Un flaco favor
Me acerqu¨¦ el otro d¨ªa a la Feria del Libro Antiguo y de Ocasi¨®n en el paseo de Recoletos en busca de unos tomos sobre el Arte de C¨²chares, pero ya quedaba poca cosa. Parec¨ªa que los aficionados rivales se me hab¨ªan adelantado, y es que entre los adictos a coleccionar libros de toros hay una competencia feroz. Lo poco bueno que quedaba era m¨¢s bien carillo, aun que no tanto como en aquella librer¨ªa de la calle de San Bernardo. All¨ª los precios s¨ª que son abusivos, el due?o de ese establecimiento es un aut¨¦ntico bandido.Eso s¨ª: hab¨ªa un interesante libro de fotograf?as de toros, pero no era nada al lado del que yo preparaba hace casi una d¨¦cada con un importante editor madrile?o. Me encarg¨® escribir una introducci¨®n para una colecci¨®n de fotograf¨ªas taurinas de gran formato y, adem¨¢s, comprar los derechos de reproduccci¨®n. El proyecto me ocup¨® durante varios meses hasta que, cansado de patear Madrid y encontrar impedimentos, me di por vencido.
Por ejemplo, cuando visit¨¦ un hospital cerca del Retiro en busca de fotos de principios de siglo de Joselito y Belmonte. Resulta que muchas de las mejores fotos de estos dos diestros son obra. de un fot¨®grafo, madrile?o, y yo pose¨ªa una carta de recomendaci¨®n firmada por un prestigioso taurino para el hijo, un se?or mayor y m¨¦dico en aquel hospital. Yo le iba a proponer que nos vendiera unos originales para el libro, cosa que su padre, cuando viv¨ªa, acostumbraba hacer para periodistas y editores. Tambi¨¦n me ofrec¨ªa copiar gratis cierto n¨²mero de negativos que se pudr¨ªan en el antiguo soporte de vidrio.
Cu¨¢l no ser¨ªa mi sorpresa cuando este se?or, a pesar de la carta de presentaci¨®n de su amigo, se enfad¨® mucho conmigo por haberle molestado. De forma educada y razonable le hice saber que esos valiosos negativos de su padre se iban deteriorando inexorablemente. Cuando le suger¨ª que lo mejor que podr¨ªa hacer era ceder la colecci¨®n a una entidad p¨²blica para su conservacion, era como flamear un trapo rojo delante de un toro: al parecer, para este viejo hombre, de derechas, cualquier entidad surgida desde la democracia era un nido de rojos. Me desped¨ª de ¨¦l con las siguientes palabras: "Pues flaco honor est¨¢ usted rindiendo a la memoria de su padre, se?or".
Cerca de de la Plaza de la Independencia localic¨¦ al hijo de otro fot¨®grafo de principios de siglo, autor de una famosa foto tomada en la plaza de Toledo en 1918 y que gan¨® un importante premio en Londres. Muestra la ca¨ªda de un picador delante de la cara del toro y el consiguiente revuelo; captura como pocas instant¨¢neas la azarosa fiesta brava antes de que alcanzara el refinamiento de hoy.
Esta foto forzosamente ten¨ªa que estar en el libro, tal vez en portada. Mas todo en vano: este hombre s¨®lo puso pegas. Le importaba un bledo que una de las mejores fotograf¨ªas taurinas de todos los tiempos se quedara fuera de un1ibro de calidad.
Tambi¨¦n visit¨¦ el estudio de un famoso fot¨®grafo de la Gran V¨ªa. Naturalmente, pretend¨ªamos publicar media docena de sus me ores fotos de toros. Pero pidi¨® una cantidad astron¨®mica que no pagar¨ªa ning¨²n editor. "Maestro", le dije, "?como se puede hacer este libro sin sus fotos?". No hubo manera de convencerle.
Pero entonces me hizo una oferta ins¨®lita: si yo quer¨ªa, ?¨¦l me proporcionar¨ªa la famosa foto de la ca¨ªda del picador a un precio muy asequible! O sea, este anciano, siempre representado como parang¨®n del arte de fotografiar y modelo de rectitud, no s¨®lo era un avaro, sino que iba a traicionar a un compa?ero muerto. Creo que fue este incidente el que me hizo renunciar al proyecto. Despu¨¦s supe a trav¨¦s de especialistas en la materia que son infinitas las barbaridades que se han cometido con el patrimonio nacional fotogr¨¢fico.
De todas formas, hace unos a?os aparecieron los dos tomos de la Historia de la fotograf¨ªa taurina, de Espasa-Calpe, una de las pocas obras interesantes de la interminable serie taurina de esa editorial. Ah¨ª est¨¢n reunidas casi todas las fotos cl¨¢sicas, acompa?adas de un texto exhaustivo. Curioamente, el ¨²nico defecto es la calidad de las fotos. Est¨¢n reproducidas en un formato excesivamente peque?o y adem¨¢s muchas de ellas parecen ser copias de copias. Ese gran libro de fotos sobre la fiesta de los de toros a¨²n est¨¢ por hacer.
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