El cad¨¢ver se hallaba en el agujero que hab¨ªan se?alado los secuestradores
"?Ah¨ª hay algo ... !". La voz de alerta de Esmeraldo Rapino, el jefe de homicidios de la Brigada de Polic¨ªa Judicial de Madrid, puso fin ayer a una ajetreada noche de excavadoras. Bajo el solar con las ruinas de la extinta f¨¢brica de cer¨¢mica San Antonio (en las afueras del municipio toledano de Numancia de la Sagra, a 42 kil¨®rnetros de Madrid), emergieron de entre los escombros, a las 11.45 de ayer, los jirones ennegrecidos del ch¨¢ndal que vest¨ªa Anabel cuando la secuestraron. Luego, con cuidado se rescataron el costado y una mano.
Era el final de una b¨²squeda que duraba 13 horas. El cad¨¢ver estaba en el lugar que hab¨ªan se?alado los secuestradores: en un agujero entre el antiguo dep¨®sito de fuel y el transformador de luz que tuvo en su d¨ªa la f¨¢brica.Dos excavadoras removieron durante la madrugada, sin ¨¦xito, las entra?as de una empresa de cer¨¢mica que dej¨® de existir en 1978 y cuyos muros fueron derrumbados, hace a?o y medio (cuando Anabel ya hab¨ªa sido enterrada all¨ª por sus secuestradores), para evitar que fuesen ocupados por extra?os.
Ante las dificultades, los dos secuestradores, esposados, fueron llevados al lugar durante la madrugada del jueves para que orientaran el trabajo de las palas. "Recuerdo que hab¨ªa una oficina; y dentro de ¨¦sta, un agujero; all¨ª la arrojamos, no s¨¦ nada m¨¢s...", indic¨® C¨¢ndido Ortiz -uno de los secuestradores- a los polic¨ªas, que una y otra vez les ped¨ªan sobre el terreno que refrescasen la memoria.
La oscuridad y las escombreras que cubr¨ªan el solar de la fibrica dificultaron el rastreo. La ayuda del primer propietario de la finca, Jes¨²s Zenamor, quien recordaba la ubicaci¨®n de las dependencias y numerosas galer¨ªas de la f¨¢brica antes de que ¨¦sta fuese derribada hace un a?o y medio, encamin¨® finalmente hacia el ¨¦xito la operaci¨®n, aunque tambi¨¦n despist¨® con sus consejos.
La voz de alerta del jefe de la secci¨®n de Homicidios de Madrid, cuando comenzaba a cundir el pesimismo, paraliz¨® enseguida los dientes de la excavadora conducida por Antonio Mag¨¢n, que horadaba y mareaba las entra?as del solar. Y centr¨® todas las miradas -las de Rapino, sus compa?eros de la investigaci¨®n y la de la juez de Illescas- hacia una prenda que result¨® coincidir con el ch¨¢ndal de Anabel. La m¨¢quina se par¨®. Los curiosos guardaron unos minutos de silencio. Los inspectores policiales reclamaron los guantes sanitarios de l¨¢tex y se introdujeron en el foso. La llegada del c¨¢mara y del fot¨®grafo policial anticip¨® la confirmaci¨®n del hallazgo.
El fr¨ªo hab¨ªa acompa?ado los trabajos nocturnos (la juez de Illescas, cabeza de partido judicial de la zona, se parapet¨® en un chaquet¨®n policial prestado que le llegaba a las rodillas); y el calor y el polvo de la tierra, los diurnos.
Bolsas numeradas
Miembros de la polic¨ªa y m¨¦dicos forenses emplearon cuatro horas en recomponer los restos del cad¨¢ver de Anabel, que fueron apareciendo poco a poco y se introdujeron en bolsas numeradas. Aunque completo, como dijo el delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, Daniel Romero, estaba disgregado por el paso del tiempo, seg¨²n fuentes de la investigaci¨®n. A las 16.15 fue trasladado en un ata¨²d al Instituto Anat¨®mico Forense para hacerle la autopsia. Varios centenares de vecinos de los municipios cercanos no pegaron ojo en toda la noche y, sin importarles el fr¨ªo, siguieron ¨ªntegra la b¨²squeda de los restos desde fuera del cord¨®n que instal¨® la polic¨ªa para impedir, el acceso al solar.
La indignaci¨®n se apoder¨® de los lugare?os cuando vieron que los dientes de las palas se deten¨ªan y varios polic¨ªas empezaban a depositar en bolsas numeradas los trozos del cad¨¢ver. Y dijo una anciana, mirando a lo m¨¢s alto de la chimenea de la f¨¢brica de cer¨¢mica, de unos 15 metros de altura, lo ¨²nico que queda en pie de aquella industria: "Yo les cog¨ªa y les colgaba de ah¨ª".
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