Un demente mata a su Padre a bastonazos en la cama

Juan Miguel S¨¢nchez Ortiz, de 36 a?os, ti?¨® ayer su locura con la sangre de su progenitor. Lo hizo de cinco bastonazos en la cabeza, cinco golpes asestados a la sombra de la madrugada mientras la v¨ªctima, jubilado de 83 a?os, yac¨ªa en su cama. S¨¢nchez Ortiz, ex toxic¨®mano, fue detenido esa misma noche. La v¨ªspera hab¨ªa acudido, acompa?ado por su madre, al psiquiatra. Los m¨¦dicos no acertaron a diagnosticar el estallido. El presunto homicida, seg¨²n los vecinos, dec¨ªa sentirse solo en el mundo.

La noche del martes, Juan Miguel, en tratamiento psiqui¨¢trico, hab¨ªa cenado con su padre, Francisco, y su madre, Gregor¨ªa, en la vivienda familiar de la calle de Aveiro, 14 (Carabanchel).Tras el postre de membrillo, se retiraron. Cada uno a una habitaci¨®n distinta. Juan Miguel puso la radio, Gregoria se tom¨® un somn¨ªfero y Francisco se arrebuj¨® entre las s¨¢banas. Eran las once de la noche. El relato de las horas siguientes se hunde en la oscuridad.

A las tres de la madrugada, seg¨²n las primeras versiones, Juan Miguel, que no hab¨ªa dejado de escuchar la radio, se levant¨® y entr¨® en la habitaci¨®n del padre. Agarr¨® el bast¨®n del anciano -enfermo de reuma- y empez¨® a machacarle el cr¨¢neo. Una y otra vez. La madre, somnolienta, despert¨®: alcanz¨® a ver a su hijo quitando el ¨²ltimo suspiro a su esposo. Poco dur¨® la visi¨®n. Juan Miguel -alto, moreno, fuerte- la meti¨® a empellones en la cocina. "No salgas, que te mato", le grit¨®. Antes de huir, se lav¨® y cambi¨® la ropa.

La madre, al o¨ªr cerrarse la puerta, sali¨® y avis¨® a la polic¨ªa. La mujer facilit¨® la descripci¨®n de su hijo. Juan Miguel S¨¢nchez Ortiz fue detenido a las 4.30 horas en la avenida de Oporto. Ayer permanec¨ªa en las dependencias de la Brigada Provincial de Polic¨ªa Judicial. Tanto el bast¨®n como la ropa ensangrentada obran en poder de los agentes.

La guitarra sola

Las posibles causas del crimen se enra¨ªzan en el pasado de Juan Miguel, el menor de los seis hermanos S¨¢nchez y el ¨²nico sin casar. El joven, seg¨²n quienes le conocieron, perdi¨® su talante amable hacia finales de los ochenta, cuando se enganch¨® a la hero¨ªna. El torbellino de su vida comenz¨® a arrastrar a los padres. Gritos, insultos, amenazas. Un d¨ªa quem¨® la casa, otro fue internado en un psiqui¨¢trico.

Tras despedirse de las celdas, abandon¨® la droga. Su fiereza pareci¨® dome?ada. Siempre en ch¨¢ndal, empez¨® a acudir al conservatorio para recibir clases de guitarra. Le gustaba Bob Dylan. Pero no encajaba entre sus compa?eros. "La gente me rechaza, se apartan de m¨ª", le cont¨® esta semana a su madre, siempre seg¨²n el relato de los vecinos. La depresi¨®n le hab¨ªa nublado el rostro. Crec¨ªan las discusiones con su padre. Su ¨²nica alegr¨ªa era el perro con el que paseaba todos las ma?anas.

El d¨ªa antes del parricidio, su madre, temerosa de la reca¨ªda de su hijo, le llev¨® al psiquiatra. Ning¨²n m¨¦dico intuy¨® el estallido.

Cuando mat¨® a su padre, el perro estaba en la habitaci¨®n. Se: mantuvo en silencio. La sangre manch¨® el suelo y las paredes.