Moreiras, el preferido
Mario Conde y Javier de la Rosa han mostrado su inter¨¦s por ser investigados por el magistrado
"Nos quedamos patidifusos As¨ª recuerdan algunos miembros del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) su reacci¨®n tras el nombramiento -por antig¨¹edad- de Miguel Moreiras, como juez de delitos monetarios de la Audiencia Nacional el 9 de mayo de 1991. Desde entonces, Moreiras ha sorprendido por las fianzas sonadas y los sumarios interminables. Sus actuaciones han sido tan desconcertantes hasta el punto de ser el preferido de los dos grandes exponentes de la cultura del pelotazo: Mario Conde y Javier de la Rosa.Muchos ciudadanos se preguntan por qu¨¦ Mario Conde quiere que el caso Banesto pase a manos de Miguel Moreiras, del que muchos estamentos judiciales tienen una mediocre opini¨®n t¨¦cnica. Mientras, penalistas, mercantilistas y muy especialmente abogados de lo social se preguntan: ?C¨®mo es posible que un hombre as¨ª, "decimoquinto en su promoci¨®n", haya llegado tan arriba?. En su contra pesa ser el juez con m¨¢s condenas disciplinarias y haber cerrado su ¨²ltimo caso complejo en marzo de 1992.
Rechazar por tres veces la querella de KIO es uno de sus supuestos excesos en el ejercicio de su cargo. Sus pronunciamientos negro sobre blanco siembran dudas a su alrededor y justifican las afirmaciones del financiero catal¨¢n y sus abogados Juan Piqu¨¦ Vidal y Juan Jos¨¦ Folchi quienes aseguraron en su d¨ªa que "Moreiras y la Audiencia no nos preocupan nada. El problema lo tenemos en Londres". ?A qu¨¦ ven¨ªa tanta seguridad?.
Sus decisiones en favor de los exgestores de Torras le valieron acusaciones de "ignorancia iuris" o "delirio argumental" por parte del abogado Jos¨¦ Mar¨ªa Stampa. Mientras tanto, Moreiras aceptaba despreocupado compartir ponencia con el penalista defensor de De la Rosa, Piqu¨¦ Vidal, el 7 de octubre de 1993. Las jornadas tituladas "?Existe delito fiscal a pesar de haber suscrito Deuda P¨²blica Especial?" fueron organizadas por Icad-Iberforo (la empresa del abogado Piqu¨¦) y se celebraron en el Hotel Juan Carlos I. Moreiras fue la estrella. Los conferenciantes menos significados percibieron 200.000 pesetas por participar en el acto.
En aquella Barcelona especialmente sensible a los pecados fiscales, Moreiras predicaba a sus anchas: criticaba la dureza de Hacienda y a sus compa?eros magistrados de menor rango que no compart¨ªan su criterio comprensivo como juez de delitos monetarios. Piqu¨¦ no desaprovech¨® la oportunidad para ensalzar con aduladores y melosas preguntas la vanidad del juez. Los asistentes cotizaron a raz¨®n de 22.000 pesetas, m¨¢s. IVA, por asistir al conspicuo mitin.
Moreiras se aficion¨® a los bolos y de la mano de Gaceta Fiscal y el gabinete de Jos¨¦ Manuel D¨ªaz Arias recorri¨® Espa?a predicando actitudes m¨¢s laxas que las mantenidas por Hacienda con el delito fiscal. Una de ellas tuvo lugar en la Facultad de Derecho de Barcelona, con Piqu¨¦ Vidal en primera fila. Un estudiante de segundo curso le puso entre las cuerdas: "Si generalizamos lo que usted propone para el delito fiscal a las se?ales de tr¨¢fico, entonces ya podemos conducir todos en contra direcci¨®n, ?no es as¨ª?".
Invitado por la aseguradora Fiatc -Piqu¨¦ Vidal tambi¨¦n en primera fila- dio rienda suelta a su ego: "Yo a los estafadores los huelo a distancia. Son los peores delincuentes que existen. No se regeneran nunca, reinciden y perfeccionan sus m¨¦todos. Yo tengo un sexto sentido especial con ellos". Al salir, todos los periodistas le preguntaban por Torras-KIO, pero ¨¦l lo ten¨ªa todo decidido: "que vayan ocho personas a la c¨¢rcel no arreglar¨¢ el problema de Torras".
Las sorpresas continuaron con la querella, en marcha. Los abogados de los nuevos gestores de KIO, Stampa, Miguel Bajo y Manuel Cobo del Rosal acabar¨ªan pidiendo al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) un expediente sancionador por la actitud parcial de Moreiras (15 de marzo de 1995). Con evidente desgana, Moreiras ordenaba el registro de algunas sociedades de la ¨®rbita De la Rosa, en concreto Quail y Aciesa.
El estallido del caso Grand Tibidabo que llev¨® a prisi¨®n a De la Rosa hizo pasar por el tamiz judicial a algunos de los principales actores de estas compa?¨ªas. De sus explicaciones a la polic¨ªa judicial se desprende que horas antes de que se produjese el registro de Aciesa, el 6 de junio de 1994, sus empleados trasladaron cajas y archivadores fuera del alcance de la comisi¨®n judicial de la Audiencia enviada por Moreiras. En otras palabras, los hombres de De la Rosa conoc¨ªan cu¨¢l iba a ser el movimiento del juzgado de Moreiras y limpiaron la oficina de la calle Consell de Cent, n¨²mero 246, 4, la, de Barcelona.
La sede de Aciesa coincid¨ªa con el domicilio particular de su administrador y testaferro (te la firma, Alberto Freixa Vidal, que cobr¨® importantes comisiones tanto a Torras como a Grand Tibidabo. El atribulado hombre de paja -licenciado en Filosof¨ªa y Letras, al que los abogados de De la Rosa recomendaban marcharse del pa¨ªs- vio como se llevaban los papeles a otro edificio de la misma calle, concretamente al despacho de su socio Joan Francesc Pont, vinculado al despacho de Juan Jos¨¦ Folchi, el mercantilista de De la Rosa. En este despacho fueron hallados posteriormente por el Juzgado n¨²mero 1 de Barcelona cuando investigaba la descapitalizaci¨®n de Grand Tibidabo.
La evidencia del conocimiento previo de las decisiones de Moreiras se reprodujo de nuevo la misma tarde del 6 de junio de 1994, cuando la comisi¨®n judicial llam¨® a la puerta de Quail, sociedad holding de De la Rosa. El registro s¨®lo dur¨® 40 minutos y casi se limit¨® a recoger unos libros de con tabilidad para Moreiras que alguien hab¨ªa preparado. Cuando De la Rosa sale de prisi¨®n inicia una serie de contactos con Mario Conde que desembocan en los llamados pactos de la Salceda, la finca del banquero. Luego De la Rosa explicaba a sus amigos que: "Las claves de Moreiras las tengo yo" entre un centenar m¨¢s de improperios y salpicaduras que afectaban a toda la clase pol¨ªtica espa?ola.
A pesar de que la credibilidad de De la Rosa no est¨¦ en su mejor momento, cabe recordar que sus defensores sufren una gran decepci¨®n en junio de 1995, cuando la Corte de Apelaci¨®n de Londres niega a De la Rosa un recurso que pretend¨ªa que la demanda presentada ante la Corte Comercial brit¨¢nica pasara exclusivamente a manos del juez espa?ol de delitos monetarios, Miguel Moreiras.
Poco despu¨¦s, Mario Conde pon¨ªa un pliego de condiciones ante los ojos del Gobierno, la principal de todas ellas era que el caso Banesto pasase a manos de Moreiras. Durante las vacaciones del juez instructor Manuel Garc¨ªa-Castell¨®n, Moreiras hab¨ªa admitido buena parte de las pretensiones de los abogados de Conde. En sus escritos sobre el caso, se localizan f¨®rmulas de uso t¨®pico en el despacho de Mariano G¨®mez de Lia?o, el abogado defensor de Mario Conde.
La heterodoxia de Moreiras qued¨® patente cuando presidi¨® una vista en la que tres funcionarias de Justicia acuden a su juzgado en una demanda contra el ministerio. Al terminar la vista preguntan a su abogado: "?C¨®mo ha ido el juicio?". Moreiras pasa junto a ellas y les dice sonriente: "No se preocupen se?oras, que esto lo tienen ganado". Las tres funcionarias suspiran pasando por alto que un magistrado comente con las querellantes el fallo. Sin embargo, un mes despu¨¦s la sentencia era contraria a las funcionarias, que ganaron el caso en apelaci¨®n.
Todav¨ªa fue m¨¢s duro el fiscal Fern¨¢ndez Bermejo que calific¨® as¨ª una de sus criticadas instrucciones: "Entendemos que los t¨¦rminos "temerario", "ins¨®lito", "pintoresco" e "incompetente" no suponen sino una moderada descripci¨®n del comportamiento del magistrado (Moreiras), con toda certeza incompatible con los principios de equilibrio, responsabilidad, poderaci¨®n, rigor t¨¦cnico, proporcionalidad y juricidad"
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