Mutis
La presente legislatura est¨¢ a punto de quebrar, v¨ªctima tard¨ªa de pret¨¦ritas negligencias causadas por irresponsabilidad gubernamental. Y con ella, acabar¨¢ tambi¨¦n el trecenio de poder socialista, cuya ejecutoria se enfrenta al juicio sumar¨ªsimo de la opini¨®n p¨²blica. Advi¨¦rtase la catadura moral de nuestra sociedad, que consinti¨® en su momento con tibia tolerancia la comisi¨®n de unos hechos criminales t¨¢citamente dados por supuestos mientras se estaban produciendo de modo clandestino, pero que a?os despu¨¦s, cuando por fin se hacen p¨²blicos con calculada ingenier¨ªa judicial, generan una hip¨®crita oleada de intransigencia. Pero as¨ª somos los espa?oles: permisivos con los presuntos culpables mientras preserven (o adquieran legalmente) su impunidad formal, pero intransigentes con quienes no puedan evitar el p¨²blico reconocimiento de su flagrante responsabilidad. De ah¨ª que cierto cinismo medi¨¢tico haya impuesto el culto a la delaci¨®n y la sospecha, logrando que la ciudadan¨ªa se convierta en acusaci¨®n airada con la esperanza retrospectiva de lavar su mala conciencia.Ignorarlo le ha costado a Gonz¨¢lez convertirse en un apestado pol¨ªtico: en el paria mayor del reyno, con el que ya ni siquiera los fenicios aceptan pactar. De ah¨ª que, siendo un cad¨¢ver pol¨ªtico (aunque capaz todav¨ªa de presentar batalla electoral despu¨¦s de muerto), lo ¨²nico que de ¨¦l interesa es la ejecuci¨®n de su testamentar¨ªa. Y no me refiero s¨®lo a la cuesti¨®n sucesoria (pues deber¨¢ ser Gonz¨¢lez quien presida su propio entierro, si es que sus herederos quieren disponer todav¨ªa de alg¨²n legado que capitalizar), sino al calendario de la agon¨ªa: ?cu¨¢ndo deben convocarse las elecciones que certifiquen su defunci¨®n pol¨ªtica? La discusi¨®n pudiera parecer bizantina, si consideramos la estrechez de la horquilla que separa las distintas propuestas. Pero no hay bizantinismo alguno, pues se trata de una cuesti¨®n capital: y no me refiero al capital presupuestario, que a nadie interesa ya, sino al ¨²nico que cuenta en pol¨ªtica, que es el capital electoral.
El poder reside en los votos. Pero el voto depende de factores esc¨¦nicos: de c¨®mo se representen las propias fuerzas ante la opini¨®n p¨²blica. Lo ha dicho Gonz¨¢lez en su gira por Oriente Pr¨®ximo: no empujen. Antes de entrar, dejen salir: pero sin empujar. Lo cual puede interpretarse a la manera de la honra calderoniana: Gonz¨¢lez desea abandonar el poder sin que le echen, decidiendo ¨¦l fecha y forma de salida. Es decir, haci¨¦ndolo por su propio pie, con la cabeza bien alta y, a ser posible, revestido de toda la dignidad que consiga representar. Pero no se trata s¨®lo, como en el teatro, de hacer un buen mutis, pues no estamos ante una tragicomedia, sino frente a un cat¨¢rtico drama pol¨ªtico. Y no es puro teatro porque lo que est¨¢ en juego es el reparto del capital electoral. Todos hacen electoralismo: y Gonz¨¢lez no menos que Pujol, Anguita o Aznar (aunque a estos ¨²ltimos se les llene la boca con ret¨®ricas protestas de santa indignaci¨®n ofendida). Por eso Pujol traiciona a Gonz¨¢lez para no cederle demasiados votos al PP, Aznar se encabrita para adquirir mayor¨ªa absoluta y Anguita pontifica para heredar los votos que dejar¨¢ hu¨¦rfanos el poder socialista.
Y Gonz¨¢lez igual. Su mutis, aunque parezca un wagneriano crep¨²sculo de los dioses, obedece a una calculada puesta en escena: ?qu¨¦ momento elegir para que ahorre la mayor parte posible de capital electoral? Lo cual conduce a la pregunta clave: el mutis de Gonz¨¢lez, ?debe producirse antes de las elecciones (designando otro candidato sucesor) o s¨®lo despu¨¦s, tras ser derrotado por fin? Frente a tantas razones en contra (incluida la aparente decisi¨®n del afectado), creo que debe producirse despu¨¦s. Y no s¨®lo por inter¨¦s electoral (pues s¨®lo Gonz¨¢lez puede impedir la temible mayor¨ªa absoluta del PP), sino por imperativo ¨¦tico: ya que en su momento no asumi¨® su responsabilidad pol¨ªtica ante el Parlamento, ahora Gonz¨¢lez no tiene derecho a evadirse de su responsabilidad ante sus electores, pues hacer mutis como candidato ser¨ªa abdicar del compromiso moral contraido con ellos.
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