Madrid cosmopolita
No hay lugar m¨¢s a prop¨®sito para reivindicar la cosmopolitizaci¨®n de la cultura auton¨®mica madrile?a que el Ritz, el m¨¢s cosmopolita de los hoteles de la ciudad, donde desayunaron, en calidad de asesores culturales de Gallard¨®n y Villapalos, 20 intelectuales y artistas a cuenta del peculio comunitario. Los voluntarios elegidos que forman parte de este Consejo de la Cultura convocado por el consejero Villapalos coincidieron de forma casi un¨¢nime en reclamar, entre afrancesado cruas¨¢n y helvetizante suizo, menos casticismo y m¨¢s cosmopolitismo. Desgraciadamente, el alcalde, ?lvarez del Manzano, defensor de lo m¨¢s apolillado del casticismo pichi del organillo, zarzuela y querm¨¦s, no estaba presente en el ¨¢gape matutino, ahorr¨¢ndose una ocasi¨®n de sonrojarse.La elecci¨®n del Ritz tiene su intr¨ªngulis; el emblem¨¢tico hotel madrile?o es, como ya dije, el m¨¢s cosmopolita de los establecimientos del Foro, pero su nombre tiene tambi¨¦n connotaciones castizas, como podr¨ªan atestiguar Lilian de Celis y Olga Ramos, in t¨¦rpretes. de un famoso cupl¨¦ castizo, Las tardes del Ritz, que glosa el relajado ambiente de los t¨¦s danzantes (meriendas en el cantable) que se celebraban en sus salones, punto de encuentro de "se?oritos calaveras, de esos que se pintan lunares y ojeras",. viejos verdes y se?oritas alegres que manejaban a los caballeros como "los mu?ecos en el Pim, Pam, Pum". Nada m¨¢s alejado del ambiente intelectual y severo de estos desayunos culturales. Aunque en la lista del consejo figure una bailarina, la cubana Alicia Alonso, que a su provecta edad no debe estar para muchos trotes, y pese a la presencia de Agatha Ruiz de la Prada, perejil ecol¨®gico y picante de todos los guisos que se cocinan en Madrid, el consejo est¨¢ mayoritaria mente integrado por sesudos varones con ojeras leg¨ªtimas conseguidas tras largas noches de duro trabajo intelectual. Las mujeres quedan, desde luego, en franca minor¨ªa, tres entre 26, a?adiendo a las dos citadas el nombre de la historiadora Carmen Iglesias.
El vilipendiado casticismo madrile?o, recuerdo a las consejeras y consejeros, es un c¨®ctel de lo m¨¢s cosmopolita, aunque se haya quedado, rancio con el paso del tiempo, una momia ap¨®crifa a la ue muy a menudo sacaba a bailar en un ladrillo don ?ngel Matanzo y a la que sigue cortejando, a cierta distancia para que no le empolve el terno, el alcalde ?lvarez. El cupl¨¦ castizo es franc¨¦s, el chotis de origen escoc¨¦s pasado por Flandes, el mant¨®n de Manila es colonial y ultramarino, y el organillo, adem¨¢s de for¨¢neo, tiene m¨¢s de m¨¢quina que de instrumento musical. La m¨²sica popular, ll¨¢mese rock, jazz o folclor, no est¨¢ representada en el consejo, que incluye, eso s¨ª, los nombres de tres compositores y m¨²sicos de indudable prestigio: Tom¨¢s Marco, Crist¨®bal Halfter y Carmelo Bernaola. Una ausencia preocupante y sintom¨¢tica, porque el rock y el jazz son las m¨¢s cosmopolitas de las m¨²sicas populares contempor¨¢neas, sobre todo en las grandes ciudades, donde hace tiempo el folclor se ahog¨® bajo el asfalto (el tango es quiz¨¢ el ¨²nico exponente de un folclor urbano). La Comunidad de Madrid tiene, adem¨¢s, su folclor propio en las zonas rurales, olvidadas una vez m¨¢s por la cosmopolita asamblea.
El censo de consejeros es, al menos, variado, con tradictorio y mayoritariamente conservador. En las artes pl¨¢sticas hay una clara apuesta por la fi ra ci¨®n y el realismo con Antonio L¨®pez, Toral, ?lvaro Delgado, Torner y Julio L¨®pez Hern¨¢ndez. En cine Ib¨¢?ez Serrador, Garci y Antonio del Real tampoco parecen subrayar una opci¨®n de vanguardia, m¨¦ritos aparte. En teatro al menos se ofrecen dos caras: la comercial, con Juan Jos¨¦ Alonso Mill¨¢n, y la m¨¢s intelectual, donde las ausencias y las presencias se hacen m¨¢s significativas. Camilo Jos¨¦ Cela, voluntario elegido a petici¨®n propia, es un pisapapeles de lujo presente en casi todas las mesas, escritor omn¨ªvoro y ubicuo, m¨¢s castizo que cosmopolita, vanguardista y costumbrista, y autor de la mejor novela madrile?a de posguerra: La colmena. Su presencia en el consejo es inobjetable, su dedica ci¨®n al puesto francamente dudosa por sus innumerables compromisos. La ausencia de Cela dejar¨ªa como ¨²nico consejero literario a Baltasar Porcel, un aut¨¦ntico extraterretre, cuyo aterrizaje en la asamblea madrile?a quiz¨¢ obedezca al peculiar concepto del cosmopolitismo que debe tener Gustavo Villa palos. La perplejidad que ha producido la intrusi¨®n de Porcel aumenta con las notorias ausencias de es critores castizos y cosmopolitas, nativos o residen tes en Madrid y conocedores de la vida y costumbres, de la cultura y de la liiteratura de la urbe, a la que han aportado buena parte de sus obras. A vuela pluma seme ocurren los nombres de Francisco Umbral, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, Luis Landero, Mu?oz Molina'y Juan Madrid.
El chef Villapalos ha evitado por todos los medios huir del cocido madrile?o y soslayar cualquier referencia a los men¨²s de dise?o de la movida, salvo el perejil de Agatha, pero inevitablemente le ha salido un desequilibrado potaje que ni el propio Ans¨®n, asesor gastron¨®mico del invento, se atrever¨ªa a ensalzar a la hora de los postres.
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