder, tanta incertidumbre propia en la actualidad y tanta concentraci¨®n en sus manos de las decisiones parecen ser los culpables.
En el PSOE, la danza ha sido sustituida por la par¨¢lisis, pero cuando existe tiene m¨¢s de ruin que de c¨®mica. El espect¨¢culo, de Barrionuevo de esta semana ha cumplido todas las previsiones. Como en Sancrist¨®bal, al gesto de agitada m¨¢scara solanesca le ha sustituido la mirada trasl¨²cida y el rostro aconejado. El espectador empieza a sentir lo que en el momento de la agon¨ªa de Franco: una distancia infinita respecto del personaje, cierta piedad humana y unas fervorosas ganas de que lo inevitable se produzca cuanto antes. Pero, vista la cuesti¨®n en t¨¦rminos pol¨ªticos, no puede menos que lamentar que todo un partido se vea en la tesitura en que el ex ministro le ha colocado. Como m¨ªnimo, eso pasa por hablar a destiempo de cloacas y de ah¨ª s¨®lo se empieza a salir con un nuevo candidato a la Presidencia.
Porque -y esto es decisivo- la ruin danza c¨®mica no viene impuesta por nadie. "Todo esto no era inevitable", sentenci¨® Meinecke cuando Hitler lleg¨® al poder. Sin ponerse tr¨¢gicos no viene mal recordar que, al menos, las cosas pueden hacerse un poquito mejor.
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