El oto?o de los arrepentidos
Es el oto?o en Madrid una estaci¨®n propicia al arrepentimiento, a¨²n m¨¢s que la cuaresma, y sobre todo ahora cuando ni siquiera se percibe el carnaval en esta villa de pecadores impenitentes, sufridores del rigor cuaresmal con que nos castiga nuestro cristiano mun¨ªcipe, quiz¨¢ para hacernos pagar por los excesos l¨²dicos de aquella bacanal, del pan y circo con que nos obsequiara el c¨ªnico y agn¨®stico, ir¨®nico y filos¨®fico alcalde Tierno Galv¨¢n.Es cierto que el pecador p¨²blico no tiene estaci¨®n m¨¢s propia que otra para expresar p¨²blicamente su culpa, pues suele hacerlo cuando ve aproximarse el escarmiento inevitable, o bien cuando ¨¦ste ya se ha producido pero a¨²n no cumplido. No es muy de fiar este arrepentimiento que se genera por miedo al castigo y para librarse de ¨¦l. A tal sentimiento dicen los te¨®logos atrici¨®n y la Iglesia cat¨®lica afirma que no basta para salvarse del infierno. Los arrepentidos brotan en cualquier ¨¦poca del a?o pero medran en oto?o, como los hongos o los calabacines, y se amontonan estos d¨ªas a las puertas de los juzgados madrile?os d¨¢ndose golpes de pecho y exigiendo el salario del miedo para no arrepentirse demasiado y Soltar con exceso la lengua.
?Pero de qu¨¦ viven los arrepentidos una vez liberados? Michel Dom¨ªnguez, al que el juez Garz¨®n ha concedido una bula, m¨¢s que secular, para sus 108 a?os de c¨¢rcel, le hace esta pregunta por escrito al benefactor que le manumiti¨®, del que solicita la condici¨®n laboral de arrepentido de n¨®mina, con plaza vitalicia, o al menos equivalente al tiempo de su condena, y con un sueldo de 500.000 pesetas a cargo del erario publico. El ex-polic¨ªa ex-carcelado es un pionero, un adelantado, firme candidato a presidente del Colegio Oficial de Arrepentidos del Estado, con sus tarifas profesionales y sus comisioines por cada denuncia presentada.
No est¨¢ para derroches el Estado de bienestar de pauperado que mal vive en crisis permanente y por tanto, parece m¨¢s propio y m¨¢s sensato dejar a la caridad, tanto p¨²blica como privada, el mantenimiento de los r¨¦probos; aunque por razones de seguridad no conviene que los arrepentidos, con su sambenito, a cuestas, vayan a demandarla de puerta en puerta o por las calles, espect¨¢culo edificante para todos y a¨²n m¨¢s para ellos mismos a los que servir¨ªa de ejemplar penitencia. Ayer era la Iglesia la que manten¨ªa los delincuentes que se acog¨ªan al derecho de asilo en sus templos y, conventos, ya fueran mujeres p¨²blicas o asesinos frustrados como Amedo y Dom¨ªnguez. En un cl¨¢sico de la novela g¨®tica inglesa aparece un tenebroso convento de Madrid, con h¨²medas criptas y sombr¨ªas mazmorras, en cuya congregaci¨®n figura alg¨²n que otro asesino arrepentido al que el prior impone como penitencia seguir asesinando al servicio del clero antes de darle la absoluci¨®n definitiva. A punto de arrepentirse y enclaustrarse, los pr¨®fugos de la justicia de aquel tiempo comentaban entre ellos el confort, el trato, incluso la provisi¨®n de las bodegas de los diferentes conventos madrile?os en los que asilarse, como hacen los vagabundos de hoy con los albergues municipales; en cuyos dormitorios y comedores a m¨¢s de uno le gustar¨ªa ver pernoctar y comer a muchos -arrepentidos de hoy, pecadores financi¨¦ros, esp¨ªas, mercenarios, sicarios, chantajistas o correveidiles.
Una de las m¨¢s antiguas instituciones religiosas de acogida en Madrid era el convento de las Recogidas de Santa Mar¨ªa Magdalena de la calle de Hortaleza, fundado bajo patrocinio real en 1623 para recoger de las calles a mujeres arrepentidas de su mala vida. Hace unos anos, cuando la UGT adquiri¨® el edificio para instalar all¨ª su sede, no falt¨® mal¨¦volo cronista que, sac¨® a relucir la, anterior dedicaci¨®n del renovado edificio y no dud¨® en repetir el chiste cuando sopla ron los turbios vientos del asunto de la cooperativa PSV, que provoc¨® sonados arrepentimientos, mucho dolor de coraz¨®n y prop¨®sito de la enmienda, en el sindicato. Los que no se sabe si se arrepintieron o no, fueron los artificieros ultras que durante alg¨²n tiempo fabricaron artesanales bol¨ªgrafos-pistola en los bajos del convento, donde estuvieron de realquilados de las monjas, antes de que estas almas c¨¢ndidas, que nunca sospecharon de sus industriosos inquilinos, desamortizaran ¨¦l monasterio.
Quiz¨¢ ha llegado el tiempo de recuperar asilos y conventos para sus antiguos fines, antes de que llegue el invierno y la nutrida tropa de arrepentidos mendicantes tenga que buscarse un hueco para dormir en los andenes y procurarse un plato de sopa boba.
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