Peronismo sin descamisados
Los justicialistas conmemoran hoy con un tr¨¢mite los 100 a?os del nacimiento de Per¨®n y los 50 de su llegada al poder
Carlos Menem era pich¨®n de gobernador y afeitaba patillas Diego Corrientes cuando Juan Domingo Per¨®n regres¨® a Argentina despu¨¦s de 17 a?os de exilio. En noviembre de 1972 retornaba el General, seguro de ser nuevamente aclamado por trabajadores y gauchos, esa masa sudorosa y sufriente a la que hab¨ªa amparado con el Estatuto del Pe¨®n y el aguinaldo navide?o. Volv¨ªa el caudillo confiado en la memoria y gratitud de los descamisados, en el masivo refrendo de su audaz alianza con el pobrer¨ªo nacional frente a la milicia agringada, el estanciero Robustiano Patr¨®n Costa y la engominada alcurnia del Jockey Club, conspiradores todos en la d¨¦cada de los cuarenta contra el empuje electoral de la chusma y dispuestos al fraude.Con recordatorios menores, de puro tr¨¢mite, el gubernamental peronismo evoca hoy el centenario del natalicio de su egregio principal, el coronel de origen mapuche amancebado con la actriz Eva Duarte que el d¨ªa 17 de octubre de 1945 entr¨® en la historia en andas de una pueblada harta de su sometimiento en campos y f¨¢bricas desde los tiempos de Mart¨ªn Fierro.
Nadie entendi¨® como el coronel las posibilidades de aquel turbulento decenio. Medio siglo despu¨¦s, apenas algunas misas Y ofrendas florales y varios art¨ªculos sobre la complejidad de un personaje, pendular, que agrup¨® a gentes fascistas, radicales, socialistas y comunistas porque a- todos prometi¨® y con ninguno se comprometi¨® a fondo. El analista y encuestador Manuel Mora y Araujo sostiene que el peronismo ha ejercido durante d¨¦cadas un notable control pol¨ªtico en su pa¨ªs. "Millones de individuos cuyas demandas estaban lejos de ser id¨¦nticas se sent¨ªan expresados por el movimiento justicialista. Sus m¨²ltiples rostros daban para todo".
?Ser¨ªa Per¨®n menemista? En campa?a electoral, al igual que la imagen del santo en sequ¨ªa, diriigentes del Partido Justicialista pasean sus reliquias pol¨ªticas por los arrabales a sabiendas de su gancho entre los despose¨ªdos. Despu¨¦s, el silencio. Nadie sabe qu¨¦ hubiera hecho Per¨®n en las actuales circustancias porque al fin y al cabo aquel hombre nacionaliz¨® casi todo, al igual que Menem privatiza casi todo. Argentina ha cambiado y es probable que tambi¨¦n lo hubiera hecho ese jefe astuto y pragm¨¢tico, desorientado a su vuelta del destierro y sin tiempo vital para la maniobra. "?Derechas? ?Izquierdas? Yo el partido lo manejo con las dos mano?, se hab¨ªa burlado de los ide¨®logos mucho antes del definitivo ocaso.
En el cementerio porte?o de la Chacarita, Mar¨ªa Luisa Sisti cuida su tumba. Es una se?ora regordeta, con larga melena cana y voz aflautada que engrandece al difunto hasta la idolatr¨ªa y habla en tercera persona cuando se refiere a ella misma. "Mar¨ªa Luisa no es m¨¢s que una humilde descamisada que viene aqu¨ª todos los d¨ªas en actitud militante. Per¨®n hizo una obra cicl¨®pea". El historiador Norberto Galasso piensa que la gloriosa entronizaci¨®n del General fue posible por el fracaso de los partidos tradicionales y porque los amplios sectores marginados de la Argentina de aquellos a?os, una econom¨ªa complementaria del imperio brit¨¢nico, granja de su Graciosa Majestad, exig¨ªan a gritos decencia, justicia distributiva y cauces pol¨ªticos nuevos.
Fest¨ªn populista
Constituidos en frente nacional, estas fuerzas sociales secularmente desatendidas arrasaron el viejo orden y marcharon detr¨¢s del General, influenciado por los fascismos de la ¨¦poca. Despu¨¦s hubo propensi¨®n al caos y la corrupci¨®n, pero los pasos dados en cumplimiento de una mayor justicia social permanecen como v¨¢lida referencia entre quienes a¨²n la esperan. El ex presidente de la Uni¨®n C¨ªvica Radical (UCR) Ra¨²l Alfons¨ªn observa pretensiones hegem¨®nicas en la actual Administraci¨®n que le recuerdan el absolutismo de la primera etapa peronista.Entonces, quien no se sum¨® al vigoroso movimiento, fue blanco de la represi¨®n y la censura, pese a la bondadosa exculpaci¨®n de Hip¨®lito Barreir¨®, m¨¦dico de Per¨®n durante tres a?os. No oculta el doctor su inalterable disposici¨®n a lustrar el calzado del mito y cambiarle de calzoncillos todos los d¨ªas si era preciso, tal era su veneraci¨®n. Barreiro cree que, como en el caso de los maridos cornudos, el General fue el ¨²ltimo en enterarse de los desmanes cometidos por su polic¨ªa, en cuyos pelotones actuaron cachiporras de filiaci¨®n nazi. No piensan as¨ª las v¨ªctimas del gorilaje, ni quienes aborrecen el sofocante culto a la personalidad. durante aquel periodo o denuncian como irresponsable fest¨ªn populista las regal¨ªas estatales al obrero. Pocos niegan, sin embargo, que pese a todo Per¨®n fue un pionero cuando reparti¨® parte de la gran torta nacional entre quienes m¨¢s la necesitaban.
Rosas rojas, claveles y nomeolvides, estampas de la Virgen de Luj¨¢n y del Sagrado Coraz¨®n encaminan hacia la b¨®veda de la familia Per¨®n. Tambi¨¦n un retrato de Evita, el gran amor del coronel. "Viejita de mi alma, tengo tu retratito en mi pieza y lo miro todo el d¨ªa con l¨¢grimas en los ojos. Que no te vaya a pasar nada porque entonces habr¨¢ terminado mi vida", le escribi¨® desde su celda en un penal de la isla Mart¨ªn Garc¨ªa.
"El mal de este tiempo y especialmente de este pa¨ªs son los brutos, y t¨² sabes que es peor un bruto que un malo". Mar¨ªa Luisa Sisti es jubilada, tiene 60 a?os y adorna la sepultura con fotos y encarnaciones, muchas de ellas apasionados adefesios de la figura del pr¨®cer, cuyas manos fueron canallescamente amputadas en un misterioso asalto.
Una placa de bronce en el mausoleo del abuelo Tom¨¢s identifica a Juan Domingo Per¨®n, fallecido a los 79 a?os. "Era la transparencia de un ideal", glosa la celadora. Pero inevitablemente acabaron agot¨¢ndose los ideales del ¨ªdolo, cuya menci¨®n se prohibi¨® durante 17 a?os y a quien se llam¨® "el tirano pr¨®fugo" para no nombrarle. Su legado, establecido con un golpe militar y sobreviviente a otros tres contrarios, fue mano seado en el tiempo por las bander¨ªas y perdura como un relicario. Casi en el lecho de la muerte, Pe r¨®n fue de nuevo gobierno y con vivi¨® con la incompetencia y el es perpento. Isabelita, su tercera es posa, inepta y fugaz gobernante en 1973, le¨ªa el Hola durante el trascendental viaje a la patria de un a?o antes. Le acompa?aba un peligroso locoide, Jos¨¦ L¨®pez Rega, El Brujo, fundador de la Triple A, la impune trituradora de subversivos que las juntas milita res perfeccionaron hasta el horror en los a?os posteriores a la insurrecci¨®n de 1976.
La soci¨®loga argentina Moira Mackinnon, que estudia al caudillo, a¨²n recuerda el estremecimiento, de su madre al paso de las peonadas bravas por los barrios burgueses. Camino del tajo, aupados en camiones, los braceros desafiaban con su ronca letan¨ªa: "Per¨®n, Per¨®n, Per¨®n".Nos guste o no, Am¨¦rica Latina lleg¨® a la modernidad de la mano de los populistas. Y el primer peronismo, junto con su polo autoritario, tiene tambi¨¦n otro democr¨¢tico", afirma la soci¨®loga.
Mackinnon alude tambi¨¦n a la fidelidad de esta comunidad pol¨ªtica. "El peronismo se hereda. Su simbolog¨ªa e historia pasan de padres a hijos". El progenitor de Pedro Gonsalvi, enfermero, de 31 a?os, milit¨® sin entusiasmar al heredero. "De aquellas macana s¨®lo me queda una expresi¨®n d( mi padre: 'hace un d¨ªa peronista' dec¨ªa el viejo para referirse a un d¨ªa lindo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.