Jupp¨¦ pide ayuda a los balladuristas para salvar su Gobierno en Francia

Crisis del franco y desconfianza de los mercados internacionales, impopularidad interna por la subida de impuestos, psicosis de atentados y riesgo de procesamiento por abuso de bienes p¨²blicos: el primer ministro franc¨¦s, Alain Jupp¨¦, se encuentra acorralado. Ayer, ante la conferencia de parlamentarios gaullistas reunida en Avi?¨®n, Jupp¨¦ pidi¨® el respaldo de los fieles de Edouard Balladur para remontar la situaci¨®n y salvar el primer Gobierno del presidente Jacques Chirac. "Me hacen falta referencias y puntos de apoyo" dijo. El primer ministro se enfrentar¨¢ a partir de ma?ana a una semana cr¨ªtica. Otro desplome del franco podr¨ªa serle fatal.
Alain Jupp¨¦ ha acumulado los errores en sus primeros cinco meses de mandato. Ha sido soberbio ante las acusaciones de privilegio por su vivienda, imprudente en sus afirmaciones y arrogante ante quienes criticaron su presupuesto.No supo atajar a tiempo el problema de su lujoso y econ¨®mico piso concedido por el Ayuntamiento de Par¨ªs en 1991), cuando ¨¦l era adjunto al alcalde Chirac al riesgo de procesamiento por delito de injerencia, que a¨²n existe, se solapa una imagen de privilegio muy da?ina en un pa¨ªs desagarrado por las diferencias sociales. La mudanza que anunci¨® el viernes, junto con la de su familia -ex esposa, hijo y cu?ado- de las viviendas municipales de que disfrutaban, puede llegar demasiado tarde.
Tampoco supo medir el alcance de sus palabras. Unos d¨ªas atr¨¢s quiso salvar su crisis de popularidad apelando, en el mas puro estilo gaullista, a la emergencia. Habl¨® de "peligro nacional" al referirse a la situaci¨®n econ¨®mica. El tiro sali¨® por la culata. La poblaci¨®n, incapaz de percibir ese "peligro", no se moviliz¨®. Al contrario, el martes se celebrar¨¢ una huelga general del sector p¨²blico. Quienes s¨ª se alarmaron fueron los inversores internacionales, con la consiguiente baja del franco y de la bolsa.
El presupuesto es, sin duda, el principal problema para Jupp¨¦. Para hacer frente al enorme d¨¦ficit presupuestario y al endeudamiento p¨²blico, decidi¨® subir los impuestos, pero no recort¨® significativamente los gastos del Estado. Eso comport¨® un doble perjuicio: crisis de popularidad dom¨¦stica, por la cuesti¨®n fiscal, y crisis de credibilidad internacional, por la timidez con que se trat¨® el cap¨ªtulo de gastos.
Los inversores internacionales, nuevos due?os del mundo, pensaron que a ese ritmo Francia no podr¨ªa rebajar, en dos a?os, su actual d¨¦ficit (5% del Producto Interior Bruto) hasta el m¨¢ximo exigido en los tratados de Maastricht (3%). Una Francia que no estuviera en condiciones para la uni¨®n monetaria de 1999 se convertir¨ªa en un pa¨ªs marginal y, adem¨¢s, dejar¨ªa irreversiblemente mutilado el gran proyecto macroecon¨®mico europeo.
El problema presupuestario no es, sin embargo, tan f¨¢cil de resolver. Todos los gur¨²s internacionales le recomiendan lo mismo: cortes dr¨¢sticos del gasto p¨²blico, empezando por reducir el n¨²mero de funcionarios. Pero Francia es un pa¨ªs de tradici¨®n estatalista. Reducir el Estado significa reducir una cierta idea, muy arraigada, de Francia. El despido de Alain Madelin como ministro de Finanzas, tras s¨®lo tres meses en el cargo, fue un s¨ªntoma claro de la hipersensibilidad general: cuando habl¨® de los "privilegios de los funcionarios", Madelin cay¨® del Gobierno. Y los mercados desconfiaron.
Ante toda esta situaci¨®n, Jupp¨¦ necesita contraatacar con ¨¦xito. Cuando es necesario desmentir los rumores de dimisi¨®n, como ocurri¨® el viernes, la inercia lleva al desastre. Ayer, ante los parlamentarios gaullistas reunidos en Avi?¨®n, el siempre fr¨ªo Jupp¨¦ se mostr¨® emotivo y caluroso. Pidi¨® ayuda a los hombres del ex primer ministro ?douard Balladur, los grandes pesos pesados de la derecha, que han asistido hasta ahora con satisfacci¨®n mal disimulada a los apuros del que fue su rival en las presidenciales. Jupp¨¦ se mostr¨® dialogante y conciliador. Un cambio-radical.
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