La memoria y la vida
PRONTO HAR? veinte a?os de la desaparici¨®n del general Franco, acontecimiento que abri¨® el proceso de transici¨®n a la democracia tras cuatro d¨¦cadas de dictadura. La excelente serie televisiva de Victoria Prego, as¨ª como la aparici¨®n, al calor del aniversario, de varios libros sobre ese periodo, han vuelto a traer a primer plano hechos y situaciones que, por su car¨¢cter liminar, forman parte fundamental de la memoria de varias generaciones de espa?oles. Para m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n -ese tercio de electores actuales que no ten¨ªan edad para votar cuando se celebraron las primeras elecciones democr¨¢ticas, y los que a¨²n no la tienen- se trata, sin embargo, de hechos no directamente vividos, por m¨¢s que algunos de sus ecos sigan afectando a sus existencias.La serie que sobre la transici¨®n publica EL PA?S a partir de hoy, en entregas semanales, aspira a rememorar aquellos hechos, de los que muchos espa?oles podr¨¢n sentirse en alguna medida protagonistas; pero tambi¨¦n a analizarlos, con la perspectiva de los a?os transcurridos, a fin de hacerlos inteligibles a los ojos de las generaciones que se incorporan a una sociedad en la que la democracia no es ya una aspiraci¨®n, sino, con sus contradicciones o insuficiencias, un dato de la realidad. Entre 10 y 20 a?os nos separan de los acontecimientos rememorados en la obra: un plazo lo bastante pr¨®ximo para permitir el recurso a la memoria de los protagonistas directos y lo suficientemente alejado como para que se hayan sedimentado las pasiones que pudieran nublar su visi¨®n.
Esa distancia permite a la vez relativizar algunos hechos que en su d¨ªa parecieron dram¨¢ticos -y que a veces lo fueron precisamente por la falta de perspectiva de algunos de sus protagonistas, com¨® la legalizaci¨®n de la ikurri?a o la del partido comunista- y rescatar a personajes y episodios demasiado r¨¢pidamente olvidados por la aceleraci¨®n propia de toda situaci¨®n de- cambio hist¨®rico. La figura de Su¨¢rez, incomprendida al principio, ensalzada luego, enseguida denostada y pronto omitida, puede, ser el s¨ªmbolo de esa aceleraci¨®n. El reconocimiento que hoy- parece abrirse paso, y tal vez m¨¢s entre quienes fueron sus rivales que entre sus pr¨®ximos de ayer, tiene mucho que ver con una m¨¢s ecu¨¢nime comprensi¨®n de las dificultades a que tuvo que hacer frente. Esas dificultades, unidas a su falta de credenciales democr¨¢ticas previas, le impulsaron a buscar el consenso con la oposici¨®n, lo que a su vez le oblig¨® a llevar la reforma m¨¢s, all¨¢ de lo inicialmente previsto. Y en eso consisti¨® b¨¢sicamente la transici¨®n.
Su din¨¢mica fue, por ello, imprevisible, y no el resultado de ninguna pizarra infalible: ni la del arquitecto clarividente que dise?a' un plan que Su¨¢rez aplica y los espa?oles siguen sin saberlo; ni la del estratega genial que en Suresnes adivina, ayudado por su conocimiento de las leyes de la historia, las reacciones de las Clases sociales que determinar¨ªan el curso de los acontecimientos._Hoy no s¨®lo parece claro que la transici¨®n circul¨® por caminos no previstos por nadie, sino que su ¨¦xito fue en parte el resultado del desenfoque e insuficiencias de los dise?os que se enfrentaban.
En otros pa¨ªses que tambi¨¦n vivieron la experiencia de una dictadura de tipo fascista -Alemania, Italia, Jap¨®n-, el partido que encabez¨® la institucionalizaci¨®n del sistema democr¨¢tico tras la liberaci¨®n se perpetu¨® en el poder durante un m¨ªnimo de 20 a?os. Aqu¨ª, las singularidades de la transici¨®n, resultado del equilibrio entre los reformistas del anterior sistema y los rupturistas de la oposici¨®n, determinaron que ese papel, fuera asumido en gran parte por los socialistas a partir de 1982. La coexistencia de casi todas las corrientes de derecha con la dictadura durante cuatro d¨¦cadas demor¨® durante casi tres lustros la aparici¨®n de un l¨ªder conservador no comprometido en el pasado con el, franquismo. Ello fa voreci¨® una identificaci¨®n entre democracia e izquierda que hizo posible, en cuanto desapareci¨® la amenaza de involuci¨®n, la abrumadora victoria socialista y la prolongaci¨®n de su hegemon¨ªa durante m¨¢s de una d¨¦cada.
Ahora que ese periodo parece pr¨®ximo a finalizar, y que algunas personas cuyo papel en el proceso de democratizaci¨®n no fue especialmente. brillante sue?an con una segunda oportunidad, aunque, para ello tengan que desestabilizar el actual sistema de convivencia, es oportuno recordar que no es lo mismo una transici¨®n -que marca la frontera entre un r¨¦gimen autoritario y otro democr¨¢tico- que un cambio de Gobierno dentro de un sistema parlamentario. Uno de los logros de la transici¨®n fue precisamente la creaci¨®n de un marco que hiciera posible resolver las crisis pol¨ªticas de manera que el cambio de Gobierno no arrastrase al sistema.
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