Por la seguridad del Estado
Lo que se ven¨ªa diciendo al o¨ªdo, lo que todo el mundo m¨¢s, que sospechar, daba por seguro, ha estallado por fin a la luz p¨²blica y la gente ha dicho: pufff, ya est¨¢, se acab¨®. Ahora ya sabemos a ciencia cierta en qu¨¦ consist¨ªa la conspiraci¨®n y hasta hemos podido elevarla a la categor¨ªa de "concierto contra el Estado o una autoridad de ¨¦ste", que es como define conjura el Diccionario de la Espa?ola. Sabemos adem¨¢s, lo que no es poco, qui¨¦nes eran los concertados y hasta podemos barruntar a qu¨¦ tipo de sensibilidad se refieren cuando llaman sensible al material de que se valen para sus maquinaciones. Y sabemos, en fin, que cierto periodismo de investigaci¨®n, que tanto se desvive por salvar a la democracia de un inminente peligro de muerte, se ha diluido en un periodismo de buz¨®n, mero terminal de lo que los conjurados, quer¨ªan hacer llegar poquito a poco, m¨¢s que nada por no asustar, al p¨²blico en general.Bueno, pues ya est¨¢, eso era todo. O m¨¢s exactamente, eso no era todo porque la conjura pari¨® un chantaje. Y con el parto, al Gobierno le han regalado una hogaza de pan tierno y ahora le toca el turno de presentarse como sacrificado y responsable vigilante de la seguridad del, Estado, si es que puede explicar convincentemente c¨®mo fue posible que el emisario de los conjurados franqueara los estrictos controles de seguridad de La Moncloa y fuera a departir con el presidente. Pues la conjura ha venido a ser para sus presuntas v¨ªctimas menos secreta que el secreto de polichinela: de modo que recib¨ªan a Santaella; de modo que conjurados y v¨ªctimas han estado en largos tratos, con visiteos de unos y otros, con intermediarios de post¨ªn por medio.
Y todo por la seguridad del Estado. Hay tanta gente en Espa?a preocupada por la seguridad del Estado que entre todos van a acabar asfixi¨¢ndolo. Preocupado el Cesid, que se ha pasado a?os grabando conversaciones privadas de gente p¨²blica por si alg¨²n amor¨ªo o negocio extraviado pod¨ªa engendrar una carcoma en la mism¨ªsima base de las columnas del Estado; preocupada esa prensa que d¨ªa a d¨ªa, por servir a los grandes valores de la libertad, revela todo lo que cae en su buz¨®n, venga de donde venga; preocupados los aprendices de brujo del Ministerio del Interior, que no dudan en precipitarse al abismo cada vez que andan a la zaga de alg¨²n enemigo del Estado; insomne, en fin, m¨¢s que preocupado, el presidente del Gobierno que recibe al agente de un banquero presunto estafador por ver si entre todos, sujetos activos y pasivos de la conjura, pueden evitar que se hunda el Estado.
Si todos ellos se hubieran preocupado un poco menos por la seguridad del Estado y se hubieran aplicado un poco m¨¢s a cumplir la ley, la gente del com¨²n, que no tiene ocasi¨®n de mostrar tanto desvelo por la seguridad del Estado, no se ver¨ªa ahora en el trance de decidir qui¨¦n es m¨¢s fel¨®n entre tanto conjurado y chantajeado... por la seguridad del Estado. Pero, en fin, como no han cumplido la ley los agentes del Cesid, ni el ladr¨®n que rob¨® a los agentes del Cesid, ni el chantajista que pag¨® al ladr¨®n de los agentes del Cesid, ni, a lo que parece, los gobernantes que quisieron recuperar los papeles comprados, al ladr¨®n de los agentes del Cesid, la ¨²nica salida es que alguno de los cuatro o todos juntos, con o sin conjura, nos digan de una buena vez qu¨¦ dicen los dichosos papeles del Cesid. Porque lo que parece haber pasado aqu¨ª es que unos se?ores, de acendradas 'Virtudes castrenses, se han dedicado a guardar como oro en pa?o conversaciones y papeles que sirven ahora para alimentar conjuras y chantajes. Hecho el da?o, bienvenida sea la revelaci¨®n de esos altos secretos de Estado, porque como el Estado tenga que seguir basando su seguridad en el mantenimiento del secreto de unos secretos que se ofrecen al mejor postor en la plaza p¨²blica, aviados estamos. Aire, pues, que se lleve el viento los papeles y que sea lo que Dios quiera de la seguridad del Estado.
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