Libertad de empresa
Ni la anunciada sentencia del Tribunal de la UE a favor de la libertad de contrataci¨®n de extranjeros, ni los m¨¢s de tres a?os que llevamos conviviendo con las sociedades an¨®nimas deportivas sirven demasiado para que se asuma la realidad del deporte profesional. El paso del club a la SAD es una cuesti¨®n algo m¨¢s que formal, y se resume f¨¢cilmente: ahora, a diferencia de antes, alguien -el empresario, sea uno o multitud- aporta el dinero y por consiguiente se arriesga a perderlo y a tener que reponerlo.Frente a una realidad tan evidente los argumentos en contra del tercer extranjero son id¨¦nticos que en el 92 e incluso que en el 83, cuando se autoriz¨® el segundo extranjero: perjudican a la selecci¨®n nacional y obstaculizan la formaci¨®n de jugadores.
Se olvida absolutamente que los mayores ¨¦xitos de Espa?a a nivel de selecci¨®n -Eurobasket 73 y Los Angeles 84- se consiguieron cuando buena parte del juego pasaba por las manos de los t¨¢ndems Luyk-Brabender y Sibilio-De la Cruz, jugadores carentes de la cualidad de haber sido formados en nuestras canteras.
Por su parte, la Asociaci¨®n de Baloncestistas clama contra el acuerdo de FEB y ACB y nos abre los ojos: no surgen nuevas figuras como lo prueba el que nuestros jugadores j¨®venes no tengan la fama que acompa?a a los j¨®venes futbolistas. Lejos de demostrar nada, ello es imputable simplemente al mayor impacto social del f¨²tbol en relaci¨®n al baloncesto y a su reflejo en los medios de comunicaci¨®n. ?Es que Epi, nuestro indiscutido n? 1, no padeci¨® de la misma falta de popularidad a los 20 a?os en comparaci¨®n con los futbolistas de su edad?
El motivo real de la protesta sindical se mantiene oculto: el tercer extranjero ha permitido reconducir los salarios a importes razonables, pues con la misma demanda de clubes hay m¨¢s oferta de jugadores. Simple l¨®gica empresarial. La que por Ley se ha obligado a adoptar.
Para los clubes de la ACB la defensa del tercer extranjero es clara: mejora la competici¨®n, no perjudica nuestra participaci¨®n internacional -ah¨ª est¨¢n, entre otras, dos Ligas Europeas- y permite disponer de mejores jugadores.
Debemos ser conscientes que en ning¨²n pa¨ªs del mundo es funci¨®n de los equipos profesionales la formaci¨®n de jugadores. Puede ser una decisi¨®n estrat¨¦gica, pero no es su misi¨®n. Por contra las SAD est¨¢n para ofrecer un espect¨¢culo deportivo, que genere buenas audiencias, atraiga a los espectadores, y sean rentables. ?Qui¨¦n hubiese pensado hace a?os en seis millones de audiencia en Televisi¨®n Espa?ola en un partido Bar?a-Unicaja? El espectador no paga para ver c¨®mo aprende el baloncesto un chico joven. S¨®lo el que da un rendimiento inmediato y tiene capacidad para incrementarlo en el futuro tiene un lugar en una competici¨®n donde deben estar los mejores jugadores posibles.
Si es ¨¦ste el papel hoy de los clubes, limitarles la contrataci¨®n es coartar la libertad del empresario para asumir su propio riesgo. Es, en definitiva, negar la libertad de empresa, algo que, por desgracia s¨®lo en el deporte puede parecer normal.
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