Del antifelipismo a la conjura
Estamos asistiendo a una operaci¨®n de acoso y derribo del Ejecutivo protagonizada por determinados poderes f¨¢cticos -con Conde y Perote como puntas del iceberg- por la v¨ªa del chantaje, de la presi¨®n o de la conjura contra instituciones del Estado. Al menos eso cabr¨ªa deducir de las palabras -s¨®lo palabras a¨²n- que, desde el Gobierno y el PSOE, han sido machaconamente repetidas las ¨²ltimas semanas.Lo m¨¢s relevante de la denuncia socialista no es su contenido, todav¨ªa inconcreto y difuso, sino su valoraci¨®n. Se tratada de una operaci¨®n de tal calado que todo el mundo est¨¢ obligado a elegir entre el Gobierno o los chantajistas (Gonz¨¢lez dixit), aunque el propio Gobierno evite llamarlos as¨ª. La coyuntura actual estar¨ªa determinada, pues, no por las responsabilidades pol¨ªticas de Gonz¨¢lez, sino por un plan desestabilizador contra la instituci¨®n que representa. No puede extra?ar que la tesis de la conspiraci¨®n se haya convertido en la estrategia central del Gobierno. El fondo de esta postura no es que haya habido planes inconfesables, y m¨¢s que planes, contra el Gobierno -cosa que casi nadie duda, yo tampoco-, sino que tendr¨ªan una entidad tan poderosa y una capacidad tan t¨®xica (que se constituyen en un peligro real para la seguridad del Estado y del sistema democr¨¢tico.
Hay que admitir que el dualismo elaborado ha tomado fuerza. No porque haya quienes han presionado o chantajeado a un Gobierno chantajeable, lo que sin duda ha ocurrido. Ha tomado fuerza la teor¨ªa de la conspiraci¨®n porque opera en un terreno preparado, porque se ha construido, parad¨®jicamente, aprovechando los cimientos edificados por la otra teor¨ªa dual a la que vendr¨ªa a sustituir: la del felipismo y el antifelipismo.
Si ha habido algo nefasto en esta ¨²ltima legislatura, que la ha convertido en la m¨¢s amarga de la joven democracia espa?ola -compatible con ser una de las m¨¢s f¨¦rtiles en su obra legislativa-, si ha habido algo negativo, digo, ha sido la agotadora guerra felipismo / antifelipismo.
El poder medi¨¢tico m¨¢s agresivo ha estado decididamente al servicio del designio de situar la l¨ªnea divisoria ideol¨®gica de este pa¨ªs no entre conservadores y progresistas, que ser¨ªa lo normal, sino -entre felipistas y antifelipistas. Ha sido imposible otra posici¨®n que no fuera o la lucha a muerte contra el Gobierno felipista corrupto o la defensa numantina del presidente del Gobierno democr¨¢tico.
Las enormes responsabilidades del presidente -muy especialmente respecto a los GAL y la corrupci¨®n de los fondos reservados-, responsabilidades no asumidas, se lo han puesto muy f¨¢cil a los partidarios de que en nuestra pol¨ªtica no haya matices, sino dial¨¦ctica militar. O se est¨¢ en una trinchera disparando o en la de enfrente aguantando el asedio. O con Felipe o contra ¨¦l. Ha sido y es un juego infernal, que ha castrado la vida p¨²blica espa?ola, que ha desorientado y atosigado a la sociedad, con beneficiarios evidentes en las posiciones m¨¢s conservadoras o demag¨®gicas. La simplificaci¨®n ha sido implacable. En el campo del felipismo se coloca, claro, al Gobierno, el PSOE y CiU, pero tambi¨¦n a los llamados medios de comunicaci¨®n progubernamentales, fundamentalmente los estatales, y dem¨¢s intelectuales org¨¢nicos. En el bando del antifelipismo, ya se sabe: el PP e IU como infanter¨ªa pol¨ªtica, y, como artiller¨ªa comunicacional, toda una serie de radios y diarios, acompa?ando el ataque. Alg¨²n responsable socialista incluso ha a?adido a alg¨²n conocido juez.
Esta descripci¨®n es casi una caricatura - y, en cuanto a la pinza IU-PP, extraordinariamente superficial- pero, desgraciadamente, as¨ª ha percibido la batalla la opini¨®n p¨²blica, con papeles secundarios de un Parlamento cuya agenda se la han marcado los jueces y los medios, y de un Gobierno sin iniciativa.
Para la izquierda, y en concreto para Izquierda Unida, ha sido un esquema terrible, porque, en ese paisaje, despiadadamente maniqueo, le ha tocado jugar en el polo que, de forma natural, encabeza y capitaliza el Partido Popular. El carril por el que IU ten¨ªa que circular s¨®lo daba margen para el predominio de la descalificaci¨®n ¨¢cida antisocialista, en perjuicio de lo que realmente hace crecer a IU: la propuesta pol¨ªtica cre¨ªble y la oposici¨®n inteligentemente constructiva, ¨²nico modo de distanciarse del PP en lo program¨¢tico y de reequilibrar la izquierda en la lucha por la hegemon¨ªa social.
La l¨®gica del antifelipismo, por el contrario, ha hecho crecer considerablemente al PP y bastante menos a IU, como lo manifiestan los sondeos (el ¨²ltimo, el de Demoscopia). El PSOE se ha desangrado sobre todo por la derecha, porque la alternativa de IU ha llegado siempre desenfocada a la base social de la izquierda. Izquierda Unida ha protagonizado los medios de comunicaci¨®n pr¨¢cticamente s¨®lo en la medida en que ha coincidido con el PP en la cr¨ªtica, normalmente fundada, al Gobierno. No ha sido el mejor clima para que en el seno de IU se hayan desarrollado las energ¨ªas para componer una propuesta en pol¨ªtica econ¨®mica y en pol¨ªtica europea que sea aceptada sin recelos por el perplejo pueblo progresista. El antifelipismo seco y unidimensional paraliza, inmoviliza y estanca a IU.
Pues bien, el Gobierno ha entendido el mensaje -como dijo Gonz¨¢lez despu¨¦s de las elecciones- y ha aprovechado la estela del bipolarismo m¨¢s estrecho, en su desesperada b¨²squeda de ox¨ªgeno, lanzando la tesis, tambi¨¦n bipolar, del "conmigo (Gobierno democr¨¢tico) o contra m¨ª (chantajistas)", es decir, una nueva versi¨®n del felipismo / antifelipismo, pero en este caso como tabla de salvaci¨®n del presidente. Es otro pulso de Gonz¨¢lez, que se ha pasado echando pulsos a diestro y siniestro desde que aterriz¨® en la presidencia (el primero fue el refer¨¦ndum de la OTAN).
Ser¨ªa un grave error elevar el chantaje contra el Gobierno a categor¨ªa de chantaje contra el Estado o contra todo el sistema. Pero, probablemente, ese error se va a consumar si Gonz¨¢lez vuelve a encabezar la nave socialista, porque su insostenible situaci¨®n pol¨ªtica -no hablo de la judicial- requiere que todo un proyecto se subordine a sus necesidades personales.
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Diego L¨®pez Garrido es diputado de lU- IC
Del antifelipismo a la conjura
Viene de la p¨¢gina anteriorEl drama del PSOE es que sus intereses electoralistas a corto plazo -que siga Felipe- son contradictorios con sus intereses pol¨ªticos a medio y largo plazo -que se renueve su direcci¨®n- Gonz¨¢lez, lo quiera o no, es un obst¨¢culo objetivo para que el PSOE cumpla un papel determinante en la reconstrucci¨®n del entramado social y program¨¢tico de una izquierda que pasa por un dificil¨ªsimo momento. Hay tambi¨¦n otros obst¨¢culos, no cabe duda, porque la crisis de la izquierda tiene hondas ra¨ªces, pero uno de ellos es seguramente Gonz¨¢lez y lo que representa, porque con ¨¦l su partido seguir¨¢ lastrado por el pasado, preso de graves responsabilidades que no se reconocer¨¢n ni se les dar¨¢ una salida pol¨ªtica y democr¨¢tica porque ¨¦sta se llevar¨ªa por delante a Gonz¨¢lez.
Este pa¨ªs, que tiene a¨²n grandes problemas econ¨®micos, laborales y de defensa del Estado, social sin abordar, no puede seguir por m¨¢s tiempo girando obsesivamente entre el felipismo y el antifelipismo. Somos mucho m¨¢s que eso. Hay otras posiciones, planteamientos e ideales progresistas. Tenemos mucha m¨¢s fuerza e ilusi¨®n, m¨¢s frescura de ideas, de lo que expresa esa triste dial¨¦ctica medi¨¢tica y parlamentaria. Por eso es inaceptable que una nueva tesis de yo o el caos se instale en el ya bloqueado discurso pol¨ªtico espa?ol y polarice las trascendentales futuras elecciones generales.
En ese bloqueo, hay que reconocerlo as¨ª, todos tenemos alg¨²n tipo de responsabilidad. Y por eso, tambi¨¦n tenemos todos un papel que desempe?ar en el desbloqueo y la apertura al futuro de la escena pol¨ªtica espa?ola.
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