El laboratorio ¨ªntimo
Casi medio millar de dibujos de Amedeo Modigliani (Livorno, 1884; Par¨ªs, 1920), procedentes de la colecci¨®n de Paul Alexandre, mecenas y amigo, es un formidable conjunto como para convertir una exposici¨®n en cita inexcusable. As¨ª ha ocurrido con ¨¦sta que recala en Madrid tras recorrer media Europa.Yo recuerdo haberla visto, por primera vez, en la Royal Academy, de Londres, a comienzos de 1994, y sobre todo retengo de esa visita el efecto de c¨®mo la abundancia y la naturaleza de tan extenso material no venc¨ªa el inter¨¦s.
T¨¦ngase en cuenta que muchos de estos dibujos son esbozos, apuntes, meras notas del tr¨¢gico artista, cuya desordenada e intensa vida no le apart¨®, sin embargo, de esa disciplina cl¨¢sica del dibujo, siempre recomenzada.
Por la naturaleza misma de este material, tambi¨¦n recuerdo otra impresi¨®n, esta vez m¨¢s acorde con el car¨¢cter instructivo de la muestra, que nos va revelando, en efecto, las obsesiones principales que articularon la obra pl¨¢stica y pict¨®rica de Modigliani. Me refiero a la importancia que tuvo en ¨¦l la influencia de Ingres. Esta influencia del maestro del clasicismo rom¨¢ntico franc¨¦s, m¨¢ximo virtuoso de la l¨ªnea, no borraba, claro est¨¢, otras cosas m¨¢s consabidas y evidentes: la influencia del arte negro y la estrech¨ªsima relaci¨®n con ese otro ¨²ltimo representante del clasicismo que fue Brancusi, por no hablar de lo que ambos, Modigliani y Brancusi, arrastraban del simbolismo finisecular, de trazo y morbosidad vieneses.
Pero, a trav¨¦s de las puras y aceradas l¨ªneas sobre el blanco papel, la impronta ingresca, como poderosa s¨ªntesis que es capaz de superponer varios planos en un solo plano, me resultaba patente y aleccionadora.
Y es que esta exposici¨®n nos mete de lleno, sin concesiones, en el laboratorio ¨ªntimo del artista italiano. Lo hace, adem¨¢s, cual si se tratase de una pel¨ªcula vista al trasluz, sin movimiento, con la infinita sucesi¨®n de planos cuyas ¨ªnfimas variaciones se pueden contemplar una a una. A veces, lo que se mira es casi nada, una raya de perfil en formaci¨®n. No obstante, este abrumador archivo gr¨¢fico nunca llega a desesperar: la m¨¢s humilde raya implica un mundo.
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