La guerra de Ceuta
SI DURANTE meses no se hace nada para impedir la entrada ilegal de inmigrantes y no se regula despu¨¦s su situaci¨®n determinando, en cada caso qui¨¦n debe ser expulsado y qui¨¦n admitido de acuerdo con la Ley de Extranjer¨ªa, lo l¨®gico es que esa creciente bolsa humana, abandonada a su suerte, desesperada y con medios precarios de vida, estalle sin remisi¨®n. Los incidentes de Ceuta muestran los efectos grav¨ªsimos que puede ocasionar esa pol¨ªtica de brazos cruzados.Las autoridades investigan ahora esos incidentes y sus causas. Deben hacerlo. Pero mejor hubiera sido prevenirlos. El balance de esa explosi¨®n de violencia incluye a un polic¨ªa herido de gravedad por disparo de bala, sin que se haya determinado de momento si fue herido involuntariamente por un compa?ero durante la refriega o si el disparo fue hecho desde las filas de los inmigrantes,dos de ¨¦stos tambi¨¦n resultaron gravemente heridos a causa de los golpes recibidos, y varias decenas m¨¢s de polic¨ªas e inmigrantes sufrieron heridas de diversa consideraci¨®n. Pero m¨¢s grave que ese enfrentamiento ha sido la actitud xen¨®foba de algunos ciudadanos, que, ante la pasividad policial, agredieron y vejaron a cuanto inmigrante se pon¨ªa a mano. Y no menos lo ha sido la comprensi¨®n que ha encontrado esa actuaci¨®n violenta y los intentos de linchamiento de inmigrantes en el presidente del PP de Ceuta.
Hace menos de quince d¨ªas, el Defensor del Pueblo previno sobre la posibilidad de un estallido como el producido. En un escrito remitido al Ministerio del Interior, tras una visita efectuada a Ceuta, uno de los adjuntos a dicha instituci¨®n calific¨® la situaci¨®n de explosiva: centenares de inmigrantes deambulaban por la ciudad, abandonados a su suerte y en condiciones miserables de vida. Pero nada se hizo entonces, como nada se hizo con anterioridad. No es la primera vez que el Defensor del Pueblo da la voz de alarma sobre la situaci¨®n creada en esa especie de tierra de nadie en que se ha convertido la l¨ªnea fronteriza entre Espa?a y Marruecos. El pasado mes de julio hubo un conato que pudo ser neutralizado y hace tres a?os se vivieron en Melilla momentos dram¨¢ticos ante la suerte de 80 inmigrantes africanos rechazados a la vez por Espa?a y por sus pa¨ªses de origen.
Desde hace algunos a?os, las ciudades espa?olas del norte de ?frica se han convertido en paso obligado de muchos inmigrantes que, provenientes de los pa¨ªses subsaharianos, llaman a las puertas de Europa. Ceuta, sobre todo, ha pasado a ser uno de los puntos neur¨¢lgicos de la cada vez mas invulnerable frontera exterior de la zona sur de la Uni¨®n Europea. Pero esta nueva situaci¨®n no parece que haya sido asimilada del todo por las autoridades pol¨ªticas y administrativas espa?olas.
Se podr¨¢ o no estar de acuerdo con las decisiones que han ido haciendo de Europa una especie de fortaleza amurallada frente a las oleadas de inmigrantes que pretenden entrar en ella por los cuatro puntos cardinales. Tambi¨¦n sobre las motivaciones que fundamentan esa pol¨ªtica: obstaculizar la entrada de traficantes de droga o de otros delincuentes de altos vuelos e impedir la competencia laboral, por lo dem¨¢s dif¨ªcilmente existente en la pr¨¢ctica, entre la inmigraci¨®n interior de los pa¨ªses de la UE y la exterior. Pero lo que no se puede hacer es precisamente no hacer nada y dejar que la situaci¨®n se pudra.
No hacer nada es lo que ha hecho la Delegaci¨®n del Gobierno en Ceuta y el ministerio correspondiente. Y es lo que, a veces, dan la impresi¨®n de hacer las autoridades de inmigraci¨®n espa?olas en puertos, aeropuertos y zonas fronterizas. Son muchos los inmigrantes retenidos durante mucho tiempo en esos lugares sin que se les admita y sin que se les expulse. La falta de expectativas para cruzar el estrecho de Gibraltar ha sido la raz¨®n fundamental de los incidentes de Ceuta. Y es que la respuesta a sus demandas no puede consistir s¨®lo en un continuado y desesperanzado "vuelva usted ma?ana".
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