Una v¨ªctima de la dictadura argentina propina una paliza al capit¨¢n Astiz, acusado de torturador
Alfredo Ch¨¢vez es un empleado de la municipalidad de San Carlos de Bariloche que demostr¨® con una patada en los test¨ªculos su oposici¨®n al indulto presidencial y a las leyes de obediencia debida y punto final concedidas por la democracia argentina a la direcci¨®n castrense de la ¨²ltima dictadura (1976-1983). Acompa?¨® el puntapi¨¦ con dos pu?etazos a la nariz del altivo capit¨¢n de fragata Alfredo Astiz, uno de los oficiales m¨¢s despreciados entre las v¨ªctimas de la represi¨®n y condenado a cadena perpetua en Francia por el asesinato de dos monjas francesas. Astiz, implicado tambi¨¦n en la muerte de una adolescente sueca y en otros horrores, ha denunciado judicialmente a su agresor.Inevitablemente, este relato de la venganza ocurrida en la localidad tur¨ªstica, sede en octubre de la V Conferencia Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, contiene palabras gruesas porque su reiteraci¨®n durante la paliza confirman el encono existente y la distancia por cubrir en Argentina hasta: la deseada y dif¨ªcil reconciliaci¨®n. Todas ellas fueron pronunciadas por el furibundo funcionario, uno de tantos desaparecidos entre los meses de mayo Y diciembre de 1978, e inquilino en ese periodo de un campo de concentraci¨®n, una comisaria y, dos c¨¢rceles.
Consecuente, Alfredo Astiz, de 43 a?os, ser¨¢ defendido por el estudio jur ¨ªdico encargado de lograr la absoluci¨®n del criminal de guerra nazi Erich Priebke, cuya extradici¨®n tramitan Italia y Alemania. Seg¨²n el jefe de la Armada, almirante Molina Pico, este arma no se involucrar¨¢ en el juicio, que abordar¨¢ la primera agresi¨®n f¨ªsica sufrida por un militar implicado en la guerra sucia del periodo m¨¢s negro de la historia nacional.
Los hechos sucedieron a las nueve de la ma?ana del pasado rimero de septiembre en una parada de autobuses hacia las pistas de esqu¨ª de Bariloche, cuyo concejo deliberante hab¨ªa declarado persona no grata al militar, decisi¨®n adoptada anteriormente por la gubernamental Uni¨®n C¨ªvica Radical (UCR) en la provincia de Santa Fe. Transe¨²nte en su coche, Ch¨¢vez, de 36 a?os, crey¨® reconocer al ¨¢ngel rubio (Astiz) y dio tres vueltas, hasta cerciorarse de que as¨ª era. "?Vos sos Astiz?". "S¨ª. ?Y vos qui¨¦n sos?". "No importa. Sos un hijo de puta, asesino de adolescentes. Sos un reverendo hijo de puta...". Llovieron los golpes. "?Paren a este loco de mierda!", pidi¨® a gritos la joven que acompa?aba al oficial, abrazada a Ch¨¢vez tratando de contenerle.
Sin soltar su presa, respond¨ª¨® el justiciero: "?El hijo de puta que ten¨¦s al lado mataba muchachitos por la espalda!".
Este s¨¢bado, Ch¨¢vez, m¨¢s calmado, dijo que no se trataba de nada personal, sino una forma de expresar "lo que siente la sociedad ante la imposibilidad de quedar satisfechos por el resultado del juicio a Astiz".
Pol¨¦mico ascenso
Las recientes manifestaciones de Molina Pico en el sentido de que el capit¨¢n re¨²ne las cualidades morales suficientes como para ser ascendido enfurecieron al embajador de Francia, quien excluy¨® al almirante argentino de la lista. de invitados a una recepci¨®n por la fiesta nacional, y ¨²nicamente se retract¨® cuando el desplante amenazaba con una crisis bilateral seria.El seminario Noticias public¨® en junio una historia con declaraciones atribuidas a Astiz, primer espada en el Grupo de Tareas 3.3.2 de la dictadura, que operaba en la Escuela de Mec¨¢nica de la Armada."Mi vida est¨¢ arruinada por el resto de mis d¨ªas, pero se la entrego a la patria y a la Armada. Yo s¨®lo cumpl¨ª con mi deber", dijo el oficial, amante de la buena vida y las mujeres hermosas, y admirado como hombre de armas por muchos de sus camaradas y alumnos en la Direcci¨®n de Instrucci¨®n Naval. "Si a Scilingo [ex militar que denunci¨® c¨®mo desde aviones se arrojaban prisioneros vivos al mar] le ofrecieron un mill¨®n de d¨®lares en Hollywood, ?cu¨¢nto pagar¨ªan por mi autobiograf¨ªa, que, por otro lado, estar¨ªa llena de verdades? Dos, cinco o diez millones. S¨®lo tendr¨ªa que pedir, pero no soy de esos.
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