"La televisi¨®n alimenta la fascinaci¨®n las atrocidades"
"El atractivo de la violencia como espect¨¢culo no ha desaparecido con el progreso. Hoy seguimos fascin¨¢ndonos por atrocidades en fotograf¨ªas, en v¨ªdeos y en la televisi¨®n. No estamos tan lejos de los romanos que iban a los circos ni de las masas que acud¨ªan a los pat¨ªbulos", afirma Luis Rojas Marcos. Premio Espasa de Ensayo por su trabajo sobre Las semillas de la violencia, cree que la televisi¨®n puede consolidar esa fascinaci¨®n, pero tambi¨¦n puede cumplir el papel opuesto.Desde su reci¨¦n estrenado puesto de responsable de los hospitales y del sistema de salud p¨²blica de Nueva York, Rojas Marcos distingue entre las estad¨ªsticas -los famosos 8.000 asesinatos y 100.000 actos de violencia presenciados en televisi¨®n por los ni?os en Estados Unidos cuando han cumplido 12 a?os- y los mensajes m¨¢s sutiles.
Pregunta. ?Cu¨¢les son los mensajes peligrosos?
Respuesta. Lo peor es aquello que refuerza los contenidos pro violencia de la cultura. Por ejemplo, las im¨¢genes que fomentan el culto al macho, al hombre que va a resolver los problemas por la fuerza; las que glorifican la competitividad: que siempre tenga que haber ganador y perdedor, v¨ªctima y verdugo en los deportes, en el trabajo, en las relaciones de pareja... Las im¨¢genes que fomentan el concepto de los otros", grupos que deshumanizamos, que no son como "nosotros", grupos que pueden ser inmigrantes, negros, homosexuales... Esos son los mensajes peligrosos, los de violencia amoral, no los de violencia grotesca y obvia.
P. ?Cu¨¢nto hay de semilla de violencia en la televisi¨®n?
R. Hoy no podemos vivir sin televisi¨®n. Tendemos a rechazarla como otros aspectos de la civilizaci¨®n pensando que el pasado era mejor, pero ¨¦sa es nostalgia del pasado y su mejor ant¨ªdoto es el conocimiento de la historia. La televisi¨®n hace mucho bien como fuente de informaci¨®n, como factor de cohesi¨®n y como refuerzo de la democracia. El peligro de la semilla de violencia est¨¢ en una televisi¨®n que narcotice al ni?o, que fomente estereotipos discriminatorios, que no alimente entre los j¨®venes la necesidad de apreciar la vida, la compasi¨®n por el sufrimiento ajeno, que no estimule la capacidad humana de ponemos en el lugar del otro. La televisi¨®n peligrosa es la que afianza el desequilibrio entre aspiraciones y oportunidades: esa televisi¨®n que nos bombardea con los ideales de todo tipo, de c¨®mo ser f¨ªsicamente, del ¨¦xito, pero que luego no nos dice las oportunidades reales que tenemos para poder lograr esas aspiraciones. Ese desequilibrio es un enga?o da?ino.
P. ?La televisi¨®n puede alterar los comportamientos?
R. Los estudios de impacto indican que a partir de los 28 o 29 a?os la televisi¨®n no es eficaz como agente provocador de violencia. Puede tener cierto efecto de agresividad a corto plazo sobre, algunos j¨®venes ya predispuestos hacia la violencia. Pero tambi¨¦n hay que tener en cuenta las personas para las que la televisi¨®n juega un, papel de catarsis, personas que reprimen y disminuyen sus tendencias violentas gracias a la televisi¨®n. Aprendemos desde muy j¨®venes a distinguir con claridad la diferencia ¨¦ntre fantas¨ªa y realidad, a discriminar los comportamientos aceptables y prohibidos, y no creo que la televisi¨®n autom¨¢ticamente cambie los comportamientos o implante ciertas tendencias. Lo que en todo caso hace es alimentar la fascinaci¨®n que tenemos hacia las atrocidades.
P. ?Y los ni?os? ?Es tan perjudicial el mensaje violento de los dibujos animados?
R. El peligro de los dibujos animados est¨¢ m¨¢s en el tiempo que los ni?os pasan delante del televisor; en el televisor como canguro. En esas dos o tres horas de televisi¨®n diarias en las que los ni?os no aprenden las actividades socializantes que necesita n veo yo m¨¢s el peligro de la televisi¨®n, y no en im¨¢genes o caricaturas que los ni?os saben perfectamente que no son realidad.
P. ?Est¨¢ a favor de las limitaciones horarias, del discutido chip antiviolencia para bloquear ciertos programas?
R. La sociedad debe exigir a las cadenas que sean conscientes del enorme poder que tienen y de su responsabilidad social. Pero no soy partidario de censurar la televisi¨®n, sino de. que los consumidores nos concienciemos de lo que es bueno y lo que es perjudicial.-
P. ?Qu¨¦ cambios b¨¢sicos hay en la cultura de la violencia?
R. En este momento hay una especie de culto a lo degenerado. E un poco la atracci¨®n por lo despreciable, por lo infame, que refleja la ¨¦tica de frustraci¨®n de los j¨®venes. Antes, en las pel¨ªculas, los protagonistas se salvaban al final. Hoy no se cree en la redenci¨®n.
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